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SOLEDAD

CAPITULO 18:

Arriba, abajo, arriba, abajo, arriba, abajo. No podía dejar de saltar sobre la sala, mi adrenalina subía y bajaba al igual que mi cuerpo, cada vez que pensaba en el día de ayer. Había sido todo mágico, tan perfecto, tan... ¡Oh basta Danielle! Elliot es... solo tu misión, grábatelo.

Nuestros caminos no habían sido unidos por el destino, no eran azares de la vida el que nos encontráramos. Yo y él nos conocimos porque así lo dictaba mi misión.

Deje de saltar, había estado hiperactiva desde ayer. Busque las fotos del baile de primavera, que había tomado de los archivos escolares. Era tiempo de concentrarme, todo el fin de semana me había concentrado en Elliot, pero... Elliot era parte de mi misión y mi tiempo se dividía en mi trabajo y Elliot, ¡Estaba sumergida en mi misión a tiempo completo!

Abrí la carpeta que contenía las fotos mientras suspiraba. Mañana era lunes, esta sería la segunda semana luego de que sucediera lo de Aarón. Esto quiere decir que este viernes, habría una nueva víctima. Pero no sería así, yo no lo permitiría. Tania que buscar una forma, algo, para que no hubiera ninguna víctima esta semana. Ya luego pensaría en eso. Vacié la carpeta encima de mi escritorio. Las fotos caían desordenadamente. Personas vestidas elegantemente, mujeres en vestido, hombres en smoking. Diversos colores y un perfecto día, enmarcado en un pedazo de papel, una foto. Sentí una nostalgia repentina. Yo nunca había tenido un baile. Tal vez en una que otra misión, pero nunca siendo yo. Jamás había experimentado esa sensación de felicidad al ser invitada a un baile; tampoco había tenido que ponerme preciosa para que mi cita me viniera a buscar y bailar toda la noche entre un ruido ensordecedor. Había viajado, había conocido muchos lugares, muchas personas. Había vivido mucho, pero a la vez, no había vivido nada. Y ahí fue cuando sentí un amargo sabor a soledad.

Esquive mis pensamientos y me dedique a ver las fotos. ¿Cómo iba a conseguir a tres personas en esta multitud? Es decir, había demasiada gente en muchas fotos. Note un persona en particular, ahí estaba Piccolo, salía con una vaso en la mano junto a algunos amigos. Ella, estaba totalmente descartada. Tache mentalmente a Aischa Piccolo de mi lista, para seguir con las demás. Fue un poco difícil encontrarlas, pero ahí estaban. Paullet y Claret. Pero, si ellas tres estaban ahí, ¿Quién secuestro a la victima de esa noche? No podía ser ninguna de ellas. Aparte, la persona que hacia eso era epiléptica o eso era lo más seguro. Y ni Piccolo, ni Paulett, ni Claret, era epilépticas. Me había quedado sin una mínima y remota pista. Debía admitirlo, estaba frustrada, demasiado para ser exactos. Tumbe todo lo que había en mi escritorio al suelo. ¿Dónde buscaría ahora? ¿Qué pistas tenia? No tenía nada.

Las fotos estaban esparcidas por el suelo, suspire de nuevo, ahora tenía que recoger el desorden. Tal vez debería guardar la calma, pero ¿Cómo guardar la calma cuando para lo único que sirves en la visa, no puedes hacerlo bien? Me tumbe en el piso a recoger las fotos. Tome una en mis manos y antes de ponerla en la carpeta, la observe. Esa sonrisa, esos ojos. Elliot estaba en esa foto. Salía riendo alocadamente, se la habían tomado cuando estaba desprevenido, pero aun así salía bello. Mordí mi labio y guarde la foto debajo de mi almohada. No sabía el porqué, pero quería tener esa foto cerca de mí. La coloque junto a la foto que nos habíamos tomado ayer. Ahora, tenía dos fotos de Elliot muy cerca de mí. Dirigí mi vista a mi celular, anoche había sonado, pero no alcance a verlo. Tenía mucho sueño y estaba muy emocionada por la playa, la arena, Elliot, el sol, los helados, Elliot, el voleibol de playa, las olas, Elliot y si básicamente, todo eso.

Sonreí al encontrarme un mensaje de Elliot, había sido enviado a las diez de la noche del día anterior, el día en el que fuimos a la playa.

"Sé que nos acabamos de ver, pero quería desearte buenas noches y... bueno... básicamente, si, eso, buenas noches" rei y me sentí mal por no haberle respondido antes, asi que lo llame.

-¡Elliot! –exclame por el teléfono, algo contenta.

-¿Danielle? –su voz sonaba demacrada y entrecortada.

