CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

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RETURN TO THE BEGINNING CAPÍTULO TRECE; PARTE DOS

Se sorprendió cuando Lucifer volvió a dejarla sobre el suelo, estática y abrumada sin saber lo qe había pasado. Un movimiento a su derecha llamó la atención, y descubrió a Crowley, tirado en el suelo con un cepillo de dientes en las manos y con la apariencia de haber salido de vagabundear en un lugar de la costa estadounidense.

—Has llegado en el momento perfecto— añadió del moreno con un movimiento de sus manos instando a todo el mundo a moverse.

Savannah pegó un pequeño salto al escuchar el jaleo a su alrededor, sorprendiéndose de la verdadera cantidad de demonios que había en aquella sala y que podrían haber saltado sobre ella sin previo aviso.

—¿Qué te parece la reforma?— preguntó Lucifer, de nuevo, volviéndose hacia ella y abriendo ambas manos a los lados de su cuerpo —. Maravilloso, ¿verdad? Atenta a esto— dijo, alzando su dedo índice en el aire—. ¡Recordad, las tres eses! ¡Siempre sed salvajes!— espetó en alto, con una sonrisa, a coro con el resto de demonios que trasteaban entre miles de libros y pergaminos en aquel lugar—. No se lo digas a nadie, pero realmente echaba de menos esto— añadió con una risa —. Pero dime, ¿cuál es el motivo de tu agradable visita?

—Creo que ya lo sabes— le dijo, cruzándose de brazos.

—Oh, ¡mírate!— dijo con un gesto hacia ella con sus manos—. Pareciendo tan fuerte y decidida cuando hace un par de días estabas llorando como una niña por la pérdida de tu amo.

—Castiel no es mi amo— respondió la chica entre dientes.

—Claro que no...— contestó el hombre, yendo en dirección a Crowley que seguía tirado en el suelo. El británico bajó la mirada en cuanto se encontró con la de Lucifer, volviendo a limpiar el suelo con ahínco—. Y aún así apareces aquí como un perrillo abandonado ¿Traes algo interesante?— preguntó, parando a medio camino junto a un demonio y cogiendo otros documentos—. ¿Otra mano de Dios, por ejemplo?— sugirió.

—Déjale— ordenó la chica, como si aquello pudiese hacer de alguna forma algún efecto sobre él.

—No, yo le necesito y él me necesita. Así que: No— dijo, devolviendo el documento a otro demonio mientras la mujer con el pelo afro seguía en el estrado, observando a Savannah con cara de haber chupado un limón—. Muévete— exclamó en dirección a la mujer—. Cuanto antes me encontréis otra mano de Dios, antes seré feliz— le dijo, yendo de vuelta hacia Savannah—. Tú quieres que sea feliz ¿verdad, muñeca?

—Que te den...— le espetó la chica cuando Lucifer llegó hasta a ella, acercándose a su oído.

—¿Te ofreces como voluntaria?— con un movimiento rápido, Savannah sacó la primera espada de la cinturilla de sus pantalones, lanzándola hacia el estómago de Lucifer que la interceptó a una velocidad superior a la que ella se había movido—. ¿Qué tenemos aquí? ¡Wow!— Murmuró, apartándola de un golpe y lanzándola en dirección a la pared de detrás de Crowley — En serio, wow. Tendría que haberte dejado hacerlo— comentó, sopesando el arma mientras se mordía la lengua con una sonrisa —. Habría sido divertido. ¿Sabes que esto a mi apenas me hace cosquillas? — preguntó—. Sin embargo, a tu novio...— dijo, ladeando el rostro—. Guardad esto— ordenó de nuevo a la demonio que ahora le sonreía—. Puede que nos sea de utilidad— Escuchad, quiero que busquéis arriba, abajo, dentro, fuera, en cada almacén, cada granja, cada gallinero y caseta para perros.

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