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Cara casi llora de la emoción cuando por fin acabó el maldito libro de Lincoln. Era libre de aquella cadena insoportablemente pesada. Tuvo ganas de tirar el libro y romper todas sus hojas, pero luego recordó que debía devolvérselo a Sharon. Lo cerró y lo dejó en su mesita de noche.
Inconscientemente, se inclinó un poco y vio por la ventana. Zayn estaba fuera de su casa, pateando el césped inútilmente. Claramente se podía percibir su frustración. En ese momento, sus miradas se encontraron. Ella la desvió rápidamente y cerró la cortina, dejando el cuarto prácticamente sin nada de luz natural.
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Julia bebió otro sorbo de su té antes de seguir hablando. Lauren acababa de preguntarle qué era lo que la tenía tan estresada, y ella sabía perfectamente como contestarle.
—Zayn. Es adicto a esos malditos cigarros, no puede dejarlos por nada del mundo. Le he prohibido que los consuma, y adivina qué hizo. Hoy he encontrado dos cajillas con aquellas cosas. Le he dicho a James que las esconda, por supuesto. No sé qué hacer para que acabe con esa adicción.
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Cuando Zayn volvió a entrar a su casa, encontró sobre la mesa las dos cajas de cigarrillos que sus padres —distraídos, seguramente—, habían olvidado guardar, o bien, tirar a la basura. Naturalmente, se los guardó en el bolsillo y luego subió las escaleras de prisa, para encerrarse en su habitación y terminar de consumir lo que quedaba en las pequeñas cajitas. Pero, cuando llegó a su habitación y miró por error hacia la ventana, vio a Cara, quien tocaba el piano de forma insistente.
Miró el cigarrillo que había sacado de sus manos.
Luego miró en dirección a la casa de ella.
Luego, volvió a ver el cigarrillo, como si estuviera queriéndose decidir entre qué elegir.
Y, lamentablemente, eligió el maldito tubo que no hacía más que sacarle días de vida, en vez de elegir a una persona la cual podía conocer más acerca de la vida que un hombre que ha recorrido la mitad del mundo y ha anotado en su libro de viajes todo lo que lo fascinó. El encendedor que ahora se encontraba en su mano, hizo un pequeño chispazo y luego encendió fuego en su punta. Lo acercó al cigarro y dejó que éste prendiera, aspirando el olor que largaba aquél objeto. Algo que para él podía considerarse como una simple rutina diaria, así como comer, o bañarse.
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—Adicto a la nicotina, eh. ¡Vaya desperdicio de dinero, comprar algo que lo único que hace es acabar con la vida!
—Lo sé, pero no lo entiende. Es adicto y nada ni nadie puede hacerle cambiar de opinión.
Esta vez fue Lauren quien tomó un sorbo de su té, y luego le dijo: —Mi esposo, Benjamín, trata con personas adictas al cigarro. Si algo nos ha recomendado él, es no meterse en aquella adicción, que es básicamente un círculo vicioso. Puedo conseguirle una cita a Zayn con él, de seguro la sesión les costará la mitad.
—Oh, eso sería fenomenal, Lauren.
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Psicologo para el Zainxd.
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Ya tengo el otro capitulo, asi que voten y comenten.