-Elliot, ¿Estas llorando? ¿Estás bien? ¿Qué sucede?

-Yo... nada, no importa.

-¡Oh por Dios! Si estas llorando, ¿Qué te sucede?

-Nada grave princesa, solo que mi mama... volvió a decaer. Acabo de volver de la clínica y esta... muy mal –dijo con voz destrozada, su tristeza me atravesó instantáneamente.

-Voy para tu casa, dame la dirección –dije, Moon sabia donde quedaba su casa pero yo no.

-No es necesario estoy bien.

-Elliot dame tu dirección. La soledad no es la mejor salida –afirme y Elliot me dio su dirección.

-Estoy allá en diez minutos.

Me subí al auto y me apresure a ir a su casa. En cuanto llegue toque el timbre y me abrió Elliot destrozado. Sus mejillas estaban mojadas, sus ojos pigmentados de un leve color rojo, debido al llanto. Apenas me vio, apretó la mandíbula e intento retener las lágrimas. Entre y cerré la puerta e inmediatamente, me lance a sus brazos y lo abrace. Un abrazo que el necesitaba. Me aferre a él, no quería soltarlo nunca.

-Todo está bien, ella va a estar bien.

-No pude no entrar a verla hoy, regreso a terapia intensiva, está siendo tratada como una emergencia. Si no mejora para mañana, tendrán que operarla y en esa operación se le puede ir la vida.

-Ella estará bien, vas a ver que sí.

-No Danielle, no lo sabemos, no lo sé, no sé si volveré a ver a mi mama. Yo... yo no tengo a nadie más, ella... ella es todo lo que tengo. Si ella se va, estaré solo, mas solo de lo que ya me encuentro.

-No estás solo Elliot, estás conmigo, estoy contigo. Estoy contigo para todo –y recordé el sabor a soledad que sentí esta mañana. Es cierto, él no estaba solo, yo lo acompañaba. Por ende, yo tampoco estaba sola. Me aferre a la soledad, porque era lo único que conocía pero... sin darme cuenta, estar con Elliot se estaba volviendo costumbre, Elliot era mi compañía, la más dulce compañía. Lo lleve al sofá de su sala. Me senté y él se recostó en mí, hundiendo la cabeza en mi pecho. Acaricie su cabello una y otra vez. Sabía lo que era perder a tus padres, sabia lo difícil que era sentarse en una silla de hospital, esperando horas y horas, siendo cada minuto un debate entre la vida y la muerte de un ser querido. Lo apegue más a mí. Su madre saldría bien de todo esto, si, estaría bien.

Suavemente callo la noche. Elliot se había quedado dormido. Yo estaba sentada en el sofá, recostándome en este. Mientras que Elliot tenía la cabeza en mis piernas y su cuerpo estaba extendido a lo largo del mueble.

Suspire mientras lo veía, no era cierto, Elliot no había entrado a mi vida por la misión, el destino nos juntó en ese parque, aquella vez, cuando caminaba con Danielle Abbadie. La misión había juntado a Danielle Moon un personaje falso y Elliot Hamillton, un chico que aparentaba ser lo que no era en realidad. Pero el destino, la vida, nos unió a mí, a la verdadera yo y a Elliot, el verdadero Elliot. Esto era verdadero, estos éramos nosotros dos. Él no era un mujeriego insensible. Yo no era una chica de anteojos y personalidad tímida. Ambos éramos dos personas que aparentábamos ser alguien más, de maneras distintas, pero lo hacíamos. Ambos ocultábamos secretos muy grandes, ambos nos sentíamos solos. Ambos, juntos, Elliot y yo... tal vez... solo tal vez, Elliot y yo nacimos para conocernos.

Detalle con mis ojos cada hermosa facción, era perfecto. Perecía un ángel. Tan dormido, tan callado, no parecía Elliot. Empecé a desear querer ver su sonrisa, si de algo estaba segura, era que amaba la sonrisa de Elliot. Un pesar recorrió mi cuerpo, al pensar que en algún momento, yo podía ser la razón de que esa sonrisa se fuera. ¿Elliot se molestaría mucho cuando supiera la verdad? ¿Algún día la sabría?

-Gracias... -susurro-. Me hacía falta saber que podía contar con alguien –murmuro suavemente, para luego volver a dormirse.

Y pronto, yo también caí en un profundo sueño, pero algo me atormentaba. El hecho de que cuando terminara la misión, debía dejar a Elliot. Me abrumaba. Tal vez llevaba la misión lentamente por él, inconscientemente, pero lo hacía. Rápidamente, desperté. Abrí los ojos como platos. ¿Cómo iba a hacer para ir mañana al colegio, si estaba en la casa de Elliot?

AGENTE ESPECIAL -TERMINADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora