CAPÍTULO 18

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Melissa

Salgo de la ducha con el cabello todavía húmedo, enrollada en una toalla y dirijo hacia el móvil al escuchar la notificación de un mensaje.

• Carla: Mel, ¿me acompañas en un rato en el aeropuerto?
• Yo: Claro
• Carla: ¡Gracias de verdad!
• Yo: ¡De nada!

Sonrío y dejo el móvil a un lado mientras me termino de peinar, desenredando las últimas puntas con cuidado. Al cabo de unos minutos, bajo y cojo el casco de mi moto. Arranco y me dirijo hacia el aeropuerto, el viento fresco despejándome la mente y llenándome de energía para el día.

Al llegar, veo a Carla esperándome con una maleta pequeña a su lado. Apenas me ve, me abraza fuerte.

— Gracias por venir. –Me dice, con una sonrisa cálida–

—De nada. ¿Cómo no iba a despedirme?

Entramos al aeropuerto hablando de su viaje, sus planes, y los lugares que va a visitar. El bullicio del lugar nos envuelve: familias despidiéndose, viajeros corriendo con prisa, y los anuncios de vuelos que suenan por los altavoces. De repente, entre la multitud, reconozco a alguien con una maleta: es Diego. Sin pensarlo, me acerco y le doy un beso en la mejilla.

— ¡Hola! –Sonrío–

Él me devuelve una mirada extraña, como si no entendiera qué está pasando, y yo me quedo un momento desconcertada, intentando leer su expresión.

— ¿Qué ocurre? –Le pregunto, confundida– No me habías dicho que te ibas de viaje.

Él abre la boca para responder, pero antes de que pueda decir nada, escucho una voz a mis espaldas.

—Mel... yo no soy él. –Añade alguien que suena exactamente igual que Diego–

Me giro rápidamente y veo... a Diego, o al menos, lo que parece otra versión de él. Parpadeo un par de veces, tratando de entender si estoy viendo doble.

— ¿Qué... qué coño está pasando aquí? –Murmuro, mirando de uno a otro con los ojos como platos–

— Tranquila, reina. No estás viendo doble. –Sonríe y señala al otro chico– Él es mi hermano gemelo, Álvaro.

Me tapo la cara, sintiendo cómo me suben los colores de la vergüenza.

— ¡Perdóname! Pensé que eras... bueno, ya sabes. No tenía idea.

Álvaro ríe y hace un gesto tranquilo con la mano, como quitándole importancia.

— No pasa nada. Entiendo la confusión. –Su sonrisa es idéntica a la de Diego– Además, me siento halagado. Y tú, no me dijiste que tenías una novia tan guapa, hermano. –Señala a su hermano–

Diego suelta una risa suave y me rodea con su brazo.

— Bueno, aquí la tienes. –Bromea, guiñándole un ojo a Álvaro–

— Encantado de conocerte. Soy Álvaro. –Dice él, extendiéndome la mano con una sonrisa cálida–

— Melissa. –Respondo, estrechándole la mano y devolviéndole la sonrisa– Mucho gusto.

Diego y Álvaro intercambian una mirada cómplice, y por un momento me siento como si hubiera entrado en un juego de espejos. Me despido de Álvaro con una pequeña sonrisa y regreso junto a Carla, que ha estado observando la escena desde unos metros de distancia.

— Perdona. Pensé que sería rápido... –Rio y llevándome una mano a la cabeza–

—No pasa nada. Vaya par tienes ahí. –Bromea– Bueno, tengo que marcharme, muchas gracias por acompañarme.

Nos abrazamos fuerte, y me da un beso en la mejilla antes de desaparecer entre la multitud que avanza hacia el control de seguridad. Me quedo allí un momento, mirando cómo se aleja, antes de volver junto a Diego y Álvaro.

Perdona si me enamoro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora