Melissa
— Vamos, te acompaño arriba.
Él asiente sin decir nada, y le guío hasta su habitación. Cuando llegamos al baño, le muestro una leve sonrisa para tranquilizarlo.
— Una duchita, anda. Te hará bien.
Álvaro asiente de nuevo y cierra la puerta. Aprovecho para bajar y veo la botella de alcohol sobre la mesa. La cojo y la tiro a la basura, suspirando al hacerlo.
Justo en ese momento, escucho la puerta principal abrirse. Diego entra con dos cajas de pizza en las manos, su expresión es despreocupada, como si todo estuviera bien en su mundo.
— Podrías haberlas pedido a domicilio, y así no hubieras tenido que cargar con tanto peso.
— Lo sé, lo sé. –Ríe– Pero se me antojó el paseo.
Deja las pizzas en la mesa y me sonríe, pero noto una sombra de preocupación en sus ojos.
— ¿Y Álvaro?
— Arriba. Voy a buscarle para avisarle de que comeremos pizza.
Diego asiente y empiezo a subir las escaleras. Al llegar, toco suavemente en la puerta antes de entrar. Álvaro ya está vestido, con unos pantalones grises deportivos y el torso al descubierto, todavía con el rostro algo apagado, pero parece un poco más tranquilo.
— ¿Mejor? –Le pregunto, estudiando su expresión–
— Un poco. –Asiente lentamente–
— No lo hagas más, ¿vale? Esto no es la salida.
— Vale.
Le doy un beso en la mejilla, en un intento de darle ánimos.
— Vamos, bajemos.
Camino delante y él me sigue en silencio, con pasos lentos.
Diego
Mientras guardo las cajas de las pizzas, abro la basura y veo una botella vacía de alcohol en el fondo. Me quedo mirándola unos segundos, sintiendo una mezcla de enojo y frustración.
Al girarme, me percato de que Mel y Álvaro ya han bajado y están en el salón. Camino hacia ellos, tratando de mantener la calma, pero el enfado se me escapa en la expresión.
Mel me observa y parece captar lo que estoy sintiendo. Se gira hacia Álvaro y luego vuelve a mirarme, como si intentara advertirme con la mirada.
— ¿En serio, Álvaro? –Digo sin poder ocultar el tono serio–
— Diego... –Intenta interrumpir Mel– no ha sido nada grave.
Álvaro levanta una mano y sacude la cabeza.
— Mel, déjalo. Esto es entre mi hermano y yo.
Se levanta y se me acerca, mirándome con una expresión de arrepentimiento.
— No quiero que vuelvas a hacerlo, Álvaro. No puedo verte así otra vez.
— Lo sé. No lo haré más, te lo prometo.
Suspiro y niego con la cabeza. Siento que el enojo me consume, pero a la vez, me molesta haber reaccionado de esta forma frente a Mel.
— No tengo hambre. –Me alejo un poco y evitando la mirada de ambos–
— Vamos, Diego, no seas bobo. Vamos a cenar todos juntos.
— Joder, ¡que no tengo hambre! –Levanto la voz, sin quererlo, y me arrepiento al instante–
Ella me observa, dolida, y siento que he cruzado un límite. Se levanta lentamente, sin dejar de mirarme con esa mezcla de decepción y sorpresa que me parte por dentro.
— Perdóname, Mel. No quería hablarte así. –A pesar de disculparme, siento que las palabras llegan demasiado tarde–
— No, Diego, no debiste hacerlo. Que te enfades con tu hermano no significa que puedas pagarla conmigo.
Se deshace de mi agarre y, sin mirarme, se da la vuelta y se marcha de la casa. Voy detrás de ella, con el corazón acelerado, y la veo subir a su moto.
— Mel, por favor... perdóname. –Intento explicarme, pero noto que las palabras suenan vacías–
— Déjame paz. –Se pone el casco, sus ojos evitando los míos– No soy la persona con quien deberías desquitarte.
Arranca la moto y se marcha, dejándome allí sin oportunidad de decirle nada más. Me quedo mirando hasta que su figura se pierde en la distancia, y una sensación de vacío y arrepentimiento me invade.
Regreso a la casa y veo a Álvaro recogiendo las pizzas, guardándolas en la nevera. Me observa en silencio, con una expresión que mezcla comprensión y culpa. Sin decir nada, sube a su habitación y cierra la puerta.
También subo a mi habitación, pero la inquietud y el remordimiento no me dejan en paz. Me quito la camisa y me tiro en la cama, mirando el techo. Siento el peso de cada palabra que le dije a Mel y cómo la decepción en sus ojos sigue atormentándome. Debí haber manejado mejor la situación. ¿Cómo pude reaccionar así justo con la persona que más quiero?
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Perdona si me enamoro.
Novela JuvenilEs fuerte, independiente, y ha aprendido a no necesitar a nadie. Con un carácter de acero y un corazón blindado, ella vive para sentir el rugido de las motos bajo sus pies y la adrenalina de las carreras junto a su grupo de amigas. La vida es simple...