De nuevo, el Escuadrón Alpha (Maratón 5/6)

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Sam y yo nos pusimos a recorrer los pasillos en busca de Oliver y Beth. Aún no estábamos recuperados del todo, así que deseábamos no encontrarnos a nadie en nuestro camino.  De pronto, escuchamos unos gemidos procedentes del siguiente pasillo. Nosotros nos escondimos detrás de la esquina, por si acaso.

Afortunadamente, vimos como en un abrir y cerrar de ojos aparecía Beth, que parecía no habernos visto.

  — Vamos, no hay nadie por aquí — susurró algo más fuerte de lo que debería ser un susurro.

Sam y yo suspiramos aliviado y nos hicimos descubrir. Ella, primero, nos miró con cara de total sorpresa, aunque luego se acercó a mi amigo con una gran alegría, casi saltando sobre él.

  — ¡Menos mal que estáis bien los dos! ¡Nosotros hemos encontrado a Bonnie por fin! Aunque parece que no está muy bien... — explicó Beth, bajando la mirada hasta el suelo.

   — ¿Qué ha ocurrido?  — pregunté preocupada. Me daba miedo que le hubiera ocurrido algo horrible a mi antigua entrenadora. 

  — Deberías verla por ti misma — me contestó, encogiéndose de hombros. 

Sam y yo nos asomamos al pasillo por donde tenían que venir Oliver y Bonnie. Efectivamente, unos segundos más tarde aparecieron por él. Ella no parecía herida ni estaba inconsciente, sino que parecía un fantasma. Es decir, estaba medio transparente y tenía puesto su brazo alrededor del cuello de Oliver, para así poderse apoyar e ir más rápido. A medida que se iba acercando, había momentos en el que se la veía más y otras en la que era casi invisible, volviendo al final al término medio que había sido el primero que yo había visto. Es verdad que su poder era la invisibilidad pero parecía hacer cosas extrañas, ya que no parecía que ella estuviese controlando su poder ahora mismo.

 — ¿Qué le pasa?— preguntó sorprendido Sam cuando estuvieron ya casi al lado nuestra.

  — No los sabemos pero es mejor que la llevemos a la casa cuanto antes  — contestó Oliver. Luego, me miró a mí— Te dije que al rescatar a los prisioneros te los llevaras al coche por su seguridad. ¿Tanto te cuesta hacer caso a lo que se te dice?

  — Perdona si queríamos asegurarnos de que estabais bien y que no teníais ningún problema, gran capitán  — respondí molesta. Es verdad que en eso habíamos quedado pero no podría aguantar que les pasara algo por culpa de nuestra indiferencia.

  — Veo que seguís como siempre, después de estos meses— comentó Bonnie con voz cansada. Sus ojeras (o lo que se veían de ellas) parecían corroborar esa idea.

Fuimos directos a la salida, ya que según Oliver no había nadie más por ese edificio. Tenía miedo de que no todos estuvieran aquí y que Jack, Caleb y Elsa no hubieran encontrado a los demás. Siempre reinaba en mí los pensamientos negativos, cosa que tenía que controlar. Sin embargo, últimamente era difícil.

Cuando salimos vimos a cuatro personas a lo lejos, que no lográbamos identificar debido a que había empezado a nevar. Yo ya temía que fueran enemigos y Sam se preparó para pelear, aunque todavía no estaba en condiciones de aquello. Afortunadamente, cuando os disponíamos a acercarnos sigilosamente nos dimos cuenta de que eran nuestro amigos, con Zoe a la espalda de Caleb. Había algo detrás de Jack que no era capaz de saber qué era.

Cuando nos vieron, a todos se les iluminaron las caras. Elsa se acercó corriendo hacia nosotros, tan entusiasmada que se podía ver cómo pequeñas chispas saltaban a su alrededor. Parecía no saber  quién acercarse primero, aunque paró en seco cuando vio el estado de Bonnie.

  — ¿Qué te han hecho? — preguntó con la boca abierta y muy preocupada. No dejaba de mirarla con espanto.

