XX.

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—Vámonos, labios de azúcar —decía el anotador que Zayn había puesto frente a los ojos de Cara.

La cara de confusión que ella puso fue épica. Se encontraba en pijama, con medias que le llegaban a la mitad de la pantorrilla, apenas había tenido tiempo de lavar sus dientes y cara y seguramente su cabello era un caos que podía compararse fácilmente con un nido de pajarillos. Ella era un completo desastre, sin contar que había despertado llorando y por eso sus mejillas estaban rojas, y tenía profundos deseos de apoyar su cabeza en la almohada y dejarse llevar por el sueño otra vez.

Zayn, al darse cuenta que ella no respondía ni demostraba reacción alguna, señaló con el pulgar la moto que se encontraba a sus espaldas. Cara abrió sus ojos resaltando provocadoramente el color de éstos. Jamas había viajado en una moto, y no permitiría que aquella fuera la primera vez. De viajar en aquél peligroso vehículo.

—No —escribió cuando le ofreció el anotador—. Ni lo sueñes.

—Oh, vamos. Manejo bien.

Cara señaló la frase que había escrito anteriormente.

—Uh, ven. Será genial. Es un lindo día.

Remarcó la frase con sus dedos nuevamente.

—Irá mi familia en un auto atrás —le mintió—. Vamos, acepta.

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Cara salió de su casa, ya vestida. Le había hecho a su madre una nota en la que justificaba el motivo de su ausencia a esas horas de la mañana.

—Deberás sujetarte bien —le advirtió Zayn en el anotador.

Cara se limitó a asentir y subió detrás de él. Pasó los brazos por su cintura y se mordió el labio inferior al tocar sus abdominales. Él se estremeció cuando ella lo tocó, pero le prestó poco importancia a aquella reacción y puso en marcha el vehículo. Le dio el anotador a Cara para que lo sostuviese durante el camino y arrancó.

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Aferrada a Zayn y con la cabeza escondida entre la espalda de él, Cara tenía la sensación de que moriría en cualquier momento. A partir de ese día odiaba las motos con toda su vida. Además, sentía que el viaje no acabaría nunca, y cabe destacar que Zayn le había mentido, puesto que no había ningún auto detrás de ellos.

El vehículo paró de repente. Ella no sacó la cabeza de su escondite, y apretó los ojos con fuerza. Zayn le tocó el hombro tratando de no reírse por la asustadiza reacción de Cara.

Lentamente, ella levantó la cabeza.

El lugar era una especie de campo. Completamente verde, con algunas zonas donde el pastizal era más largo que en otras, parecía ser un lugar deshabitado. El sol iluminaba todo el terreno y pocos eran los árboles que lograban dar sombra. 

Zayn llegó a su lado con el anotador y ella lo miró. Luego desvió su mirada a la hoja, donde había un mensaje escrito.

—¿Qué te parece este lugar? —le dio el marcador a ella.

—Es hermoso, ¿has venido antes aquí?

—Sí —escribió él—. Cuando era pequeño mis padres y yo veníamos todos los fines de semana. Era agradable, pero supongo que ya todo terminó.

—¿Por qué? —plasmó ella en la hoja al mismo tiempo que retiraba un mechón de cabello rojizo de su cara.

—Porque cuando creces, todo cambia. Nada es igual que antes. Debes acostumbrarte a cosas que tal vez jamás creíste que podrías adoptar.

Cara leyó aquello y miró hacia otro lado. El viento pegaba intensamente en su cara y le desordenaba el cabello, pero no le importó. Zayn tenía razón. Cuando creces, todo cambia. Por ejemplo, ella de pequeña jamás se imaginó un mundo sin sonido.

Jamás se imaginó que aprendería a hablar como una persona sorda.

Jamás creyó que su vida se aruinaría por ello. 

Pero, cuando sucedió el accidente tuvo que adaptarse, le gustase o no, esa sería su nueva vida;

Una porquería.

Conclusión: crecer era una mierda. 

Zayn la tomó de la mano y ella sintió una intensa electricidad en aquella zona. A él le pasó exactamente lo mismo...

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Uh, uh, viene noche de secso xd

Nah, bah.

5 hay 17 vistas y solo 5 votos, ¿Que hay? Malas lectoras:c

5 y 5.

Te amaré de todas manerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora