En el otro edificio (2/6)

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NARRA CALEB

Tras habernos separado de nuestros amigos, nos adentramos en el segundo edificio, que parecía ser el más pequeño de los dos. Las paredes eran grises y llenas de manchas de humedad o suciedad. No parecía ser un sitio acabado de limpiar.

Había varias celdas en la entrada de la construcción. Eran tres y cada uno de nosotros nos adentramos en una de ellas para ver si había alguien en alguna, Sin embargo, no encontramos a nadie, aunque sí varias máquinas extrañas  como si de un laboratorio se tratase.

  — Aquí no parece que haya nadie. No escucha nada de nada. — comenté cuando Elsa y Jack se reunieron conmigo.

  — Desde fuera se ve que hay tres pisos más. Deberíamos subir para ver si alguno de nuestros amigos se encuentran allí — propuso Jack, cogiendo su arma del bolsillo, preparándose para una posible pelea.

  — Aquí hay corriente eléctrica. La puedo notar— comentó Elsa. Sus manos mostraban algunas chispas que salían de sus palmas.

Yo intenté encender una de las luces. No se encendió, al igual que las demás que probé después de ella.

  — Tal vez estén fundidas. — opiné, encogiéndome de hombros. Mis dos compañeros asintieron.

Subimos las escaleras hacia el primer piso, intentando no hacer ningún ruido. Elsa iba delante mía y el primero de todos era Jack. Prefería no pensar en una posibilidad pero, en realidad, tenía ganas de que se cumpliera aunque para ello Jack y Elsa debían estar lejos cuando se produjera. Quería encontrarme a Sasha, cara a cara, y poder destruirla como ella hizo con mi casa y mis padres. Ella nos había convertido a Lily y a mí en huérfanos. Mis padres no tenían nada que ver con Gamma y, sin embargo, habían pagado por mí, por mi poder. Y esa asquerosa sonrisa sádica que puso al ver mi casa incendiada. Quería venganza y la iba a conseguir.

El primer piso estaba tan vacío como el anterior. Muchas celdas pero nadie en su interior.  Cuando subimos al segundo piso, escuchamos un llanto desconsolado que parecía que llevaba sonando varias horas.  Nos acercamos a esa puerta gris, lo más silenciosamente posible. Estaba cerrada y parecía necesitar una tarjeta para poder abrirla.

  — ¿Quién hay ahí? — preguntó Jack, aporreando la puerta con fuerza. Los llantos parecieron cesar, aunque nadie respondió a nuestra pregunta.

  — Dejadme a mí — dijo Elsa, apartándonos a los dos con gran fuerza y acercándose a la cerradura— La electricidad va a salvar a ese prisionero.

Varias corrientes salieron de sus manos, directamente hacia la cerradura eléctrica. Empezó a salir humo y luego una pequeña explosión se escuchó. Elsa se dio la vuelta hacia nosotros con una sonrisa triunfante.

  — Y vosotros me queríais dejar en el coche... — inquirió a modo de reproche. Esa niña era única en su especie.

Intentamos entrar rápidamente pero la puerta pesaba mucho incluso con nosotros tres empujándola. El factor sorpresa se esfumaba así. Temía que nos dispararan o nos atacaran en un momento u otro. Sin embargo, lo que nos llegó no se lo podía ni esperar la imaginación desmesurada de Jack.

Cuando entramos en ella, algo nos lanzó hacia arriba de la habitación, haciendo que nos diéramos un buen golpe con el techo. No éramos los únicos que estábamos flotando, sino también una mesilla, una silla y una cama

  —¡Jack! ¿Pero qué haces? — gritó Elsa, masajeando su nuca.

  —¡Yo no he sido!— se defendió él.

 — Un momento...¿Elsa?— preguntó una voz desde el fondo de la habitación. En ese rincón no daba la luz, con lo cual no la habíamos visto.

Proyecto Mejorados (Agente Ventisca N°2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora