Uno a uno

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Aquel horrible ruido hizo que temblara todo el suelo y que algunas personas se cayeran, ya fuera por el temblor de la superficie o el gran susto que se llevaron.

Mi corazón seguía palpitando a un ritmo vertiginoso y no sabía muy bien hacia dónde mirar ni qué hacer.  Jack me cogió del brazo y conseguí reaccionar. Me fijé si mis amigos estaban bien y, salvo por sus miradas desconcertadas, lo estaban.

Toda la tienda se había quedado en silencio.  El estruendo había sido intenso pero corto. En definidas cuentas, extraño. 

  — ¿Pero qué...? — empezó a decir Elsa, con un notable temblor en la voz.

  — Parece que una bombona ha explotado en algún piso. Alguien la dejaría encendida y... — explicó el anciano que había detrás del mostrador, intentado quitarle hierro al asunto. Esa explicación podía ser válida, pero no acababa de convencerme.

  — ¿Deberíamos ir? — me preguntó en voz baja Jack. Asentí. Sin embargo, no creía necesario que los demás vinieran con nosotros, sobretodo Nina.  Aunque, a lo mejor, es que estábamos demasiado paranoicos y de verdad había sido una bombona o similar.

De pronto, se empezó a escuchar numerosos gritos de personas corriendo calle abajo, tropezándose unas con otras y sin un rumbo fijo.  Algunas entraron en la pastelería para ponerse a salvo de algo que aún no entendíamos.

  — ¡Terroristas!— gritó mujer que llevaba a una niña de la mano, que estaba llorando amargamente.

  — ¿Dónde ha sido y qué ha ocurrido?— pregunté alarmada, acercándome a la mujer poco a poco. Todos mis amigos no entendían lo que había dicho la mujer ni lo que estaba preguntando yo, ya que estaba hablando en ruso.

  — En la Plaza Mayor, unas calles más arriba. Dos hombres y una mujer han empezado a lanzar algo extraño y han quemado un edificio entero en cuestión de segundos. Luego ha empezado a temblar el suelo   — explicó con dificultad la mujer, que parecía que le estaba entrando un ataque de pánico.

Miré a Sam, que, por mi cara, había deducido lo que ocurría: Delta.

 —Elsa, quédate con Nina. Ahora volvemos—expresó Sam, acercándose rápidamente con Caleb a nosotros dos.

  — Yo me quedaré con ellas por si acaso.— indicó Zoe que, por su cara blanca, parecía no querer ir hacia el lugar del incidente. Sin embargo, la pequeña pelirroja tenía otra opinión.

  — ¿Otra vez dejándome a un lado por ser la pequeña? — se quejó Elsa con enfado, disponiéndose a irse con nosotros.

  — Elsa, la gente está muy asustada y aún no sabemos exactamente lo que ocurre. Míralas— señaló a las personas que estaban en la tienda. Todas tenían la cara descompuesta—necesitan que alguien las proteja por si acaso viene algo peligroso. Tú podrías hacerlo si eso llegara a ocurrir—la alentó Caleb.

Primero, ella no parecía muy dispuesta a escuchar lo que le iba a decir Caleb. Sin embargo, al mirar los rostros en los que se reflejaban el terror se ablandó un poco.

  — Tenéis media hora. Si no habéis regresado al pasar ese tiempo voy a buscaros — dijo finalmente, con un gran suspiro.—No muráis.

  — ¿A dónde vais? ¡Es muy peligroso! ¡Caleb, vuelve aquí! — gritó histérica Nina. Zoe la cogió antes de que pudiera salir corriendo hacia nosotros. Nosotros preferimos no echar la vista atrás. 

Fuimos corriendo por las diferentes calles en contra de la marea de personas que seguía viniendo desde la Plaza Mayor, cuya fuerza casi nos tiraba en dirección contraria.  De repente, al girar la esquina de una de las calles nos encontramos con dos coches de policías que nos cortaban el paso. Delante de ellos se encontraba la figura de un joven desaliñado, cuyo rostro reconocimos rápidamente. Era Maxon. Sonrió de forma extraña al vernos.

Mientras le observamos unos instantes, volvimos a escuchar otro estruendo. Estaba claro que, aunque uno de ellos estuviera en problemas, los otros dos iban a seguir con el plan.

  — Yo me ocuparé de él. Vosotros seguid y buscad a los otros dos, que son más peligrosos que él  — indicó Beth que, con un rápido movimiento, consiguió una de las pistolas que tenía la policía.

  — ¿Sabes las consecuencias que puede tener utilizar tus poderes en público no?— inquirí. Que todo el mundo supiera que teníamos poderes no podría ser nada bueno y a Gamma le sería fácil más fácil encontrarnos.

  —¿Tienes otra idea mejor? — preguntó con sorna. Parecía decidida a luchar— Por muchas pistolas que tengan estos policías, Maxon es un mejorado. No aguantarían. Os alcanzaré  en cuanto termine.

Yo no estaba dispuesta a dejarle allí. Beth era fuerte pero no sabíamos qué trucos podía tener bajo la manga ese equipo. Además íbamos a hacer justo lo que querían, que era dividirnos y así hacernos más vulnerables.

 —Yo me quedaré con ella— indicó Jack, poniéndose al lado de la joven. Ella le sonrió agradecida.

  —No es cuestión de dejar solo a nadie, sino de no separarnos. Terminemos con él e iremos a por los otros —expliqué alarmada. 

Tras decir esto, Maxon hizo un movimiento rápido y, con sus brazos elásticos, cogió un contenedor de basura que se encontraba en uno de los lados de la acera y se lo arrojó a los policías, quedando dos rezagados abajo de éste. Empezaron a disparar contra éste pero parecía que nos le hiciera ningún efecto y rebotaran en él.

  — Tranquila, Susan. Sabemos defendernos solos y hacemos buen equipo. Tú ve a por los dos psicópatas restantes y ten cuidado de no acabar malherida, ¿De acuerdo? — respondió Jack impaciente — Y ahora, ¡Largo!

Haciendo un leve movimiento con la mano, nos empujó con fuerza hacia la calle siguiente. Yo iba a ir de nuevo hacia donde estaban Beth y Jack pero Caleb tiró de una de mis mangas del jersey y me miró serio.

  — Ellos pueden solos. Las personas nos necesitan y están en peligro mientras ellos sigan sueltos. Debemos seguir hacia Plaza Mayor y pararles los pies — señaló. Nunca lo había visto tan decidido. Estaba claro que le preocupaba mucho la seguridad de los indefensos.

  — Según este cartel, hay que seguir hacia allí  — indicó Sam, cuyo dedo índice señalaba hacia la derecha.

Seguimos corriendo por esa calle, que parecía que no acababa debido a lo larga y recta que era. Sin embargo, parecía que nos llevaba directamente a la Plaza Mayor (aunque no sabíamos sin seguirían allí pero era la única pista que teníamos).

Estaba tan concentrada en llegar al final de la calle, que no me di cuenta, hasta que fue demasiado tarde, de la llamarada que salió de uno de los callejones, envolviéndome primero es un estallido, luego un intenso dolor y, por último, una oscuridad infinita.

Sé que es cortito pero quería subiros algún capítulo hoy, así que aquí lo tenéis.  El domingo que viene subiré otro capítulo nuevo.¡Feliz Navidad a todos! Espero que paséis unas buenas fiestas.



Proyecto Mejorados (Agente Ventisca N°2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora