41. Siempre he estado allí

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Dylan

Hoy es el día número nueve. Estoy sentado en una esquina de la cama y observo a Melanie. Su piel está fría y muy pálida.

—Tenías razón —susurro viéndola —Siempre he estado allí. Me preguntaste cual era mi habilidad mental como vampiro, pero no te lo quería decir ya que esa habilidad me hizo ser alguien despiadado por mucho tiempo cuando era castigador de delitos en las celdas del Fórum Vampiro. Usaba los miedos de las personas contra ellos y era muy... Cruel. Te juro que eso ahora es parte de mi pasado, es alguien que yo jamás quisiera volver a recordar y mi habilidad fue algo que no usé por años, pero luego llegaste tú... —hago una pausa contemplando su rostro.

Siento como la puerta es abierta y me giro para ver a Kalev, Dexter y Rebekah parados bajo el umbral. Mis hermanos me miran con aquella cara de preocupación que no han dejado desde que ocurrió todo esto y quiero echarme a llorar.

Vuelvo la mirada a Melanie y sostengo con fuerza las paginas en mis manos.

Voy a leerle la carta que le escribí.

—Era mi primer día en Themox. —empiezo —Salí de casa ya que quería curiosear los bosques y conocer un poco el lugar. Llegué a las afueras de la universidad y me di cuenta de que era hora de la salida así que decidí seguir caminando porque sabía que ya tendría tiempo para conocer la instalación cuando fuera un estudiante. Llegué a la reserva natural de la universidad, al bosque... —mi voz se vuelve más débil y miro a mi chica aún sin señales de querer despertar. Bajo la vista nuevamente a la página —Luego llegaste tú. Mi primer instinto fue alejarme, pero algo me atrajo a ti como el polen a la abeja. Estabas sola y comenzaste a llorar, luego a fumar hasta que te quedaste dormida. Jamás había deseado tanto tener la habilidad de Rebekah para leer mentes. —sonrío con tristeza —Entonces me senté junto a ti y te vi dormir, justo como te veo ahora. Comencé a memorizar cada centímetro de tu rostro y me gustó lo que veía, me gustaba la curva de tus labios, la manera en la que tus pestañas adornaban perfectamente tus párpados, tu nariz pequeña, tus mejillas coloradas por el frío. Me sentía como un completo imbécil, creía que había desbloqueado un nuevo nivel de acoso al estar observando a una chica dormir en el bosque. Loco, ¿no? Dormiste un buen tiempo y en todo ese momento me quedé junto a ti hasta que sentí como tratabas de seguir con los ojos cerrados, pero comenzabas a despertar. —paso a la siguiente página —Te levantaste al sentirte observada y vaya que tenías razón, así que por primera vez en casi dos décadas decidí usar mi habilidad cuando valientemente tomaste una rama y decidiste buscar a alguien para golpearlo aun cuándo tenías mucho miedo. Lentamente te acercabas a mí... y entonces el pequeño conejo apareció en tu campo de visión.

Oigo a Rebekah sollozar y cuando me giro a verla está con los ojos cristalizados y un par de lágrimas ruedan por sus mejillas. Abro los ojos con sorpresa, jamás había visto a mi hermana llorar. Dexter la mira de la misma manera y luego me mira a mí, es como si me preguntara que hacer.

—¡Abrázame, idiota! ¿Qué más vas a hacer? —le grita ella. Mi hermano pasa los brazos por el pequeño cuerpo de Rebekah y la atrae a su cuerpo —Por favor, continúa, Dylan. —pide y trago el nudo en mi garganta para seguir leyendo.

—¿Cuál es mi habilidad? —continuo —Manzanita, puedo hacerte ver lo que yo quiera, puedo estar frente a ti y hacerte una proyección mental de lo que sea que quiero que veas. He allí el porqué de mi apodo, Camaleón —dejo salir aire por mi boca y me inclino para dejar un corto beso en los nudillos de la mano de Melanie. —Le confesaste al conejo que querías morir y entonces supe que quería conocer más de ti, que quería saber porque alguien tan joven, hermosa y con un futuro por delante deseaba profundamente morir. —observo a Kalev unos segundos —Tú hermano llegó y te sacó de allí y aunque me resistí al principio, terminé siguiéndolos. Estuve parado fuera de tu casa desde el momento en el que entraste y después de toda una tarde donde solo oía tu corazón latir pude memorizar su sonido. Escuché el golpe que te lanzó tu supuesta madre, los gritos y tu corazón latir con frenesí, tus lágrimas caer y tu jadeo ahogado, ¡quería entrar e impedir aquello! Qué loco hubiera sido eso, ¿verdad? —niego al recordar mi propia desesperación en ese momento —Así que corrí por todas las casas tratando te buscar algo para impedir aquello, hasta que encontré una enorme roca en el patio de Elías y no lo pensé dos veces cuando la arrojé con todas mis fuerzas en la ventana de tu casa. Corriste escaleras arriba y luego estrellaste la puerta, entonces me fui. No había creído mi propia estupidez. ¿Que había hecho? Quería golpearme por aquella idiotez, yo no te conocía, pero algo en mí quería defenderte y lo terminé haciendo. Luego, al día siguiente mientras yo estaba en el bosque de Fallen Forest volviste a aparecer, yo solo estaba de casualidad observando el lugar y cuando te vi creí que mi cerebro me estaba jugando una mala broma, pero no, tú estabas allí y así como el día anterior, me quedé parado desde lejos cuidándote y riéndome en silencio de las veces en las que te caías por lo resbaloso que estaba el lugar. Eventualmente la lluvia hizo su aparición, Rebekah salió de casa y te vio, honestamente me sentí aliviado porque creí que mi hermana acabaría contigo, pero por alguna extraña razón simplemente te dejó ir. —me pongo de pie y voy a mi armario para sacar una bufanda. Su bufanda, y vuelvo a mi lugar en la cama junto a ella. Paso a ultima página. —Conservo la bufanda que te quitaste y abandonaste en el lodo y es que cuando te fuiste con Rebekah la tomé del suelo y la traje conmigo a casa.

