Melissa
Finalmente, termino ganando la carrera. Borja no era tan bueno como pensaba; le falta mucho para estar a mi nivel. Mis amigas me reciben con sonrisas, y Gara se acerca rápidamente, con los ojos llenos de orgullo.
— Muy bien Mel. –Me dice, con una sonrisa cómplice–
— Eres la mejor. –La abrazo con fuerza, sintiendo la satisfacción de haberle dado una lección a Borja–
— Tú sí que eres la mejor. –Añade, devolviéndome el abrazo–
Bajo de la moto y, mientras disfruto del momento, veo cómo Borja se acerca, su expresión entre sorprendida y molesta.
— Eres muy buena. –Me halaga, con una media sonrisa–
— Lo sé. –Respondo con frialdad, sin darle importancia–
De repente, oigo el sonido inconfundible de una moto. Giro mi cabeza y lo veo acercarse con su moto negra mate: es Diego. No puedo evitar sonreír y negar con la cabeza; su llegada es como el broche perfecto para cerrar esta situación.
Baja de su moto, deja el casco en el manillar y se acerca a mí con una sonrisa suave. Sin decir nada, se inclina y me besa lentamente, con una intensidad que me hace olvidar a Borja y todo lo demás. Cuando se separa, mantiene sus labios cerca de los míos.
— ¿Vamos?
— Vamos.
Antes de irnos, Diego lanza una mirada seria a Borja, que nos observa desde una distancia incómoda. Me doy cuenta de que él no sabe quién es realmente Borja, pero parece intuirlo por mi reacción.
— ¿Es tu novio? –Pregunta Borja, tratando de sonar indiferente–
— Sí, lo es.
— ¿Es el imbécil que...? –Murmura Diego a mi lado–
Asiento en silencio, pidiéndole sin palabras que no haga nada impulsivo.
— Ni se te ocurra mirarla, ni hablarle, y mucho menos tocarla. –Le advierte en un tono firme–
Siento que me aprieta la mano y, sin decir más, nos giramos y caminamos juntos hacia su moto. Al echar un vistazo atrás, veo a Gara que me mira con una sonrisa de complicidad, y yo se la devuelvo. Las demás chicas también están listas para irse, y el rugido de sus motos me acompaña mientras me alejo con Diego, dejando atrás cualquier rastro de Borja.
Llegamos a la casa de Diego y Álvaro, y aparcamos las motos en el garaje. Diego me mira con una sonrisa encantadora antes de hablar.
— Reina voy a ir a comprar unas pizzas. ¿Te apetece?
— Claro. –Sonrío y le doy un beso antes de que se marche–
Mientras él se marcha, subo hasta la entrada y toco el timbre. Al rato, Álvaro abre la puerta. Se ve algo desaliñado, con los ojos pesados, y apenas me dedica un saludo antes de dirigirse al sillón y dejarse caer de golpe. Su comportamiento me parece extraño.
— Álvaro, ¿Estás bien? –Me acerco a él–
Él suelta una risa amarga, pero al ver la botella de alcohol vacía sobre la mesa del salón, todo encaja. Está borracho.
— No, no, no he bebido. –Intenta negarlo, pero su mirada desenfocada y su tono de voz lo delatan–
Se levanta tambaleándose y se acerca a mí. Siento que intenta hablar pero algo lo retiene, como si estuviera luchando con sus propios pensamientos.
— ¿Por qué lo has hecho? –Le pregunto suavemente, poniendo mi mano en su brazo–
— Para olvidar, Mel. –Murmura, casi como si lo dijera para sí mismo–
Me quedo en silencio, y sin darme cuenta, acerco mi mano a su rostro, acariciándolo con ternura. Su mirada se encuentra con la mía, y me doy cuenta de que está al borde de las lágrimas, en un momento de vulnerabilidad que pocas veces ha mostrado.
— No vuelvas a hacerlo. Esto no es el camino. Lo olvidarás por unas horas pero luego cuando vuelvas a estar sobrio, seguirá ahí.
Él sonríe débilmente, pero sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas. Intenta contenerse, pero al final, la presión es demasiada. Baja la cabeza, dejando que una lágrima caiga.
— ¿Tan mala persona soy? –Me pregunta en un susurro roto– ¿De verdad soy una mierda de persona?
— No, Álvaro. Claro que no. –Acaricio su rostro y limpio las lágrimas que empiezan a recorrer sus mejillas– Eres una gran persona, y eres mucho más fuerte de lo que crees. No te hagas esto a ti mismo.
Le miro con cariño, sosteniendo su rostro mientras él se esfuerza por recuperar la compostura. Finalmente, deja escapar un suspiro y me mira a los ojos, reconociendo en mi expresión que tiene a alguien que le apoya de verdad.
Me quedo a su lado, dándole el espacio que necesita para sacar toda esa tristeza. A veces, todo lo que alguien necesita es saber que no está solo.
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Perdona si me enamoro.
Teen FictionEs fuerte, independiente, y ha aprendido a no necesitar a nadie. Con un carácter de acero y un corazón blindado, ella vive para sentir el rugido de las motos bajo sus pies y la adrenalina de las carreras junto a su grupo de amigas. La vida es simple...