CAPÍTULO 16

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Diego

Después de tantas emociones, Mel se ha quedado dormida en el sillón, su rostro aún muestra rastros de tristeza, pero está tranquila. Paso suavemente mis dedos por su mejilla, es tan delicada en este momento que me cuesta creer que sea la misma chica que conocí, la que siempre se muestra tan fuerte. Sonrío como un imbécil mientras la miro. No soporto verla mal, y más si es por su madre... ese dolor debe ser insoportable.

De repente, siento una vibración en mi bolsillo. Es un mensaje.

• Leo: Tienes que venir al parque un momento jajjaja
• Yo: ¿Qué ocurre?
• Leo: Solo ven, es rápido.
• Yo: Está bien, ya voy

No quiero dejar a Mel sola, pero Leo no suele pedirme nada a menos que sea importante. Subo a la habitación para ponerme la ropa y arreglarme el pelo rápidamente, y bajo de nuevo al salón. Me inclino y dejo un suave beso sobre su frente antes de salir, esperando que no despierte y se dé cuenta de que me he ido. Me monto en mi moto y salgo rumbo al parque.

Melissa

Me despierto y miro alrededor, pero Diego no está. Suspiro y reviso mi móvil, esperando ver algún mensaje suyo, alguna explicación de por qué se fue sin decirme nada. Pero no hay nada. Por alguna razón, ahora mismo me siento una tonta. Encima para colmo, cuando entro al chat de grupo de mis amigas, al ver uno de los mensajes, tensó mi mandíbula, dolida.

Estoy a punto de subir las escaleras cuando alguien toca el timbre. Camino hasta la puerta, un poco más rápido de lo que me gustaría admitir, y al abrirla veo a Diego ahí de pie, con una sonrisa relajada.

— Hola reina. –Se acerca con la intención de besarme–

Le detengo, empujándolo suavemente. Su expresión cambia y me observa, confundido. Él se adelanta, pero yo retrocedo.

— ¿Qué te pasa? –Pregunta en voz baja, acercando su rostro peligrosamente al mío–

— Me han dicho que te han visto besándote con otra. Así que... vete con ella. –Contesto con dureza–

Para mi sorpresa, no parece ofendido ni molesto. Se ríe, y eso solo hace que me enfurezca más.

— ¿Te hace gracia?

—Sí, bastante... –Ríe, extendiendo su móvil hacia mí con una sonrisa divertida–

En la pantalla aparece una foto suya... besando a una niña pequeña que parece tener no más de cuatro años. Me quedo mirando la foto, sorprendida. Al ver mi expresión, Diego ríe de nuevo y asiente.

— Es la hermana de Leo, mi amigo. Me llamó solo para que fuera a ver cómo jugaba en el parque.

Agacho la cabeza, avergonzada. Al ver mi reacción, Diego pone su mano suavemente en mi barbilla, haciéndome levantar la mirada.

— Idiota.  —Murmuro–

— ¿Te has puesto celosa? –Bromea–

— No, más bien triste. –Él parece entender enseguida–

— Ya... lo siento. –Rasca su nuca–

— No, no... –Niego enseguida– no es tu culpa.

—¿Puedo besarte? –Murmura–

Dudo un segundo, así que él simplemente me observa, esperando pacientemente, sin presionarme.

— Entonces la de la foto... ¿es la hermana de tu amigo?

— Exactamente. –Asiente– ¿Me has cambiado de tema o es idea mía?

— Es idea tuya. –Frunzo ligeramente el ceño–

Ambos nos miramos en silencio por unos segundos y comenzamos a reír. Mi mirada baja hasta sus labios y él entiende la señal y, sin decir nada, acorta la distancia entre nosotros. Me besa lentamente, y yo le sigo, como si el mundo se hubiera reducido a ese pequeño instante, a esa sensación de su sonrisa contra la mía en medio del beso.

Perdona si me enamoro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora