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—He confirmado la cita con el doctor Malik —le dijo su madre esa mañana
—.Será en tres semanas. Cara suspiró.
—¿Tres semanas? —le contestó moviendo sus manos, rendida.
—No podía poner una fecha más adelantada. Tiene muchos pacientes, y el hospital en donde trabaja es un lugar generalmente muy concurrido. Cara apenas asintió.
—¿Qué has hecho anoche? —le preguntó Lauren con gesto pícaro.
Cara maldijo en su mente. Luego recordó a Zayn, y una sonrisa completamente imprevista se instaló en sus labios.
¿Qué estaría haciendo él en ese preciso momento?
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Robar.
La palabra, por sí sola, sonaba sumamente desagradable. Pero sonaba aún más despreciable si se la usaba en una oración. La última vez que había robado había sido hacía ya bastante tiempo. Sus padres, la mayoría del tiempo, le prohibían el uso del dinero, por lo tanto, no le quedaban demasiadas opciones. La policía jamás lo había atrapado, porque, sencillamente, jamás lo habían descubierto cometiendo aquel error. Conclusión; nada podía fallar. Si antes, cuando tenía apenas dieciséis años, no lo habían atrapado, mucho menos lo harían ahora. Además llevaba una mochila, lo que le facilitaría el hurto. Nada podía fallar, se dijo nuevamente. O al menos eso quería creer. La seguridad en Humboldt era pésima, según el punto de vista de Zayn. Los policías no eran capaces de controlar las calles, porque el jamás había visto —desde su mudanza—, a una patrulla merodear la zona. Por lo tanto, eso le inspiraba más confianza.
Retorcía las tiras de su mochila con fuerza, nervioso, mientras observaba como la tienda iba acercándose a él cada vez más. Quería retroceder, irse a su casa. Se imaginó a él de pequeño. Gracioso, simpático, sonriente.
¿Quién diría que se convertiría en la persona que es ahora?
Una campanilla sonó cuando él abrió la puerta de la tienda. Dirigió una vista rápida al lugar; estaba casi vacío. No quería hacerlo. De eso estaba seguro. Pero, mientras se repetía aquella frase, ya había agarrado cuatro cajillas de cigarros y las había metido en su mochila, mirando hacia ambos lados y pidiendo no ser descubierto. Al guardar los siete paquetes, comenzó a acercarse con naturalidad hasta la salida. El hombre detrás de la caja registradora lo había mirado extraño, pero Zayn sólo se limitó a ignorarlo. Salió de la tienda. Zayn quiso tirarse al suelo sólo para recuperar el aliento y suspirar con alivio. Fin de la historia. Lo peor había pasado. No había sido descubier...
—¿Señor? —Zayn se dio vuelta al escuchar aquella voz. Fría, gruesa, digna de un hombre... policía. Y, tal y como se lo esperaba, un policía estaba parado frente a él. Su corazón se aceleró. Sus rodillas comenzaron a chocarse entre sí. No podía mantenerse en pie sin tambalearse un poco. Ningún pensamiento pasaba por su mente, era como si estuviese bloqueado.
—Señor, pido que por favor me enseñe la mochila que trae colgada en su espalda.
Sin objetar nada, Zayn se la descolgó del hombro y la tiró a los pies del oficial. No tenía sentido echarse a correr, o inventar excusas. Estaba completa, absurda, y realmente jodido. El hombre se agachó y la recogió, visiblemente enojado. La abrió, justo en el bolsillo en donde tenía los cigarros. Parecía ser como si hubiera visto donde los había metido.
—¿Has pagado por esto, muchacho? Zayn negó, avergonzado.
—No. No lo hice.
El hombre asintió mientras volvía a guardar los cigarros, ahora, en una bolsa de plástico. Le devolvió la mochila. Un grupo de gente no muy abundante se había formado a su alrededor, como si fuese divertido ver como descubren a un adolescente robando. Murmuraban cosas entre ellas que Zayn no comprendía, pero sabía que no eran cosas agradables.
—Será mejor que me acompañe —le dijo el hombre. Zayn cerró los ojos con fuerza, como si quisiera desaparecer. El policía, sin perder tiempo alguno, le juntó las muñecas y las dobló en su espalda. Él hizo una mueca de dolor, mientras caminaba a la patrulla dirigido por el hombre. Llamarían a sus padres. Lo meterían tras las rejas.
Sus padres se sentirían decepcionados.
Cara no volvería a hablarle...
Y, mientras se sentaba dentro del coche, con el corazón galopando del miedo, se dio cuenta que aquello era lo que más le dolía.
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Uy, al negro le duele, gracias por los 12 votos del cap anterior, subire mas seguido.
¿Quien va al WWA?
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