XXVII

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—No es cierto —se dijo a si mismo—. No puede ser real.

Aún no había llegado hasta el auto, pero el hecho de ver todo tan tranquilo, oyendo el irónico sonido del silencio, le hacía creer que en aquél lugar no había ningún tipo de vida humana, además de la suya. Y eso lo aterraba. Desfallecido, corrió los últimos cinco metros que lo dividían del coche, y abrió la puerta del asiento del conductor con violencia.

Cara había cubierto su cabeza con los brazos al darse cuenta de que impactaría contra un árbol. Como no podía hacer nada para evitarlo —porque había pisado el freno y eso no había amortiguado el choque—, no tuvo mejor idea que proteger su cabeza. Y, efectivamente, había funcionado, porque apenas se había hecho un débil rasguño en el hombro. 

Zayn la sacó del automóvil con el mayor cuidado posible, temiendo hacerle daño con el más mínimo contacto. Cuando ella estuvo fuera y se estabilizó, el suspiró sumamente aliviado, y la abrazó con todas sus fuerzas. En el momento que sientes que vas a perder a alguien, te das cuenta lo mucho que te importa, lo mucho que significa para ti, el lugar que ocupa en tu vida. Y eso era, en efecto, lo que él había experimentado. Y era una sensación completamente horrible, porque se había sentido vacío, enfadado con sí mismo... sentía que le faltaba algo. Pero esos sentimientos se habían disipado en cuanto la abrazó. Con aquel abrazo, él trataba de decirle lo mucho que ella le importaba, lo mucho que la quería, lo mucho que la necesitaba. Pero al parecer Cara no había captado el mensaje, porque se había separado de él, y en su mirada se veía claramente el enojo y la decepción.

El quería explicarle y aclararle todo en ese momento, pero hubo dos razones que le impidieron hacerlo. La primera; ninguno de los dos llevaba un anotador encima. La segunda, y la peor de todas... El sonido de las patrullas había comenzado a sonar, acompañado de luces de color rojo y azul. Zayn apretó con fuerza los ojos, diciéndose a si mismo que aquello no podía ser real, que no podía tener tanta mala suerte, mientras Cara observaba con pánico la situación. Se había aferrado al brazo de él, y no quería soltarlo por nada del mundo, porque quería pensar que su brazo era la única protección que tenía.

Los oficiales aún no los habían visto, o al menos eso pensaban. Y en el momento en que Cara había perdido las esperanzas, el momento en el que creía que los arrestarían a ambos, Zayn la tomó de la mano con fuerza y comenzó a correr. No sabía a donde iban, no sabía que camino estaban tomando, pero no le importó. Porque en ese momento, lo más importante era correr, escapar, desaparecer del campo de visión de los policías. Y de las armas de los policías, principalmente.

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Zayn corría demasiado rápido, pensó Cara. Apenas podía caminar a la par de él, ni hablar de correr. Era como una misión imposible que debía realizar si no quería ser arrestada. Ya se habían alejado bastante, pero aún sentía miedo, y sus piernas le temblaban como si fuesen gelatina, y no exactamente por el frío. De repente, Zayn paró y ella trató de calmarse y respirar pausadamente. Él la había abrazado nuevamente, pero ella se soltó, y comenzó a caminar. No tenía idea de donde estaban. Jamás había pasado por ese lugar. 

Zayn comenzó a caminar a su lado, comprendiendo su enojo y frustración. Tendría que haber sabido desde antes que ella se encontraría en ese estado, pensó. No podría esperar que lo recibiera con los brazos abiertos y una cálida sonrisa que le manifestara que todo se encontraba bien. Aunque le habría gustado aquello.

Cuando Cara vio como iba vestido él, se aterró. En su pecho, llevaba únicamente una remera de manga corta, y el frío era insoportable. Se sacó la campera y se la dio. Después de todo, ella también llevaba un buzo que le abrigaba bastante.

Zayn la miró sin comprender. Ella sacudió su mano, haciendo referencia al atuendo que sostenía, y el aceptó la campera, aunque confundido. Luego, mientras pasaba sus brazos por el abrigo, sonrió.

Generalmente, era el hombre quien le ofrecía una campera a la mujer para que no pasara frío.

Aunque la campera le quedase ridículamente —tal vez porque era violeta y estaba adornada con mariposas en la punta—, se sintió confortado. Luego, se sintió culpable, porque tal vez ella estaría pasando frío por su culpa.

Y, por último, sin resistirse a la tentación, pasó una mano por los hombros de ella, tratando de transmitirle calor.

Cara, por fin, aceptó el abrazo, y ambos siguieron caminando sin rumbo alguno.

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Adivinen quien se va mañana de viaje, a nadie le importa okay:(

+8 y actualizo ya ya.

Te amaré de todas manerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora