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Su promesa de no volver a meterse en alguna adicción había desaparecido como una hoja que se la lleva el viento. Al principio estaba consciente de lo que hacía, pero luego le restó importancia y siguió bebiendo. Al sentir la mano de alguien sobre su hombro, se dio vuelta compulsivamente y encontró a Ashton frente a él con una pequeña mujer y un escote demasiado provocador.
—Zayn, te he estado buscando hace más de una hora. Ella es Ali...
Él sonrió ridículamente, e interrumpiendo a Ashton dijo, dirigiéndose hacia ella. —¿No tienes frío, acaso?
Su amigo abrió los ojos, mucho más de lo normal. Le dirigió una incómoda mueca a la mujer y se acercó un poco más a Zayn. —¿Es que prefieres que te presente a un hombre? Por dios, amigo, estás solo, creo que te hace falta una mujer. Compórtate normal o la asustarás.
A pesar de que su cerebro se encontrase prácticamente bajo el dominio del alcohol, Zayn sabía que no se encontraba solo realmente. —No estoy interesado. Pero gracias. Y dile a la mujer que se compre ropa decente, por favor, y que deje de ocultar su rostro bajo toda esa enorme capa de maquillaje.
Su amigo lo miró, aterrorizado. —¡Lo sabía! ¡Eres homosexual, oh, lo he sospechado desde un principio!
Él frunció el ceño. —Por supuesto que no, pero prefiero a una mujer real que a una barbie plástica.
Ashton negó con juicio negativo. —No tienes idea de la oportunidad que acabas de perder.
—Me alegro de ello —y sonrió, para luego darse la vuelta y dar por acabada la conversación.
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Había pasado ya un buen tiempo. Él seguía pensando en las rápidas palabras que había intercambiado con Ashton hacía un rato, ignorando casi por completo la fiesta. Se sentía sorprendido por haberle dicho todo eso, pero extrañamente, también estaba orgulloso de admitir lo que pensaba. Ashton lo había manipulado un par de veces y no dejaría que lo haga una tercera vez. Además, él no necesitaba a una mujer... o al menos, a "esa" clase de mujer. No estaba solo. No se sentía solo. Cara lo hacía sentirse completo. Cara lo completaba íntegramente. Cara... Cara lo hacía sentirse bien. Pero había algo demasiado doloroso para él. La amaba. ¿Y cómo podría explicárselo? Y no, no por el hecho de que hablasen idiomas diferentes. Era demasiado difícil de explicar. Él frunció el ceño cuando una idea pasó por su mente. Luego, suavizó el gesto, sintiéndose un diota. ¿Cómo no había sido capaz de darse cuenta de ello antes? El amor no debía decirse, el amor debía demostrarse. Y era exactamente lo que pretendía hacer.
Se podría decir que saltó de su asiento y comenzó a buscar desesperadamente a Ashton, quería irse, necesitaba hacerlo para poder realizar lo que tenía planeado.
—¡Hola, Zay...!
—Ahora no, Liv —le dijo él y continuó buscando a su amigo, pero luego se sintió mal por haberla tratado con indiferencia y se dirigió hacia ella para saludarla —. Muy buena fiesta —mintió descaradamentre—. ¿Has visto a Ashton?
—Eh... no, pero ¿qué pasa?
—Nada, sólo... necesito irme. Es que he dejado algo muy importante pendiente, y necesito terminarlo ya mismo.
—Oh. La verdad es que he visto a Ashton durante una milésima de segundo, pero luego desapareció junto a una mujer. ¿Prefieres que te preste mi auto para que puedas irte?
Él asintió con exasperación. —Sí, por favor, eso sería de gran ayuda —agregó.
—Está bien. Ven, sígueme —le dijo Olive al mismo tiempo que se daba la vuelta y comenzaba a caminar, tratando de esquivar a todas las personas que poco a poco destrozaban su casa. Ella se dirigió a un pequeño estante y sacó de un cajón las llaves del supuesto auto—. Toma, y trata de devolvérmelo cuanto antes.
—Gracias, Liv, me has salvado, te adoro —la abrazó ligeramente y corrió hasta la salida, pero luego recordó que no sabía cual era su auto y retrocedió hasta que por suerte volvió a encontrarse con ella.
—Oh, el auto es un Jeep negro y está parado fuera del garage. Es el único sobre la vereda, dudo que logres confundirlo —le aclaró. Harry asintió, y, luego de agradecerle a ella por segunda vez, corrió hasta la salida sin darle importancia a los insultos de las personas, molestas porque él las había chocado.
Subió al inconfundible auto y en el camino no hizo más que pensar en las posibles reacciones de ella. Lo único que pedía en ese momento es que siguiese despierta. Debía hacerlo ya mismo, en ese momento, era ahora o nunca. Se sentía seguro de sí mismo, pensaba que nada podía fallar. Detuvo el auto frente a su casa y se bajó del vehículo con rapidez. Corrió los pocos metros que distaban su casa de la de Cara y se posó en la puerta. Observó por una pequeña ventana que las luces seguían prendidas, por lo tanto, ella no se había dormido aún.
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Cara dejó de tocar el piano en el momento en que lo vio por el reflejo de la ventana. Se levantó del banquillo y se aproximó hasta la puerta, preguntándose en su mente qué querría él a las dos de la madrugada. Abrió la puerta y vio que él comenzaba a mover sus labios. Previsiblemente, ella no comprendía nada, por lo tanto se limitó a fruncir el ceño, creyendo que tal vez era una clase de sueño extraño. Cuando los labios de él dejaron de moverse, Cara creyó que ya había terminado de hablar y se dispuso a explicarle que, obviamente, no había oído nada. Pero antes de que pudiera mover sus manos, él cruzó el umbral de la puerta, y, apoyando sus manos en las cálidas mejillas de ella, la besó.
—“Lo siento, he prometido no meterme más en ninguna adicción. Pero te fallé. Me he hecho completamente adicto a ti. Y sé que no lo oyes, sé que no lo comprendes, pero necesitaba decirlo, necesitaba dejar salir esto. Te amo, Cara. Perdóname, pero así es. No sé cómo fue que sucedió. Sólo sé eso. Estoy perdido, loco, e irreversiblemente enamorado de ti.”