18- Alejándote

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*ROBERTA*

-¡Roberta, espérame!- los gritos de Mía por el pasillo me estaban por volver loca. La había ignorado de todas las formas posibles, pero simplemente era imposible seguir haciéndolo. Tomé energía de dónde no la tenía y me volteé completamente seria para enfrentarla.

-¿Qué quieres?- me crucé de brazos y la miré con prepotencia, necesitaba que dejara de perseguirme, necesitaba que hiciera esto más fácil de llevar para ambas.

-Robert- ella con una sonrisa se acerca más a mi y comienza a jugar con su cabello. Me estaba derritiendo por dentro, quería tomarla de esa cintura tan perfecta y pegarla a la pared para besarla sin parar, pero claro esto sucedería solo en mi mente- ¿Podemos hablar?.

-Si mal no recuerdo ya te dije todo... no hay más- le di una última mirada y seguí mi camino. Pero un peso ligero se adueño de mi espalda, era Mía quien me había abrazado por detrás. Suspiré tres veces, ya que ella no me la ponía nada fácil- Mía, ¿a caso no entiendes cuándo habló?.

-No, mi única neurona creó que ya no existe y por eso tengo excusa para hacer ésto- sin dejarme hablar, me abrazo por el cuello y sus labios se adueñaron de los míos. Me estaba besando como nunca lo había hecho antes, en medio del colegio, frente a todo el "Elite Way" y bajo la atenta mirada de Sol y Pilar. Mis labios permanecían en los suyos, pero mis ojos jamás se cerraron, estaba observando como las idiotas nos miraban con la boca abierta, y con una sonrisa de "¡las cachamos!"- Te amo- suspira en medio del beso y se separa- Necesitaba hacer ésto... para dejarte ir- sonríe y baja la cabeza como si estuviera apenada- Lo siento.

No respondí nada a eso, ella sólo se fue en dirección contraria a la mía y desapareció entré la multitud. Pilar, sonreía con descaro mientras Sol, sólo era pues, Sol.

Mis ojos instantáneamente comenzaron a llenarse de lágrimas junto al malestar que se había instalado en mi pecho. Quería correr, gritar, desaparecer, si existiera un mundo en dónde pueda ser feliz, exijo ser llevada allí. Mi madre suele decir, que si la vida te da limones, pues has limonada, pero estoy cansada de sacarle el jugo a mis gajos de limón, estoy cansada de exprimir tanto tratando de llenar algo que esta vació.

Todo comenzó a girar, y mi aire se veía escaso, no fue hasta que todo se volvió negro, obscuro. Pasaron segundos, o quizás minutos en los cuales no estuve presente. Pero al abrir los ojos estaba con la cabeza en las piernas de Diego, el cuál me acariciaba mirándome con algo extraño en sus ojos.

-¡¿Que pasó?!- me levanté de inmediato, pero fui frenada por un fuerte mareo.

-¿Estás locas?, siéntate, te desmayaste Roberta.... ¿que harías sin mi?- sonríe y acaricia mi mejilla- Te quiero- dice sonriendo a lo que respondí con una sonrisa también.

 ¿que harías sin mi?- sonríe y acaricia mi mejilla- Te quiero- dice sonriendo a lo que respondí con una sonrisa también

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-Gracias, por... por ayudarme- tomé sus manos y lo miré a los ojos- Diego, ¿por qué siempre termino en tus brazos?, literal.

-¿No has pensado que tal vez, el destino nos quiere juntos?.

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