XIV

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—No, no. No. Estás loca, completamente. ¡No iré a un doctor para el... cigarrillo! Esto no es una enfermedad. Es sólo algo que hago por placer. —comentó él. Estaba enfadado con su madre porque ya había programado una cita con un tipo que lo "salvaría" de aquella adicción. Y el no quería ser salvado. El quería seguir fumando, y el diría cuando parar. Era su vida, no la de los demás. El se ocuparía de su vida, porque era eso; SU VIDA.

—No voy a dejar que sigas arruinando tu vida. Cuando te cases, tengas tus hijos, tu familia, dirás "oh, por qué he arruinado mi salud con aquella cosa", y desearás tener más tiempo de vida. Ahora, ya eres una persona completamente responsable, y debes acabar con este círculo vicioso antes de que sea tarde.

—Es tarde, ¿ok? utilizar el cigarrillo en varias ocasiones me ha calmado, y ya no podré dejarlo. Lo siento, Julia. Así soy. O me aceptas, o no.

—No. No te acepto en absoluto. Debes dejarlo. ¡No te digo esto para molestarte, lo hago para que te mantengas sano!

—Estoy sano. Y lo estoy mucho más si consumo nicotina.

—¡Eso es lo que piensas! —replicó Julia en un tono de voz más alto— Pero no es así, lamento informarte. Puedes contraer cáncer, ¿sabías? Eso no te hace bien, Zayn. Jamás un objeto puede hacerte bien, jamás un objeto puede hacerte feliz. ¿Qué tal si buscas la felicidad en una persona?

Inmediatamente, y por alguna razón que desconoció, sus pensamientos giraron entorno a un cabello rojo, unos ojos sensualmente verdes, un anotador y un marcador, y un piano. Inmediatamente, y por alguna razón que desconoció, sus pensamientos giraron entorno a Cara. Y se preguntó por qué, después de todo, a Cara le molestaba que el fumase. Por lo tanto, a Cara le molestaba como era él, porque su vida giraba alrededor del cigarrillo.

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Zayn se presentó en la casa de Cara al día siguiente. El padre de ella iba a ser quien se encargaría de "curarlo". Lauren, le abrió la puerta y le explicó simpáticamente que Benjamín estaba en el sótano —o, como el lo llama, su oficina o consultorio—, y el bajó sin demasiadas muestras de ánimo. No vio a Cara en toda la casa, por lo que pensó que había ido a aquella casa sin razón alguna.

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Cara no salió de su cuarto sino hasta que supo que Zayn se había ido. No quería verlo, y no solo porque estaba enojada con él. Sino, porque le desagradaba que una persona que pudiera tener una vida normal, sin tener que visitar el hospital una vez por mes, arruinara su vida sin tener noción de aquello. Le resultaba jodidamente molesto, porque ella daría lo que fuera por tener la vida de Zayn, y el, que la tenía, no se daba cuenta y la desmoronaba cada vez más. 

Aunque sabía que Zayn se había ido porque había visto por su ventana como se alejaba, entró a la cocina con cuidado. Y descubrió que no había nadie en la casa.

Naturalmente, se apoderó del tarro de azúcar y se sentó en el piano.

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La primera sesión, más las palabras de su madre, habían dado resultado. Él debía buscar la felicidad en personas, y no en objetos materiales, eso le había quedado claro.

Como vio cuando los padres de Cara y el hermanito pequeño habían salido de la casa, dejando a ella sola, decidió buscar un marcador y un anotador. Se disculparía con ella, porque, de alguna forma, estar alejado de ella lo hacía sentirse vacío, y no había tomado más de dos días darse cuenta de ello.

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Uh, joder, pensó ella. El venía siempre que ella estaba haciendo sus rituales de comer azúcar y usar el piano. Se limpió toda el azúcar de los labios y antes de levantarse del banquillo comprobó que era el por el reflejo de la ventana.

Ella abrió la puerta. 

Observó que Zayn, apenas la miró, escribió algo en el anotador. Luego se lo mostró a ella.

—Disculpa, labios de azúcar. Me he comportado como un imbécil. Lo siento. Tenías razón, trataré de no utilizar más el maldito cigarro —leyó ella en el anotador, pero ignoró las demas palabras. "Labios de azúcar" era la única frase que resonaba en su subconsciente.

Ella asintió y el le ofeció el anotador. Lo único que hizo, fue remarcar esas tres palabras con signos de pregunta al lado. El sonrió.

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Labios de azucar, grrr.

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Te amaré de todas manerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora