XVIII

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El suave y colorido pelaje del gato cubría su rostro, que seguía echando lágrimas. Había decidido descargarse de una vez por todas. Tantos años aguantando todo aquello se asemejaban a una mochila llena de ladrillos que su espalda debía cargar, sin ningún tipo de ayuda por parte de nadie. No era su madre el motivo de su llanto, porque lo que ella había dicho con sus manos era verdad, y Cara lo sabía. El pequeño animal hizo un suave sonido y se escabulló de los brazos de Cara, mientras ella lo maldecía por ser la peor compañía en todo el mundo. Secó sus lágrimas con las palmas de la mano y fingió desdoblar arrugas inexistentes en su vestido floreado cuando vio a Lauren entrar a su habitación.

—Cara... —comenzó a decir, y ella notó como sus manos le temblaban levemente.

—Vete —dijeron sus manos antes de que ella pueda pensarlo.

—Mira...

—No. Estoy cansada, ¿sabes? Y me harías un favor saliendo de mi habitación.

—Cuando quieras hablar...

Cara volvió a interrumpirla moviendo sus manos y brazos de manera rápida. —No, gracias, no quiero hablar. Porque, si no te das cuenta, NO PUEDO HABLAR.

—No me refería a eso. Y deja de ser tan ignorante, que debo decirte algo.

Cara apretó los ojos con fuerza y se tiró en la cama, con el rostro escondido entre las almohadas que reposaban allí. Lauren no podría decirle nada porque ella no vería sus señas.


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Zayn tocaba insistentemente la enorme puerta de madera. No podía esperar un segundo más, debía contarle a ella lo que su padre le había dicho. ¡Ella volvería a oír, tocaría el piano escuchando los sonidos y, —lo más importante— hablaría con él! 

Pero cuando vio aparecer a Lauren detrás de la puerta, con la frustración presente en su rostro, supuso que algo andaba realmente mal.

—Hola, Zayn, gracias por visitarnos. ¿Gustas pasar?

—Hummm, sí, por supuesto, gracias.

Lauren se hizo a un lado y Zayn entró.

—¿Está Cara?

Lauren echó un lento suspiro. —Sí, está. Pero no quiere hablar con nadie. O tal vez no quiere hablar conmigo. Ven, por aquí.

Ella escoltó a Zayn hasta la habitación de Cara, y, después de desearle suerte, se fue de allí.
Cara se encontraba en su escritorio, con un libro frente a ella. No se había percatado de la presencia de Zayn si no hasta cuando él le tocó suavemente el hombro. Ella se sobresaltó y se dio vuelta rápidamente.

—¿Qué quieres? —le dijo con sus manos, pero se dio cuenta de que él no la había entendido.

Ambos se quedaron sin decir nada, puesto que ninguno de los dos había traído un anotador, y no había ninguno cerca de donde se encontraban.

Cara pasó todas las hojas del libro, hasta llegar al final, y no le importó leer al menos dos palabras de la última hoja.
Cuando el libro terminaba, había cuatro hojas en blanco. Ella no lo dudó ni un segundo y se apoderó de un marcador que minutos antes se había caído al suelo.

—¿Qué quieres? —le preguntó ella mediante la hoja.

—Decirte algo.

—¿Qué cosa?

—¿Cuál sería tu reacción si te digo que hay posibilidades de que vuelvas a oír?

Cara cerró los ojos, apretándolos fuertemente.

—No lo sé.

—Bueno, entonces te diré: ¡Hay posibilidades de que vuelvas a oír!

—Ah.

—¿No estás feliz?

—No, ¿para qué? Me han dicho aquello tantas veces y mírame, sigo completamente igual. No tiene sentido. 

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Uh, la rasha molestaxd

Voten y comenten. 

Hola mis hermosas lectoras(? Eso dijo Giselle que escribiera, bah, nadie lee esto. xd

Te amaré de todas manerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora