Diego
Llegamos al restaurante y pido una mesa para dos.
— Gracias. –Le digo al camarero que nos guía hasta nuestra mesa–
— Un placer, disfruten. –Responde él, con una sonrisa cordial antes de dejarnos–
Nos sentamos, y por un momento, hay un pequeño silencio. Ella revisa el menú con el ceño fruncido, y sonrío, disfrutando el simple placer de estar aquí con ella.
Rato después, el camarero regresa, pedimos algo de beber y, luego de pensarlo un rato más, pedimos lo que queremos para cenar. Tras pasar varios minutos en los cuales hablamos de temas triviales, nos traen los platos y comenzamos a comer en calma.
— Mmhh... está buenísimo. –Añade Mel, cerrando los ojos con una sonrisa mientras saborea el primer bocado–
— Sí, increíble. –Sonrío, notando lo relajada que parece. Dos meses y medio atrás ni me miraba, y ahora, estamos cenando juntos–
Conversamos mientras comemos, riéndonos de anécdotas y compartiendo detalles de nuestras vidas. En algunos momentos, siento que estamos en una burbuja, como si el resto del mundo desapareciera.
Al final de la cena, cuando llega la cuenta, Mel intenta levantarse rápidamente.
— Esta vez pago yo. –Insiste, ya de pie–
Pero la detengo antes de que pueda avanzar.
— Mira eso. –Digo señalando algo al otro lado del restaurante para distraerla–
— ¿Qué? –Mira curiosa en esa dirección–
Aprovecho el momento y me acerco a pagar. Al regresar, ella cruza sus brazos y me lanza una mirada que mezcla diversión y molestia.
— ¿Nos vamos? –Le pregunto conteniendo la risa–
— Te odio, ¿lo sabes? –Ambos reímos–
Al salir, nos dirigimos hacia un pequeño parque cerca del restaurante, sentándonos en uno de los bancos. La noche se siente fresca y tranquila. Hay una calma en el ambiente, pero algo en su expresión parece más serio.
— ¿No tendrás novio y no me lo has dicho, verdad?
–Bromeo, alzando las cejas– No vaya a ser que algún tipo me esté esperando para matarme.— No seas idiota. –Ríe y suspira– No tengo novio. No busco nada de eso...
La miro, intrigado, captando el peso en sus palabras.
— ¿Por qué? –Pregunto suavemente, queriendo entender–
Ella se queda en silencio unos instantes, y puedo ver en sus ojos que está luchando con algo. Finalmente, con un suspiro profundo, comienza a hablar.
— Hubo alguien... –Murmura– mantuve una relación con él durante un tiempo. Era... –Se detiene, como si las palabras la lastimaran– creía que estaba enamorada de él. Me entregué completamente, y después de que... –Susurra, deteniéndose– después de pasar aquella noche juntos, desapareció. Me dejó de la noche a la mañana. Dijo que solo quería eso de mí.
A medida que habla, noto el dolor en su rostro y la rabia que aún guarda.
— Fue como si... como si algo en mí se rompiera. –Dice con un susurro, mirando hacia el suelo– Desde entonces, algo en mí cambió. Me prometí a mí misma que no iba a confiar en nadie más. Que no iba a dejar que alguien me lastimara otra vez de una manera tan cruel.
Agarro una de sus manos y la aprieto suavemente.
— Mel... –Susurro– ese tipo no te merecía. –Ella me mira, sus ojos vulnerables, y siento que mi pecho se aprieta– Perderte fue su error. No todo el mundo quiere hacerte daño.
Ella ríe suavemente, con un deje de tristeza.
— Aún así, para mí no es fácil confiar en otra persona de esa manera. –Murmura, apartando la mirada–
—Lo sé. –Frunzo mis labios con suavidad– No tienes que cambiar por nadie. Eres perfecta tal y como eres.
Se levanta, como si de repente estuviera incómoda, y comienza a caminar un par de pasos hacia la calle. Me pongo en pie y me acerco lentamente, quedando a su lado.
— ¿Sabes? –Si voz es baja, casi como si estuviera confesando algo consigo misma– No sé cómo, pero has conseguido que baje la guardia. Al principio pensé que solo eras un tipo más, pero... ahora me veo aquí, contigo, y me doy cuenta de que estoy volviendo a sentir cosas que creía olvidadas.
— Mel... –Murmuro, sintiendo cómo mi corazón late cada vez más fuerte–
Ella me mira, sus ojos brillan con una mezcla de miedo y esperanza. Y sin pensarlo más, me acerco y la beso, despacio, con la misma ternura y delicadeza con la que ella se ha ido abriendo a mí. Ella responde al beso, y en ese instante, todo parece encajar.
Me separo lentamente, y cuando nuestros ojos se encuentran, una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro. Tomo su rostro entre mis manos y acaricio suavemente sus labios con mi pulgar.
— No tengas miedo a enamorarte de verdad, Mel. No tiene por qué ser como antes. –Mi voz apenas es un susurro– No quiero lastimarte. No voy a hacerlo.
Ella cierra los ojos y suspira, apoyando su frente contra la mía.
— Diego... tengo tanto miedo. –Susurra– Tengo miedo de volver a sufrir.
Acaricio su cabello, dejando que mis manos recorran suavemente su espalda, tratando de calmarla, de hacerle sentir que aquí, conmigo, está segura.
— Lo sé. No voy a forzar nada. Solo quiero estar a tu lado, darte tiempo, darte el espacio que necesites.
Ella me mira con los ojos llenos de emociones encontradas, como si estuviera debatiéndose entre sus miedos y sus ganas de intentarlo. Después de unos segundos, asiente, y su mirada se suaviza.
— Gracias, Diego. No sé cómo lo haces, pero contigo... todo parece más fácil. –Dice, con una sonrisa temblorosa–
Dejo un beso sobre su frente, y ella cierra los ojos, apoyándose en mi hombro. Nos quedamos así, bajo las estrellas, en silencio, pero con una paz que no habíamos sentido antes.
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Perdona si me enamoro.
Fiksi RemajaEs fuerte, independiente, y ha aprendido a no necesitar a nadie. Con un carácter de acero y un corazón blindado, ella vive para sentir el rugido de las motos bajo sus pies y la adrenalina de las carreras junto a su grupo de amigas. La vida es simple...