35-La salida

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*MÍA*

Mi estadía en el hotel ha sido la mejor, todos son muy amables conmigo y me tratan excelente, con gran respeto y simpatía.

Mi habitación contaba con jacuzzi, Internet, más una pequeña nevera con deliciosos vinos, y distintos licores. En el hotel había una hermosa piscina la cuál me a tenido desesperada por entrar desde la mañana, pero estuve prácticamente trabajando en unos documentos sin tiempo alguno. Claro estos mismos fueron abandonados llegando la hora en la que quedamos de vernos Roberta y yo.

Estaba nerviosa esperándola en la recepción a que ella saliera de los vestuarios asignados para la gente del hotel. ¡Dios!, parezco una adolescente esperando a mi primera cita, o aún peor... esperando a su debut.

Nadie me pone los bellos de punta, pero Roberta causa en mi todo lo que nadie causa. Más allá de los años sin vernos, o sin hablar, sigue pasando lo mismo. Si ahora mismo viene alguien y me pregunta cuál es mi debilidad, la respuesta sería... Roberta.

Escuchó su angelical voz cuándo se despide de uno de sus compañeros que la mira con deseo, no le vendría mal un golpe ¿no?. Cuándo me vio una sonrisa sincera salió de su rostro, y tras un par de segundos caminó a mí luciendo hermosa en sus jeans negros. Puedo jurar que tengo cara de idiota.

-Hola, Robertooo- saludé cambiándole el nombre como lo hacía hace años.

-Hola, Barbie- contesta con una sonrisa así que se la devuelvo. Sus preciosos ojos tenían un brillo en éste momento y sentía que me hechizaban.

-Quizás debamos madurar y llamarnos por nuestros nombres bien- se ríe y en cuánto lo hace me pierdo en ese sonido. Ya lo dije causa en mi lo que nadie causó nunca

-Estás preciosa- dice viendo mi vestido azul.

-Gracias, tú estas más preciosa Roberta- sus mejillas se ruborizaron y sólo pude sonreír ante eso.

-¿Nos vamos?- Sonríe y me toma del brazo tirando de el hacia la salida del hotel. Más allá de que llevaba guantes, podía sentir su tacto por encima de mi abrigo, lo sentía en mi piel. Creó que no nota el efecto que sigue causando en mí, quizá por qué olvidó ciertas cosas al conocer a alguien más. Quitó ese pensamiento, y decido disfrutar.

Una vez fuera del hotel, una ráfaga de viento congelado nos abraza, ya que nos encontrábamos en una época fría. Siento mi cuerpo temblar y comienzo a tiritar. Iba abrigada, pero aún así el frío conseguía meterse en mi ropa. 

-Al restaurante Asiate, por favor- le indica ella al taxista. 

-¡Ese restaurante es bellísimo!- digo sorprendida ya que solía ir a comer con mi papá hace años a ese lugar- Pero algo costoso...

-Eso es lo de menos. Hoy sera un día fantástico- le sonrío y me sonríe tímidamente. Calmó mis ganas de lanzarme sobre ella y de unir sus labios con los míos.

Basta Mía, mantente quieta en tú lugar.

Entramos a un lujoso y hermoso restaurante. Me sentía en las nubes con Roberta a mi lado, puedo jurar que creó que estoy soñando y todo esto no es real.

-Buenas tardes- un hombre de mediana edad vestido de traje nos recibe en la recepción con una sonrisa natural, pero había cansancio en sus ojos- ¿Reservaron mesa?. 

Miro a Roberta.

-Sí- contesta sonriendo- Roberta Pardo- sonrío al escucharla. El hombre busca entre la lista que tenía ante si, hasta que finalmente encuentra la reserva.

-Excelente lugar les ha tocado- nos sonríe y nos indica a que lo sigamos. Entramos más en el restaurante, el cuál era muy luminoso y elegante. Varias parejas estaban sentadas disfrutando de su cena, y de una charla animada- Aquí está su lugar- cuándo miro la indicación del hombre quedó boquiabierta. Nuestra mesa estaba justo al lado del enorme ventanal que tenía el restaurante, un ventanal que daba a una hermosa vista de la ciudad- Les dije que era un excelente lugar- el hombre me mira y sonríe, por lo tanto le respondo la sonrisa- Disfruten- dicho ésto se retira.

LOVE  ❤️  REBELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora