XI

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Zayn se dirigió al centro de aquella enorme y considerablemente sofocante ciudad. En algún momento se cruzaría con una tienda de cigarrillos. Aunque no llevase dinero, podría convencer al encargado de pagarle después. El condado de Humboldt, ubicado al oeste de Estados Unidos, estaba poblado en su mayoría por bosques húmedos —debido a las tantas precipitaciones y climas fríos a lo largo del año—, y era un lugar ideal para vivir con una familia no tan numerosa. Sus playas eran abiertamente preciosas, y el océano que éstas ofrecían era increíblemente azul, y a veces variaba su tonalidad. Una pena, ya que nadie se atrevía a meter más de un pie al agua, puesto que estaba prácticamente congelada. Zayn siguió caminando hasta entrar a un pequeño supermercado. Lo primero que vio, obviamente, fue varias cajillas de cigarros. Se acercó para pedir unas, y tratar de convencer al tipito tras la caja que después le pagaría

—Eh... yo... —trató de mostrarse nervioso, agitado, asustado, y, por supuesto, de no balbucear— de camino a este lugar me han robado. Me vi... obligado a darles el dinero porque temí que aquél hombre... me apuñalara. Si me permites que... que me lleve una caja de cigarrillos, juro que mañana mismo te pagaré. El hombre, que tenía rasgos dignos de una persona proveniente de Corea, lo miró con desconfianza. Zayn creyó que le diría que no, y de repente sus manos comenzaron a sudar.

—Llévatelo, anda —dijo el hombre—. Pero mañana pagas, ¿eh? Zayn suspiró.

—Claro, mañana. Muchas gracias. —tomó la cajilla y la guardo en su saco de cuero negro, ligeramente adornado por un cierre gris y dos bolsillos laterales.

Zayn salió afuera del local y comenzó a caminar de vuelta a su casa. Encendió el primer cigarrillo con el encendor que había guardado en su chaqueta y rápidamente se lo llevó a los labios. Sintió como una mochila más pesada que el había caído de sus hombros, aliviando cada una de sus tensiones. Vaya que el cigarrillo lograba calmarlo. ¿Que haría sin él?.

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Cara maldijo al escritor de aquel libro, y estuvo segura de que no era la única que lo hacía. Aquellos interminables párrafos eran completamente aburridos, no tenían ninguna frase cautivante. No entendía por qué debía estudiar la vida de aquél hombre —además de que en el futuro no le serviría de nada—, ella tenía su propia vida, y no podía gastar su tiempo con la vida de los demás. Levantó la cabeza y su mirada se centró en la ventana. Vio a Zayn sentado en el cordón de la calle. Estaba muy concentrado, su mirada estaba perdida y... estaba fumando. No. No podía permitir eso.

Cuando Cara tenía siete años, su primo, Benjamin, —que en ese momento tenía diecinueve— había muerto de cáncer de pulmón, producto de haber consumido aquellos tubitos mortalmente asquerosos en los últimos seis años de su vida. Ella no permitiría que Zayn acabase de la misma y dolorosa forma. Cerró su libro abruptamente y se levantó de la silla. El gato pasó entre sus piernas, haciéndole perder el equilibrio vergonzosamente. Ella se levantó del piso riendo, aunque también un poco rídiculamente adolorida. Acarició la cabeza del pequeño animal y abrió la ventana. Comprobó que el clima era desagradable, y que Zayn seguía allí. Se puso una campera de prisa y bajó los escalones saltando. Antes de salir de su casa, agarró un anotador junto con una lapicera. Escribió un mensaje en la primera hoja en blanco.

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Zayn miraba distraídamente la calle. Había encendido el segundo cigarrillo y se sentía maravillosamente bien. El pequeño tubillo lograba alejarle sus malos pensamientos y hacía desaparecer sus tensiones en un instante. Se percató de que había alguien a su lado cuando le colocaron una hoja frente a sus ojos. Ésta manifestaba un mensaje. "Arroja el cigarrillo lejos". Levantó la cabeza y vio a Cara, quien lo miraba fijamente. Estaba loca si creía que iba a hacerle caso. Cara sacudió el anotador, recordándole el mensaje. Zayn negó con la cabeza. Se levantó y sólo se limitó a alejar el cigarrillo de sus labios, para que el humo no le pegue a ella en el rostro. Cara señaló el mensaje escrito en el anotador. Zayn le sacó el marcador y escribió: "No lo haré". A ella se le llenaron los ojos de lágrimas al leer su mensaje. Su primo le había dicho exactamente lo mismo cuando ella le había recomendado que dejase de fumar. Zayn la miró confundido. ____ le arrebató el anotador y el marcador, y escribió en él. A él se le hizo un nudo en la garganta cuando ella le mostró el mensaje que había escrito allí.

"¡Trato de disfrutar de mi maldita vida, aún siendo así. Y tú, que eres jodidamente perfecto, arruinas la tuya consumiendo eso!".

__________.

Uhhh, Zayno hizo llorar a la rasha, 4 votos y 5 comentarios. 

Te amaré de todas manerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora