Brave /Draco Malfoy/

Capitulo III

Se oyó el sonido de unos pasos rápidos y la madre de Ron, la señora Weasley, salió de una puerta situada al final del vestíbulo. Estaba sonriendo para dar la bienvenida y yo también. Me alegraba volver a verla.

Camino rápidamente hacia nosotros y nos abrazó.

-Esta más delgada señora Wasley. – le dije.

-¡Uh! Gracias mi cielo. – río. – Ustedes por otro lado ya están demasiados delgados, pero me temo que tendrán que esperar un rato para cenar. - Se giró hacia los magos que nos habían escoltado y susurró urgentemente - Acaba de llegar, la reunión ya ha empezado.

Los magos que estaban detrás de nosotros hicieron sonidos de interés y se hicieron paso hasta llegar a la puerta por la cual la señora Weasley acababa de salir. Harry hizo ademán de seguir a Lupin, pero la señora Weasley le retuvo.

-Ustedes no pueden pasar.

-¿Por qué? – soné irritada y al instante me sentí mal, no quería ser descortés.

- Esto no es justo para nadie, el ministro trata de ocultarlo bajo la alfombra, trata de protegerse a sí mismo. – se escuchó la voz que reconocí como la de un muy malhumorado Sirius. - El problema es que se vuelve más fuerte a cada minuto. ¡Hay que detenerlo ahora! – golpeo su mano contra la mesa.

-¡Sirius! – la señora Wasley le llamo la atención. La conversación cesó. – Ahora no, espera.

Algunos de los que se encontraban dentro de la habitación miraron a través de la puerta. Era evidente que la conversación estaba temporalmente terminada mientras que nosotros estuviéramos presentes.

-Ron y Hermione están arriba. Vayan con ellos.

-Pero...- intente protestar aun mirando a Sirius por la puerta. Su mirada también estaba fija en mí, pero no pude reconocer la naturaleza de su mirada.

- Sobre eso nada, suban las escaleras la primera puerta a la derecha. Que les digan dónde van a dormir- Nos empujó hacia las escaleras.

La escalera era vieja y rechinaba en cada escalón. Como si estuviera viva y se quejara de nuestro peso. Fuimos a donde nos indicó, y entramos. El aire allí era menos pesado y más limpio. Hermione y Ron nos esperaban del otro lado de la puerta.

Hermione corrió hacia Harry y Ron hacia mí, el abrazo no fue para nada suave, mas bien brusco.

- Oh, ¿cómo están? ¿Están bien? ¿Han estado furiosos con nosotros? – hablo Hermione rápidamente - Apuesto a que lo estaban, sé que nuestras cartas eran inservibles... pero no podíamos decirles nada. Dumbledore nos obligó a jurar que no les diríamos nada, oh, tenemos que contarles muchas cosas y tú tienes que contarnos también... ¡los Dementores! Cuando oímos y aquella carta del Ministerio ¡es simplemente un escándalo! He estado informándome, no te pueden expulsar, simplemente no pueden, hay una disposición en el Decreto de la Restricción del Uso de la Magia en menores que permite usar la magia en situaciones de vida o muerte-

-Hermione, dale un respiro al pobre. – le dijo Ron mientras nos separábamos y acto seguido cerró la puerta de la habitación.

Estaba más alto, definitivamente había crecido a diferencia de mí, que hace años me mantenía en la misma altura.

-Está bien. – le asegure a Hermione. – No te preocupes. Yo también tuve que mantener información para mí, no fue fácil. – mi mirada torno melancólica y podía ver que Harry se sentía igual. Caminó hasta Hedwig que se encontraba en la habitación y comenzó a acariciarla de manera automática.

-Creo que pensó que estarías más a salvo con los Muggles- empezó a decir Ron.

- ¿Sí? - dijo Harry, alzando sus cejas. - ¿Alguno de ustedes ha sido atacado por Dementores este verano?"