Melissa
Al día siguiente, después de despertar y desperezarme, decido salir a correr para despejar la mente. Después de una ducha rápida, me visto con ropa deportiva, me hago una coleta alta y cojo el móvil.
Salgo de casa y me dirijo al parque, uno de esos donde siempre hay gente corriendo o haciendo ejercicio. Empiezo a correr, sintiendo cómo el movimiento constante y el aire fresco me relajan, ayudándome a olvidar todo por un rato.
Cierro los ojos un segundo, dejando que el ritmo me envuelva, cuando de repente, siento que choco contra alguien. El golpe me desestabiliza y caigo al suelo, tocándome la cabeza, aún confundida.
— Perdón, no veía por dónde iba... –Esa voz, no puede ser–
Alzo la mirada y me encuentro con él. Borja. El idiota que destrozó mi corazón sin piedad. Mi estómago se revuelve, y mi cuerpo reacciona queriendo alejarse.
— ¿Melissa? –Pregunta sorprendido–
Ignoro el dolor en mi rodilla y me levanto rápidamente, queriendo salir de ahí. Pero él me agarra del brazo, deteniéndome.
— Mel, yo... ¿cómo estás?
Me deshago de su agarre con fuerza, quedando frente a él, tratando de esconder cualquier debilidad.
— Muy bien. ¿Y tú? ¿Qué tal?
— Bien. –Sonríe, como si esperara que pudiéramos ser amigos, como si no hubiera pasado nada– Mel, yo...
— Es tarde para eso. –Le interrumpo, tratando de mantener mi voz firme–
— Lo sé, fui un estúpido.
— Y lo eres. –Le lanzo una mirada de desprecio–
Él baja la vista, pareciendo un poco avergonzado.
— No quiero que me odies, Mel.
— ¿En serio? –Lo miro directamente a los ojos, y me aseguro de que entienda cada palabra– Borja, no quiero volver a verte en mi vida.
Él intenta decir algo más, pero niego con la cabeza y me giro, dejándolo atrás.
Más tarde, regreso a casa y subo directamente a mi habitación, sintiendo cómo la frustración se ha quedado atascada en mi pecho. Me miro al espejo, viendo el leve temblor en mi expresión.
— Es un imbécil... –Me susurro a mí misma, intentando calmarme–
Decido darme otra ducha para refrescarme y quitarme esa sensación pegajosa de encima. Me envuelvo en una toalla y estoy a punto de relajarme, cuando escucho el timbre. Bajo y abro la puerta, y ahí están Diego y Álvaro, con sonrisas amistosas.
— Vaya... –Diego me observa con una sonrisa divertida, y se me escapa una pequeña risa–
Ellos se miran, y sus expresiones cambian a preocupación.
— Le pasa algo. –Murmura Álvaro–
— Lo sé. –Responde Diego, mirándome con esos ojos que siempre parecen leerme el alma–
Niego y les dedico una sonrisa, intentando restarle importancia.
— No nos engañas tan fácil. –Añade Álvaro alzando una de sus cejas–
Ambos entran y se sientan en el sillón, conversando entre ellos mientras yo subo a ponerme algo cómodo. Cuando bajo, ya están esperando, y me acomodo al lado de Diego, quien me mira expectante.
— Cuéntanos. –Me anima, con ese tono suave que me hace sentir segura–
Tomo aire, dudando si quiero revivir el encuentro, pero sé que a ellos puedo contárselo.
— ¿Recuerdas al chico que... que se acostó conmigo y luego me dejó? –Mi voz suena apenas un murmullo, pero Diego asiente, sus ojos llenos de comprensión–
— Sí, ese capullo.
— Menudo imbécil. –Resopla Álvaro–
Los miro, con una pequeña sonrisa agradecida, antes de continuar hablando.
— Me lo he encontrado en el parque, cuando salí a correr.
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Perdona si me enamoro.
Teen FictionEs fuerte, independiente, y ha aprendido a no necesitar a nadie. Con un carácter de acero y un corazón blindado, ella vive para sentir el rugido de las motos bajo sus pies y la adrenalina de las carreras junto a su grupo de amigas. La vida es simple...