XXXVII

219 16 3
                                    


.

Julia se frotó la frente, desesperada y frustrada al ver al desastre que tenía como hijo entrar a su casa. El olor a humo que impregnaba sus prendas era completamente desagradable y fastidioso. Y aún más fastidioso era su rostro, dominado por una irónica sonrisa de inocencia.

—¿Por qué? —preguntó, obligándolo a detenerse.

Él la miro fijo, sacudiéndose la ropa, sabiendo con exactitud el olor que ésta emitía.—¿Por qué, qué, Julia?

—¿Por qué has vuelta a caer en esa trampa?

Rodó los ojos. Tal vez su madre tenía razón, y estaba haciendo de su vida una absoluta miseria. Pero esa miseria, extrañamente, le agradaba.

—¿Qué mierda tienes en la cabeza? —continuó su madre, viéndolo fijamente—. ¿Por qué sigues con eso? ¿Acaso quieres llegar al punto de tener alguna enfermedad respiratoria, para entender lo mucho que te afecta el cigarro?

Zayn suspiró. —Lo sie...

—No, no lo sientes. Ni siquiera estás arrepentido. Tienes en la mente el deseo de hacerlo otra vez.

Julia tenía razón, pero él no quería admitirlo. Cerró los ojos al mismo tiempo que echó un cansado suspiro.

—¿Sabes algo? Hace unos días creí sentirme orgullosa de ti. El hecho de que estudiases el lenguaje de las señas sólo para comunicarte con Cara me hizo pensar en que eres una persona de bien que se preocupa por los demás. Pero esa opinión acaba de cambiar por completo. Eres un gran imbécil.

—Prometo no volver a fumar.

—Ya no te creo. A partir de mañana continuarás visitando al doctor Wayman. Y si es necesario, te acompañare hasta su casa para asegurarme de que no te escapes.

Zayn abrió los ojos exageradamente al mismo tiempo que negaba con frenesí. —¡No, Julia, por favor! ¡Si es necesario me internaré en un hospital, absolutamente alejado del cigarro, pero no me lleves con él!

Ella sonrió, divertida. Zayn se cuestionó la posibilidad de que su madre posea bipolaridad.—¿Por qué no? Me he dado cuenta de que los Wayman influyen positivamente en ti —Zayn frunció el ceño, recordando irónicamente el momento en que Cara lo sacaba de la cárcel—. Dime: ¿Por qué no?

Se quedó en silencio por un momento, pensando. En realidad, había varias razones por las que no quería volver a realizar las terapias con Benjamín... bueno, no, la verdad era que existía un solo argumento, y giraba en torno a Cara. Simplemente, si Zayn visitaba al doctor Wayman, ella se enteraría de todo. Y él no quería que ella lo supiera.

—¿Lo ves? No tienes una respuesta concreta —le dijo su madre obligándolo a volver a la realidad—. Ahora, vete a dormir.

—Espera, Julia, por favor, déjame a mí enfrentar esto. Y no se lo digas a nadie. Mucho menos a Lauren. Por primera vez en mi vida asumo las consecuencias, por favor, ten piedad y déjame a mi enfrentar esto.

Julia lo miró confundida. —Zayn, ¿qué sucede?

Suspiró y la miró fijo. ¿Qué sucede? Él tampoco tenía una respuesta a esa pregunta. —Le he prometido a Cara no fumar nunca más. Y, como soy un imbécil, he quebrado la promesa. Si ella se entera de eso me odiará. Y lo último que desearía es que ella me odie.

—¿Por qué?

Él sonrió. Se había dado cuenta de algo demasiado importante como para dejarlo pasar por alto.

—Dime, Julia... ¿te gustaría recibir odio por parte de la persona que amas?

.

Jamás despertaba con una sonrisa. Sólo despertaba y ya, pensando con indiferencia que era un día más. Pero esa mañana todo era distinto. Una sonrisa se había pasmado en su rostro y ella no tenía intenciones de borrarla. Se sentía tan alegre que hasta podría buscar al gato con buen humor. Por fin un sentimiento asemejado a la libertad se alojaba en su estómago; un sentimiento prácticamente desconocido para ella. Tal vez todo seguía como antes, sí, ella seguía sin poder oír, pero sabía con exactitud que todo cambiaría, y aquel pensamiento la hacía automáticamente una persona afortunada. Ya no tendría más problemas ni preocupaciones. Su única prioridad sería vivir y mantenerse fuerte. Bajó con rapidez a la cocina luego de abrigarse un poco y se encontró con Sharon, conversando anímicamente con Lauren. Agradeció llevar ropa decente y se acercó a la mujer para saludarla, al mismo tiempo que echaba una mirada furtiva a la ventana, intentando —y deseando— encontrarse con Zayn.

.

—Ey, ¿salimos hoy?

Él frunció el ceño ante la voz de Ashton al otro lado del teléfono, que lo había obligado a despertar para contestar la llamada. ¿Acaso era una broma, una especie de chiste enfermizo?

—Estás loco, Ashton. Olvídate de mí, búscate a otro para cometer estupideces. No tienes idea del problema en el que me has metido por obligarme a consumir esa mierda.

Se oyó la áspera risa de él. —¿Yo, obligarte? Hasta donde sé, te he ofrecido uno solo y terminaste consumiendo media cajilla. En verdad —volvió a reír—, parecías estar poseído.

—Déjame en paz. Si quieres irte al infierno a esta edad, entonces ve, pero no me lleves contigo.

—¿Qué has fumado, Zayn? Literalmente. No tengo idea de qué demonios hablas.

—Ha de ser porque la nicotina te arrebató todas las neuronas del cerebro —colgó la llamada, percatándose de que Ashton se asimilaba más a un enemigo que a su propio amigo.

_ _ _ _ _ _ _

El negro se revelo.

+8 votos.

Te amaré de todas manerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora