MUY PRONTO....

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Las personas no elegimos de quien enamorarnos, el destino es tan cruel y mezquino, que en ocasiones, nos pone frente a nuestro peor enemigo, frente a esa persona que por nada del mundo puedes demostrarle debilidad.

Y aquí estoy de nuevo, sentada en la enorme piscina, observándola a lo lejos, en su silencio, en su mundo, en ese mundo lleno de demonios que algunas personas dicen que tiene. Se ve tan pacífica que sería fácil acercarme, si no supiera que me va a atacar como una serpiente a su presa.

Nunca antes la había visto fumar, no sabía que lo hacía. La primera calada la hizo toser, sonreí ante eso, dándome cuenta que era probablemente su primer cigarrillo en la vida. La segunda calada la hizo suspirar, y la tercera la hizo sonreír. A la cuarta calada, una carcajada viajó desde lo más profundo de su garganta hasta su boca.

Sabía que mi sonrisa en este momento era grande, y expresiva, estaba totalmente perdida en el mundo de Roberta, totalmente perdida viendo como apoyaba su rostro sobre sus manos, pero esto duró un instante, y continuó con el cigarrillo.

Cerré los ojos lentamente y en mi mente, me imaginó cosas que tal vez habrían enamorado a un poeta, pero que habrían asustado a más de uno. Para cuando los abrí el papel del cigarrillo iba a terminar de consumirse, una lágrima se derramó hasta sus labios. Esa fue la calada que prácticamente pagó el cigarro, quería ser ese humo en sus labios, ese humo que la envuelve en sus debilidades.

-¿Mía?-me sobresalte al escuchar la voz de mi amiga Selina, llamarme con insistencia- ¡Hola!.

-¡Ay!, ¿que te pasa, tarada?- acomode mi cabello hacia a un lado, para disimular que tenía media hora de no quitarle los ojos de encima a Roberta.

-¿Porque estabas ida en ella?- me pregunta cruzada de brazos.

-Supongo, que estaba tratando de descubrir... ¿porque es tan rara?.

-Ella es más que eso, es una completa ordinaria.

-Tienes razón, ¿Roberto?... es caso perdido, ¿no?- me reí y me incorpore al lado de mi amiga- Si no fuera tan camionera, sería muy linda, ¿no crees?.

-¡Claro que no!, aunque la mona se vista de seda, mona se queda, Mía.

Había decidido no opinar nada al respecto, ya que muy en mi interior sabía que yo no la veía de esa forma, en la que muchas veces la trataba. Que ante mis ojos era hermosa como un arcoiris al final del camino, y que muchas veces disfrutaba de su manera tan cruel de tratarme, no se si es masoquismo, pero el día en que me ignore sería la persona más infeliz del mundo, me gusta que me mire, aunque sea para gritarme...

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