Melissa
Diego deja un rastro de besos suaves por mi cuello, y me cuesta contener la sonrisa. Su toque es tan cálido, tan atento, que me siento completamente segura.
— Eres perfecta. –Murmura–
Lo miro a los ojos, sintiendo cómo mi corazón responde al instante.
— Siempre eres tan halagador.
Nos miramos durante un segundo más, y en silencio dejamos que cada caricia hable por nosotros. Nos desvestimos lentamente, como si todo fuera un lenguaje secreto que solo nosotros entendemos, y me siento completamente en paz, en sintonía con él. Sus manos recorren mi piel con cuidado, y cada gesto suyo me hace sentir especial, como si en este momento no existiera nada ni nadie más.
Después de estar juntos, nos quedamos en silencio, abrazados, escuchando solo nuestras respiraciones. Descanso mi cabeza en su pecho, y él acaricia mi cabello con dulzura. Todo se siente tan natural, como si este fuera el lugar al que siempre pertenecí.
— Buenas noches preciosa. –Me susurra al oído, besando mi frente antes de que el sueño me alcance–
— Buenas noches Diego.
[ . . . ]
A la mañana siguiente, despierto con una mezcla de temor y dudas. Algo en mí teme que, al abrir los ojos, todo haya sido un sueño o, peor aún, que él no esté aquí. Reúno el valor y finalmente abro los ojos, y al girarme en la cama noto que él no está.
Me siento, y el miedo de ser abandonada comienza a instalarse en mi pecho. ¿He sido demasiado ingenua al confiar de nuevo?
Suspiro, cubriendo mi rostro con las manos, tratando de calmarme. Justo entonces oigo el ruido suave de una puerta. Levanto la mirada y veo a Diego en el baño, con una toalla rodeándole la cintura y su cabello aún mojado. Parece tan sereno y confiado que mi propio miedo se desvanece al instante.
— Buenos días reina. –Me dice con una sonrisa, sus ojos llenos de afecto– Estaba esperando que despertaras para que tomáramos un baño juntos.
Me mira intensamente y se acerca, tomando mi rostro entre sus manos. Acaricia mis labios con el pulgar, dejando que una sonrisa tranquila se asome en sus labios.
— A mí sí me interesas de verdad. –Me asegura con voz firme–
Antes de que pueda responder, deja un suave beso sobre mis labios. Sonrío, sintiéndome completamente feliz.
Nos sumergimos en la bañera juntos, y el agua caliente nos envuelve mientras me acomodo entre sus brazos. Diego me sostiene con delicadeza, su pecho firme contra mi espalda mientras yo cierro los ojos, relajada y en paz. Todo se siente perfecto.
— ¿Te gusto mucho? –Sonrío–
— ¿A mí? –Responde en tono fingidamente serio, riendo después– No te hagas ideas equivocadas.
— No tienes por qué disimular. –Le devuelvo la sonrisa, sintiéndome a salvo en este momento–
— Bueno, tal vez un poco. –Admite, y sus labios se posan en mi mejilla, sellando sus palabras con otro beso–
La calidez de su presencia me llena de una paz que hace mucho tiempo no sentía. Nos quedamos así, riendo y disfrutando de la simpleza del momento, sabiendo que, al menos por ahora, estamos exactamente donde queremos estar.
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Perdona si me enamoro.
Novela JuvenilEs fuerte, independiente, y ha aprendido a no necesitar a nadie. Con un carácter de acero y un corazón blindado, ella vive para sentir el rugido de las motos bajo sus pies y la adrenalina de las carreras junto a su grupo de amigas. La vida es simple...