Melissa
Me siento en el sillón, con el sobre entre las manos. Mi corazón late con fuerza mientras lo abro, como si al hacerlo liberara algo que había estado contenido durante mucho tiempo. Saco una hoja y empiezo a leer. La caligrafía de mi madre, suave y cuidada, parece traer de vuelta su voz, como si estuviera aquí mismo, hablando desde algún lugar entre el recuerdo y la realidad.
" Cariño, esta carta es para la hija más hermosa del mundo. Mamá te ama con toda su alma, y aunque ya no esté contigo allá abajo, todo estará bien. Desde donde estoy, estaré cuidándote pase lo que pase. Hija,
quiero lo mejor para ti, estar con la persona incorrecta te hizo cambiar y ser más desconfiada. Lo comprendo, pero no sabes lo mucho que me gustaría que encontraras el amor, alguien que sepa amarte y valorarte de verdad, porque eres hermosa, tanto por dentro como por fuera. Perdóname por no estar ahí contigo, por quizás no haber luchado lo suficiente. No quiero abandonarte pero estoy segura de que dentro de poco me iré de este mundo. Aún así, no me olvides nunca por favor, tenme siempre presente porque estaré a tu lado en todo momento, aunque no me veas.
Te amo Melissa, te amo más de lo que las palabras pueden expresar, que nunca se te olvide, mi pequeña.Atentamente; Mamá."
Las lágrimas empiezan a recorrer mis mejillas, lenta y profundamente, como si cada palabra fuera una herida que se abre y sana al mismo tiempo. No me había dado cuenta de cuánto necesitaba leer algo así hasta ahora. La siento tan cerca... como si aún pudiera abrazarla y decirle que yo tampoco la he olvidado.
En medio de este momento, Diego se acerca, con una mirada preocupada.
— ¿Quién era?
Levanto la vista hacia él, intentando hablar, pero el nudo en mi garganta me lo impide. Él parece entender, porque se acerca y me envuelve en sus brazos, fuerte y cálido.
— Ey, tranquila... –Susurra, acariciando mi espalda mientras el dolor sale en forma de lágrimas– ¿Qué ha pasado?
Lo abrazo con fuerza, apoyando mi rostro en su hombro, sintiendo el calor de su cercanía.
— Ella... ella no tuvo la culpa. Lucho hasta el último momento, fue muy valiente. –Mi voz se quiebra mientras lloro más intensamente– Ella era una guerrera, la más fuerte. La amo tanto...
Diego acaricia mi cabello, su presencia es un ancla en medio de la tormenta. Su susurro es suave y sincero.
— Lo siento... –Me abraza con más fuerza– Lo siento mucho.
Me separo de él un poco y, con ternura, limpia las lágrimas que siguen cayendo de mis ojos. Sus ojos me miran con comprensión, y hay algo en su mirada que me calma, como si él pudiera entender más de lo que yo soy capaz de decir en este momento.
— Respira, ¿vale? –Acariciando mis mejillas– Y cuando estés lista, cuéntame.
Me ayuda a recostarme sobre él, y nos quedamos así, en silencio, mientras poco a poco empiezo a tranquilizarme. Pasado un rato, me siento lo bastante tranquila para hablar.
— Era mi tía. Me dio esta carta que mi madre había dejado para mí. –Siento el peso de mis propias palabras– Me la dio ahora, justo antes de irse de viaje, y me pidió que la perdonara por no haberlo hecho antes. La he leído y... ha sido como volver a escuchar la voz de mi mamá.
Diego suspira y deja un beso sobre mi frente, su ternura reconfortante.
— Siento mucho lo de tu madre, Mel. Sé que nada que diga podrá cambiar lo que sientes, pero... estoy aquí.
Me mira con una intensidad que me hace sentir segura, como si él pudiera ser mi refugio de ahora en adelante. Bajo la mirada y me doy cuenta de que estoy temblando, así que intento calmarme antes de hablar otra vez.
— Tengo miedo, Diego... miedo a quedarme sola. Mi mamá por desgracia se marchó de este mundo y mi padre está constantemente de viaje por su trabajo y realmente no lo culpo, porque él me ayuda con todo lo que necesito y siempre se mantiene en contacto conmigo pero... ese miedo siempre está presente.
Él se inclina y suavemente levanta mi rostro hasta que nuestras miradas se encuentran. Sus ojos están llenos de una determinación tranquila.
— Oye... no voy a dejarte nunca. No vas a estar sola, porque tú, me robaste el corazón. Con ese carácter, esa sonrisa, esa sinceridad, con esa risa que hace que todo parezca mejor. Voy a estar aquí. –Me susurra, y antes de que pueda decir nada, me besa suavemente, sus labios firmes contra los míos, llenos de promesas silenciosas– Para siempre. Sería un estúpido si no lo hiciera.
Le sonrío, y él me devuelve la sonrisa, envolviéndome en sus brazos. Nos quedamos así, juntos, en este momento que siento que guardaré para siempre.
— Te aprecio mucho, Diego. –Susurro, apoyando mi cabeza en su pecho–
Él acaricia mi cabello y me responde suavemente, con un tono cargado de sinceridad.
— Yo también, preciosa. Más de lo que imaginas.
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Perdona si me enamoro.
Teen FictionEs fuerte, independiente, y ha aprendido a no necesitar a nadie. Con un carácter de acero y un corazón blindado, ella vive para sentir el rugido de las motos bajo sus pies y la adrenalina de las carreras junto a su grupo de amigas. La vida es simple...