Melissa
Salgo de la ducha con el cabello todavía húmedo, enrollada en una toalla y dirijo hacia el móvil al escuchar la notificación de un mensaje.
• Carla: Mel, ¿me acompañas en un rato en el aeropuerto?
• Yo: Claro
• Carla: ¡Gracias de verdad!
• Yo: ¡De nada!Sonrío y dejo el móvil a un lado mientras me termino de peinar, desenredando las últimas puntas con cuidado. Al cabo de unos minutos, bajo y cojo el casco de mi moto. Arranco y me dirijo hacia el aeropuerto, el viento fresco despejándome la mente y llenándome de energía para el día.
Al llegar, veo a Carla esperándome con una maleta pequeña a su lado. Apenas me ve, me abraza fuerte.
— Gracias por venir. –Me dice, con una sonrisa cálida–
—De nada. ¿Cómo no iba a despedirme?
Entramos al aeropuerto hablando de su viaje, sus planes, y los lugares que va a visitar. El bullicio del lugar nos envuelve: familias despidiéndose, viajeros corriendo con prisa, y los anuncios de vuelos que suenan por los altavoces. De repente, entre la multitud, reconozco a alguien con una maleta: es Diego. Sin pensarlo, me acerco y le doy un beso en la mejilla.
— ¡Hola! –Sonrío–
Él me devuelve una mirada extraña, como si no entendiera qué está pasando, y yo me quedo un momento desconcertada, intentando leer su expresión.
— ¿Qué ocurre? –Le pregunto, confundida– No me habías dicho que te ibas de viaje.
Él abre la boca para responder, pero antes de que pueda decir nada, escucho una voz a mis espaldas.
—Mel... yo no soy él. –Añade alguien que suena exactamente igual que Diego–
Me giro rápidamente y veo... a Diego, o al menos, lo que parece otra versión de él. Parpadeo un par de veces, tratando de entender si estoy viendo doble.
— ¿Qué... qué coño está pasando aquí? –Murmuro, mirando de uno a otro con los ojos como platos–
— Tranquila, reina. No estás viendo doble. –Sonríe y señala al otro chico– Él es mi hermano gemelo, Álvaro.
Me tapo la cara, sintiendo cómo me suben los colores de la vergüenza.
— ¡Perdóname! Pensé que eras... bueno, ya sabes. No tenía idea.
Álvaro ríe y hace un gesto tranquilo con la mano, como quitándole importancia.
— No pasa nada. Entiendo la confusión. –Su sonrisa es idéntica a la de Diego– Además, me siento halagado. Y tú, no me dijiste que tenías una novia tan guapa, hermano. –Señala a su hermano–
Diego suelta una risa suave y me rodea con su brazo.
— Bueno, aquí la tienes. –Bromea, guiñándole un ojo a Álvaro–
— Encantado de conocerte. Soy Álvaro. –Dice él, extendiéndome la mano con una sonrisa cálida–
— Melissa. –Respondo, estrechándole la mano y devolviéndole la sonrisa– Mucho gusto.
Diego y Álvaro intercambian una mirada cómplice, y por un momento me siento como si hubiera entrado en un juego de espejos. Me despido de Álvaro con una pequeña sonrisa y regreso junto a Carla, que ha estado observando la escena desde unos metros de distancia.
— Perdona. Pensé que sería rápido... –Rio y llevándome una mano a la cabeza–
—No pasa nada. Vaya par tienes ahí. –Bromea– Bueno, tengo que marcharme, muchas gracias por acompañarme.
Nos abrazamos fuerte, y me da un beso en la mejilla antes de desaparecer entre la multitud que avanza hacia el control de seguridad. Me quedo allí un momento, mirando cómo se aleja, antes de volver junto a Diego y Álvaro.
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Perdona si me enamoro.
أدب المراهقينEs fuerte, independiente, y ha aprendido a no necesitar a nadie. Con un carácter de acero y un corazón blindado, ella vive para sentir el rugido de las motos bajo sus pies y la adrenalina de las carreras junto a su grupo de amigas. La vida es simple...