03. ¿Los conoces?

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Melanie

Al llegar a casa Kalev aún no estaba y eso fue en gran alivio. En el tren venía inventando miles de excusas por mi ropa enlodada y aspecto mojado, pero gracias a que en el cielo por una vez se compadecieron de mí me ahorré todas las mentiras.

Saqué la llave de la casa de mi maleta. Me quité las zapatillas y corrí escaleras arriba evitando no mojar mucho todo el camino hasta mi habitación. Arrojé la maleta en una esquina y me introduje al baño para quitarme la ropa y tomar una ducha. Luego de un par de minutos me puse cómoda y bajé a limpiar mi desastre.

Llevo la ropa húmeda al cuarto de lavado. Tiro mis zapatillas a un tanque de agua que en seguida se torna marrón. Luego comienzo a trapear las escaleras y limpiar un poco la sala. Ya que la lona que Kalev volvió a colocar aún tenía filtraciones y el agua recorría el piso.

Justo cuando coloco el trapeador en su lugar mi hermano abre la puerta de la casa con varias bolsas en la mano, así que corro a ayudarlo.

—Gracias —dice y cierra la puerta. Comenzamos a acomodar todo en sus respectivos lugares en silencio. —¿Te acabas de duchar? Me fui hace como cuatro horas.

—Tenía frío —miento y él suspira.

—¿Qué quieres almorzar? Traje pollo, carne-

—Debo hacer unas cosas, prepara lo que quieras, igual siempre sabe bien. —subo mis hombros y salgo de la cocina.

Me duele tratarlo de manera indiferente porque estoy consciente de que él no tiene la culpa de nada, siempre me apoya y me defiende, pero hoy lo necesito lejos para hacer el proyecto -o lo que pueda con lo poco que conseguí-.

Saco la memoria de la cámara y empiezo a imprimir.

Luego de casi una hora, donde solo hice la mitad, ya que solo conseguí tomar las fotos de cincuenta hojas, Kalev me llamó a almorzar.

—He estado pensando y creo que debemos hacer algo divertido estas vacaciones —mi hermano me sonríe y yo ruedo los ojos. El sonido de un trueno hace que ambos nos asustemos un poco y niego.

—Sabes muy bien que estamos en la época de invierno, nada es más divertido que dormir entre sábanas calientes, tomar chocolate y usar calcetines. —digo mientras apuñalo la ensalada con el tenedor repetidas veces. Ya no tengo apetito.

—¡Vamos! ¿Qué tengo que hacer para que estés de buen humor?

—Consígueme una mejor mamá, logra que mi mejor amiga no me odie y que la profesora de biología me apruebe la materia. —bajo el tenedor de manera brusca y me cruzo de brazos mirándolo fijamente.

—¿Cuándo le dirás a mamá? —lleva su tenedor con un trozo de pollo a su boca y me mira expectante.

—Pues cuando lleguen las boletas ella lo verá por su cuenta y podrá intentar matarme como siempre que hago una estupidez. —me levanto de la silla con más cólera de la que tenía y Kalev deja el tenedor sobre el plato moviendo su cabello con desesperación. No dejo que diga algo porque yo ya estoy camino a mi habitación estrellando mi puerta y poniéndole seguro.

Las siguientes horas me dedico solo al trabajo. Tanto era mi enfoque que no me detuve hasta que mi estómago rugió, solo entonces vi la hora y eran las diez de la noche. Bajé las escaleras y me adentré a la cocina viendo un plato de comida tapado sobre la mesa y una nota.

Melanie, me cansé de llamarte a cenar, no sé a qué hora veas esto, caliéntalo y deja todo limpio, estaré en casa de Morgan.

-Kalev.

Hice lo que me dijo y me senté a comer sola, limpié todo lo que ensucié y volví a subir nuevamente a terminar mi proyecto. Las horas pasaban hasta que a las dos de la mañana terminé. Era la mitad del trabajo. No sé cómo lo tomará la profesora, pero hice lo que pude.

Dylan Neil [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora