Zayn se dirigió a la casa de la pelirroja y tocó el timbre. Deseó al menos que ésta vez la chica le hable.
Una mujer de pelo rubio le abrió la puerta sonriente, y él supuso que era la madre de la pelirroja, puesto que se parecía bastante.
Al entrar, observó el salón de la casa. No había mucha diferencia entre la casa de la pelirroja y la suya con respecto al tamaño, pero ésta parecía más grande.
La señora de cabello rubio lo condujo hacia la cocina, dónde se encontró a su madre.
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Cara despertó de golpe, y se sintió orgullosa de no estar llorando. Había despertado justo antes de que aquel sueño empezace, por lo que no le había dado tiempo a que las lágrimas se encargarán de cubrir sus ojos.
Se dirigió al baño y lavó sus dientes y cara, y luego se vistió.
Cuando llegó a la cocina, observó como su madre conversaba animadamente con dos personas. Por un momento pensó que sería mejor encerrarse en su cuarto hasta que las visitas se vayan, pero cuando su madre la vio, debió quedarse allí.
—Cara —dijo Lauren entre señas—, ellos son Zayn y Lauren.
A Cara no le quedó más remedio que saludar. Dirigió la mirada hacía el chico. Zayn.
¿Que hacía el allí?.
—Hola. —dijeron Lauren y Zayn al unísono, aunque Lauren ya sabia que Cara no podía oírla.
Cara sonrió.
—Hija, ¿qué tal si llevas a Zayn y le muestras el vecindario? —le propuso su madre.
Cara la miró sin comprender. —No puedo hablarle.
—Bueno, llévate una lapicera y un anotador y le explicas todo mediante dibujos, o escribes.
Cara rodó los ojos. El chico no tenía nada de malo, pero ella no quería ir.
—Zayn —dijo Lauren— ¿quieres ir con Cara a dar un paseo?
Zayn aún seguía sin comprender por qué hablaban con señas. ¿¡Era un idioma de marcianos o qué!?.
—Sí... eh... sí. —confirmó él. Se acercó a Cara, quién estaba buscando algo en un cajón. La vio sacar un anotador y un marcador y se preguntó por qué llevaba eso.
Cara salió por la puerta y luego Zayn la siguió.
No caminaron demasiado, sino que se sentaron en el cordón de la calle.
Lo único que Zayn oía era el cantar de los pajarillos. Cara estaba callada. No emitía ningún sonido, ni tampoco se movía.
—Soy... Zayn. —le dijo el. Aunque ya le había dicho eso el día anterior.
Cara vio que él movía sus labios. Decidió usar el anotador.
Dibujo un oído, y luego lo tachó. Más arriba, en la misma hoja, dibujó una cara triste. Se la enseñó a él, que observó el dibujo con atención.
En ese momento, Zayn lo comprendió, y se arrepintió de todas las cosas malas que había dicho y pensado acerca de ella. Ella era sorda, y el había pensado cualquier estupidez. Se sintió como un completo imbécil, y tuvo ganas de arrodillarse frente a ella para pedirle perdón.
Cara le dio el marcador a Zayn.
«Hola» —escribió el allí.
Cara sonrió y dibujo a un hombrecillo saludando. Zayn también sonrió.
«¿Cuántos años tienes?» —escribió el nuevamente.
Cara dibujó un diecisiete, y luego señaló a Zayn, quién dibujó un simple dieciocho.
Cara dibujó un tarro de azúcar y luego un corazón. Zayn se rió al recordar que el día anterior el le había dicho que tenía cocaína en los labios, cuando en realidad sabía que era azúcar.
Zayn dibujó una cara de asco al lado del tarro de azúcar.
Cara le arrebató el marcador y dibujó la cara de un hombre con líneas a los costados, como queriendo manifestar que está loco. Luego puso signos de pregunta al lado de aquel dibujo. Le estaba preguntando a Zayn si estaba loco.
Zayn dibujó a un hombre sonriente y luego escribió un «sí».
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