  — No ocurre nada, Elsa. Anda, acércate mi pequeña — respondió con una sonrisa, extendiendo sus brazos hacia ella. La pelirroja no se hizo de rogar.

Beth, de la felicidad que sentía, tiró a Caleb al suelo porque fue corriendo hacia ellos. Sin embargo, no pareció importarle nada. Luego dejó a Zoe con Beth y se acercó a Sam, dándose los dos palmadas en las espalda.

  — ¿Os creéis demasiado hombres como para no daros un abrazo? — protestó Elsa, acercándose a Sam y abrazándolo por detrás.

  Sam paró un momento y luego respondió con una gran sonrisa.

  — Bah, por esta ocasión, ¿Por qué no?

Los dos se fundieron en un abrazo fraternal finalmente.

Me acerqué a Zoe para saludarla, contenta de que estuviese bien, aunque se le veía bastante hecha polvo. Luego miré a Jack, que parecía sentirse un poco fuera de lugar. Yo no caí el por qué hasta que me acordé que él había estado bajo las órdenes de Gamma cuando conocimos a Beth y a Zoe. Estaba incómodo y no sabía muy bien qué hacer. Miraba al suelo, removiendo la nieve con el pie.

 — Al menos deberías acercarte a saludar a Sam, ¿No?— comenté yo, acercándome— y tranquilo, las otras dos son buenas chicas aunque están un poco loc...

Pegué un grito al ver quién estaba detrás de Jack. Vi a Elías inconsciente, muy blanco y flotando en el aire. Los demás, alertados por mi exclamación, se acercaron y se quedaron igual de petrificados que yo.

  — Lo hemos intentado despertar pero no ha habido manera. No sé que le habrán hecho — explicó Zoe, intentando parecer serena.

  — Serán miserables... — murmuró Oliver, con gran rabia. Apretaba sus puños con gran fuerza, intentando aguantar su furia interior. Sin embargo, estaba incluso temblando.

Aparté la mirada de su cuerpo, ya que me dolía mucho verlo así. Tenía ganas de llorar. Nunca salía bien del todo nada que nos proponíamos, nada. No podía pensar con claridad en eso momento. Tenía ganas de zarandearle y de hacerle despertar, que volviera a aparecer el sereno e inteligente Elías. No quería ni visualizar la posibilidad de que se quedará así, por siempre. Por una vez, debía ser positiva.

  — Tenemos que irnos ya de aquí. No sabemos si podrán volver a atacarnos de nuevo— propuso Caleb, mirando a su alrededor.

  — ¿Os han atacado? — preguntó interesado Oliver. Ellos asintieron   — Nosotros no nos hemos encontrado a nadie, cosa que no me hacía sentirme seguro y no sé muy bien por qué nos han dejado salir sin impedimentos.

Yo recordé mi encuentro con Theo y me entró un escalofrío. Recordad ese dolor era algo horrible.

   — ¿Podemos irnos ya, por favor? — interrumpió Beth, con un poco de miedo   —No quiero seguir más en este lugar.

No dijimos nada, ya que la entendíamos. Nos pusimos en marcha todos, sin rechistar. Queríamos irnos de aquel lugar de pesadilla.

  — Idos yendo vosotros al coche. Yo tengo que hacer algo antes. — dijo Oliver cuando íbamos saliendo del recinto, dejando a Bonnie apoyada en Beth.

  — ¿Qué cosa? — pregunté. No me gustaba tanto secretismo.

  — Déjalo, Susan. Ahora vendrá.— me respondió Bonnie. Él se lo agradeció con un leve movimiento de cabeza y se dispuso a irse, perdiéndose entre los árboles.

No entendía su comportamiento pero Bonnie parecía saber a qué se refería. Dudaba de la palabra de Oliver pero no de la de ella.

Llegamos al coche sin ningún incidente y esperamos a Oliver. Tardó en aparecer relativamente poco tiempo. No medió palabra con ninguno y se sentó en la silla del conductor. Iba a ser un viaje largo y muchas cuestiones que resolver en nuestra casa.


Proyecto Mejorados (Agente Ventisca N°2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora