11- Dejarla

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-¿Qué quieres?- pregunté bebiendo mi último sorbo de refrescó

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-¿Qué quieres?- pregunté bebiendo mi último sorbo de refrescó.

-¡Quiero que dejes a Mía, en paz!- una muy furiosa Vico, se encontraba frente a mi, era chistoso verla, o al menos a mi, me hace gracia. Tenía las manos en la cintura, y su ceño fruncido mostrando su total odio hacía mí.

-Vico- sonreí mirándola burlona- Creó qué eso de la única neurona, es contagioso chiquita- me río y me pongo frente a ella- Porque deberías de entender que yo no estoy obligando a mi Barbie a estar conmigo- sonrío nuevamente y está vez, veo como se aproxima la reina de Roma, desbordando felicidad- Mía- extiendo mi mano y ella me la toma- Te dejó con tú... perro.

-¡Yo no estoy jugando Roberta!- grita empujándome.

-¡¿Qué te pasa Vico?!- Mía se mete en medio de ambas y mira con desapruebo a su amiga, la cuál me estaba calcinando con la mirada.

-No puedo creer, que en verdad hayas dejado a Miguel- me mira con desprecio para luego seguir escupiendo veneno- Para andar con esta estúpida que ni vestir bien sabe.

-Entiende una cosa, de mis relaciones me encargo yo, Victoria... no te metas- dice negando con la cabeza.

-Mía, me voy... no tengo tiempo para discutir con viejas idiotas como está... deberías de escoger mejor a tus amigas.

-¡Osea!, Roberto, te vas a super arrugar, así... tipo... viejita, ¡no te enojes!.

Volteé los ojos y la dejé hablando sola, no tengo tiempo para las tonterías de Mía, y menos para escuchar como Vico, le reclama lo que tiene conmigo.

Sin recibir respuesta de su parte me alejé totalmente molesta de el comedor. Sabía perfectamente que el estar con Mía, implicaría soportarme a sus estúpidos títeres, los cuáles nunca dejaría. No estoy de acuerdo con su forma de actuar, pero tampoco puedo cambiar todo de la noche a la mañana.

Uno de mis principales problemas con Diego, era León, y la injusticia que el apellido, "Bustamante", traía con sigo. Lo débil que es ante su padre, su forma de ver la vida, eran cosas que desde un principio siempre chocaron conmigo. Lo llamé muñeco de plástico, porque eso parecía, superficial, altanero, odioso, y sumamente equivocado con la vida. Sufrí mucho con sus engaños, hasta que logre salir de él.

Y ahora no se si mi subconsciente se esta burlando de mi, pero estoy perdidamente loca por la descerebrada, ¿qué demonios me pasa?. Salí de un idiota como Diego, para arriesgarme con Mía, que es casi lo mismo que él, pero con diferente genero.

Es arrogante, creída, piensa que el mundo gira en tornó a ella, se cree perfecta, una completa niña fresa que piensa que el mundo es como lo pintan en las caricaturas.

-¡Roberta!- levanté la cabeza y me encontré con Jose y con Lupita. Quienes parecían sumamente felices por algo.

-¡Gatitas!- grité emocionada abrazándolas a ambas.

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