—Cuando llegaste a casa empapado de lluvia y con aquella bufanda de chica lo primero que pensé fue que ya habías matado alguien —dice Dexter al recordar, yo niego con una media sonrisa.

—¿Y te confieso porque no le hice nada a Melanie ese día? —prosigue a decir Rebekah y entonces me giro a verlos nuevamente. —Yo también la había visto y fue... La noche anterior, en tus pensamientos, pero aquella vez decidí no molestarte y esperaría a que tu quisieras contarnos —ladea una sonrisa —Cuándo la vi lo primero que pensé fue en lo mucho que se parecía a la chica de tus pensamientos, pero luego te oí correr a lo lejos y pues... eso lo confirmó, así que no le iba a hacer nada.

—A la mañana me vi nuevamente guiándome a tu casa —me giro a Melanie para seguir con mi relato —Por lo del día anterior supe que estabas haciendo algo y que tenías hasta ese día al medio día para entregarlo y al estar estacionado fuera de tu casa oyendo tus latidos supe que te habías quedado dormida, así que allí, entró el pajarito. ¿Lo recuerdas, cielo? Yo sí, ese día estaba lloviendo a mares y proyecté al pajarito para que comenzara a picotear tu ventana. Mientras te levantabas Elías salía de su casa y supe que si alguien, quien sea, veía un auto estacionado fuera tu casa comenzaría a sospechar, así que mientras abrías la ventana y le gritabas al pajarito que era un bipolar yo ya estaba lejos de allí —contemplo a Melanie y mi desesperación aumenta —Cielo, por favor... Eres la mujer más fuerte que conozco, despierta.

Suelto las páginas y me inclino para dejar caer mi cabeza en su regazo. Me acurruco junto a ella y dejo caer las lágrimas que estaba reteniendo, no me importa que mis hermanos estén allí viéndome destrozado.

Me quedo unos minutos en silencio solo oyendo el débil latir de su corazón, mis hermanos y Kalev que aún no se movían del umbral se permiten entrar a la habitación y sentarse en el sofá.

Abro los ojos, aún sin moverme y los veo. Dexter aún está abrazando Rebekah, ella está con los ojos cerrados acurrucándose entre los brazos de mi hermano y Kalev está cabizbajo.

—Desde el día uno que estuve en Themox he estado junto a ti, Melanie. —susurro —¿El pajarito nuevamente en tu ventana aquella mañana de la masacre del hospital? ¿La mariposa verde ese día en la cabaña? También era yo, estando allí, atado a tu merced, dispuesto a sacrificar todo por salvarte. Por favor, despierta.

—Dylan, cariño... —mi madre entra en la habitación y abro los ojos para subir la mirada y verla junto a mi padre. Ambos me miran justo como Dexter y Rebekah. Con lástima. —Hoy se cumplen nueve días y sabes muy bien que si en ocho días... —cierro los ojos y me acuesto de nuevo en el regazo de Melanie. No quiero oírlo —Debemos quemarla en el hexágono.

—Mamá —susurro —Yo la amo.

—Ay, mi niño, ya lo sé —siento sus manos acariciar mi cabello y suspiro. —Pero entiéndelo, Dylan, ya debió haber despertado, si esperamos más no tendrá caso.

—Mamá, no quiero dejarla ir —me pongo de pie y la abrazo.

No recuerdo la última vez lloré en los brazos de mi madre, quizás fue cuando era humano y tenía unos diez años. Ahora tengo 142 años, estoy asustado y no tiene caso negarlo.

—Hijo, a veces nos toca tomar decisiones que no queremos —dice mi padre y no quiero verlo, solo aferro mis manos a la espalda de mi madre —Sabemos que la amas, pero-

—Si saben que la amo. ¿Por qué me piden que la deje ir? —digo limpiando mis lágrimas y viéndolo —Papá, estoy dispuesto a morir con ella, jamás pensé que dependería tanto de Melanie. No lo entiendo, creí que, si un día ella me dejaba, la que terminaría perdiendo todo sería ella, pero aquí estoy... Deseando darle mi eternidad para morir en su lugar.

Mis palabras parecen dolerle, sus ojos verdes cansados me miran con simple tristeza y entonces pasó, mi madre comenzó a llorar.

—Dylan, ¿cómo puedes hablar así? —mi madre solloza y me aferra con fuerza a su regazo —¿No piensas en nosotros? ¿En cómo estaríamos si te perdiéramos? Cariño, no vuelvas a siquiera pensar así.

No le digo nada, solo la abrazo con la misma fuerza que ella a mí.

Caigo en cuenta que en menos de diez minutos vi a las dos mujeres más importantes de mi vida llorar y a la mujer que amo no despertar.

Mañana es el día número diez, mañana se define todo.

Mi familia y Kalev se marchan dejándome solo con Melanie y vigilo su cuerpo desde el sofá.

Yo no creo en un Dios, pero le pedí a él e incluso a las estrellas fugaces, que Melanie despertara.

Dylan Neil [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora