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—Sería... genial. Cara ha perdido toda esperanza. Hemos pasado por tantos médicos, y ninguno supo decirle con exactitud si podría salvar su audición o no. Hasta el momento nadie ha sido capaz de informarnos correctamente.
—Le pediré a James que haga una cita con ustedes lo más pronto posible.
—Te lo agradezco mucho, en verdad. Aunque creo que para llevarla a un hospital debo arrastrarla —apenas se rió—. Pero lo haré.
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—Si una persona sufre un accidente... y luego de eso no puede oír... ¿tu podrías curarla?
James no entendía puntualmente a qué se refería su hijo.
—Si el problema proviene de los tím... —Zayn lo miró serio, diciéndole con la mirada que utilice palabras que el comprenda con facilidad.
—Sí, puedo —puntualizó James—. ¿Por qué?
—Hummm... curiosidad. Sólo eso.
Zayn subió a su cuarto. Últimamente se la había pasado pensando en ella y su defecto, y se le ocurrió preguntarle a su padre. Cara se pondría muy feliz cuando él le contara que James podría salvar su audición.
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Después de despedirse de Julia, Lauren vio a su hija entrar en la cocina.
—Cara... —le dijo con sus manos cuando se había acercado— Julia, la madre de Zayn, tiene un esposo, James.
Cara miraba las manos de Julia atentamente.
—Y... y... el es un gran médico... y Julia me ha dicho que te conseguirá una cita con él.
Al principio, ella se mostró enfadada. Luego suavizó un poco la mirada y dejó que sus manos hablaran por ella.
—No, mamá —comenzó —. No. Ya sé cual será su respuesta.
—Mira, Cara, no hemos pasado por todos los doctores del mundo. Aún nos quedan muchísimos. No debes rendirte sólo porque un grupo de médicos te ha dicho que no pueden hacer nada, ¿sí?
Cara suspiró. —Realizaremos dos intentos más, con médicos diferentes. Si ninguno sabe qué decirme, o si me contestan que nada se puede hacer, ya no visitaré un hospital por esa causa en toda mi vida. ¿Sí?
Lauren asintió, aunque con un poco de miedo.
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—Mira, ya tengo una cita —le comentó su madre esa tarde cuando terminó de hablar por teléfono.
—Dímelo en mi idioma, por favor... —reprochó Cara al ver como Lauren movía su labios, como si sus oídos mierda la dejaran escucharla.
—Oh, lo siento —dijo Lauren con sus manos—. He conseguido una cita con una doctora de un hospital no muy lejos de aquí. Iremos mañana.
—Uhhh, fantástico —opinó con ironía.
—Y Julia me ha dicho que James puede darte una cita, pero eso será de aquí a un mes.
De inmediato, Cara se negó. —No. Que sea pronto, o nada.
Lauren suspiró resignada. —Mira, Cara, esto no es fácil. Nada fácil. Debes aceptarlo, porque es esto lo que te ha tocado vivir. Y si no te gusta, lo acepto, porque a ningún adolescente le gustaría pasar la mayoría de sus días en un hospital —a Cara se le llenaron los ojos de lágrimas, e, incapaz de controlarse, dejó escaparlas. Lauren se llevó una mano a la cabeza, recordándose lo estúpida que era. Quiso acercarse a Cara para disculparse, pero ella se dio la vuelta bruscamente y subió las escaleras.
—Eres una estúpida, una pésima madre, y una malísima consejera, Lauren —repetía en su mente una y otra vez.
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