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Papá está raro.

En el sentido que me mimaban como antes no lo hacía y no es que no lo hacía, sino, que me restringía muchas cosas que tenían límites, cuando quería abrazarlo, él me alejaba, pero ahora lo hago y pareciese que no quisiera soltarme, como si temiera perderme.

Sé, por su cara de viejo, que ha estado muy preocupado y esas bolsas feas debajo de sus ojos que no ha descansado bien.

Meto una cucharada de cereal a mi boca, columpio mis pies en el asiento, hay señores con trajes de policías en una oficina con papá, me preguntaron muchas cosas que terminaron por asustarme, papá se opuso a que me agobiaran y que como mi tutor, les prohibía que se acercaran a mí.

“¿Dónde estuviste? ¿Escapaste para llamar la atención de la ciudad? ¿La de tus padres? ¿abusaron de ti?”

No lo entendía, papá se molestó exclamando que estaban siendo cero profesionales en la "interrogación" que debía ser analizado con un psicólogo al ser menor de edad, mientras él hablaba con los señores, yo lo esperaba en la banca de espera.

“No digas nada, no viste nada, no oíste nada, solo estabas perdido y si abres la boca, tus padres pagarán”

La palabra pagarán queda en mí cabeza, mis padres no tienen dinero para pagarle al señor, amigo de la Señora Milk, aunque algunas veces los vi con los labios unidos, me da cierto escalofríos recordar cosas extrañas, dejo de comer mi cereal bajando la mirada teniendo en la mente que no debo decir nada de lo sucedido.

Las dudas están presentes, ¿mis padres no se habían ido de viaje?, ¿no fue por eso que me encargó con la Señora Milk?

No entiendo nada.

Unos ruidos se escuchan, me muerdo la mejilla interna por error y mi vista se me nubla por las lágrimas, me dolió, volteo a ver el alboroto, hay mucho ruido fuera, miro en donde está papá, sigue conversando con los señores, sé por mamá que uno debe alimentar su curiosidad averiguandolo, por lo que dejo mi cereal, bajo de un salto la banca y corro a la entrada.

La alegría me llega de impacto como ver mis caricaturas preferidas y saboreo la frialdad que se presenta en mi estómago por algo que me corroe y es la nostalgia de ver a mi madre discutir con unos señores.

—¡Mamá!

Su mirada cae en la mia de inmediato y corro hacia ella quien me alza en sus brazos estrechándome en su pecho llenando mi carita besos y mojandome con sus lágrimas.

—Te he extrañado mucho.

—Yo más, mucho. —le doy un beso en su nariz, sonríe con una cara roja y húmeda, pero aún así la quiero mucho.

El día nos consume, no respondo cuando me preguntan donde estaba, evado todo relacionado al tiempo que estuve con ellos, y no fue mala la estadía con la persona, aunque su arma de juguete del señor haga un ruido ensordecedor que  terminó con un tipo en el suelo con su ropa manchándose de un liquido carmesí, él me dijo que era un juego, y puede que no sea así si decido abrir la boca y que mis padres la pagarían.

Trago.

Como mas de lo normal por los nervios, siento escalofríos y un repentino miedo con las armas de juguete que me regalaron mi familia, mamá duerme conmigo en la noche, papá me cuida por el día, los días transcurren, uno de los oficiales llegó a gritarme que debo colaborar para llegar a quien me secuestró.

Y dicen más y más cosas que no entiendo que terminan por marearme y a la última vómito.

El señor no tenía un arma de juguete.

Mis manos tiemblan, pego un grito en la almohada al analizar las cosas y confirmar mis dudas en el internet que mi mamá me da cuando le doy la excusa que quiero ver vídeos.

—Hijo. —Gimo asustado girándome para ver a mi papá sentado en mi cama, sus mechones oscuros lo hacen ver diferentes al igual que el tono de sus ojos.

Él dijo que ya no quería esconderse de nadie, por lo que decidió volver a como era antes.

Ya veo de quien saqué mas rasgos, mi abuela me lo espeta a cada nada cuando la vamos a visitar, ella no quiere a papá, por ende, a mi igual.

—Dime que la bruja de tu madre no me acaba de decir que rechazaste tus juguetes, ¡tú amas tus juguetes, eres un niño muy adicto a ello! —exclama haciendo un mohín, no me causa gracia, escondo el celular debajo de mi almohada y me siento sobre mi cama.

—No quiero soplar la vela.

—¿Eh? ¿Por qué no? Es tu cumpleaños, los invitados están esperándote para que soples la vela. —Deja en claro.

—No me siento bien. —Sincero con una molestia que no había sentido antes.

Soy un niño, solo soy un niño.

Me repito en la cabeza, ellos me aman, no están haciendo nada malo. Solo quieren verme feliz.

—Esta bien, —acaricia mi cabello y me aparto, el señor hacía lo mismo, esto es incómodo. —¿te ocurre algo? Estás extraño, ven, abraza a papá para...

—Gracias papá, pero no, festejen sin mí. —al final solo vienen por la comida y el pastel.

Vuelvo a acostarme, pero me gira de inmediato y el oscuro de sus ojos me recuerda al señor, cierro mis ojos y no lo escucho.

—¡Déjame! ¡Vete! ¡Vete! ¡Déjame en paz! —pataleo, me niego a su abrazo y no se como me safo de su agarre que termino pateándolo en la nariz cayendo al suelo.

Me asusto de inmediato.

—¿Qué pasa? —mamá ingresa a mi habitación, el corazón me late rápido de culpa, mira de papá a mí haciéndome sentir peor. —Gohan.

Papá se quita la mano de la nariz, la cual escurre una línea del líquido carmesí.

Sangre.

Le hice daño, pido disculpa y mamá termina por abrazarme, no quiero su cercanía, no quiero nada, el aire no me llega, la garganta me quema, la debilidad es tanta que solo escucho de fondo: “Tiene estrés post-traumatico”

....

Inicia la cuenta regresiva :'3.

LAS AMO GRACIAS POR SU PACIENCIA.

No Soy Juguete De Nadie II✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora