CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

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RETURN TO THE BEGINNING CAPÍTULO DOCE; PARTE DOS

Savannah cogió todo el aire que sus pulmones fueron capaces de contener y después expiró, tratando de imaginarse como toda la tensión que sentía desde el mismo momento en que Dean había decidido llamar al ángel se esfumaba. Pero no funcionaba, y aquello no había dejado de aumentar desde el momento en que la puerta del búnker se había abierto y ella se había encontrado con la mirada del de la gabardina desde lo más alto de las escaleras.

El moreno bajó sin decir nada, saludando a los otros dos con una tímida sonrisa, como si nada hubiese pasado. Estaba claro que los dos cazadores trataban de evitar el tema de lo ocurrido la última vez que le habían visto, en aquella despedida tan extraña que para ambos había sido culpa de la castaña. Ni siquiera supo cómo reaccionar cuando pasó junto a ella, después de que le explicasen todo lo que había pasado, sin decirla nada, dirigiéndose directamente a las imágenes que habían puesto con chinchetas en varias pizarras en el hall de entrada del búnker. 

—Había varios objetos tocados por Él— comentó el ángel una vez le hubieron contado lo que pensaban que eran cada uno de los objetos que estaban retratados en aquellos dibujos y pinturas—. Pero... no se me ocurrió que alguno hubiera sobrevivido al diluvio— dijo, extrañado y dándose la vuelta hacia ellos— . Y menos al siglo XX.

—¿Crees que podríamos usarlo contra Amara?— preguntó Sam desde una de las sillas colocadas alrededor de la mesa mapeada. Su hermano estaba al otro lado, y Savannah estaba situada detrás del primero, escuchándolo todo y a la vez evitando las miradas de todos. 

Castiel suspiró, de brazos cruzados, mirando a un lado y a otro y valorando la idea de usar uno de aquellos objetos tocados por Dios en contra de la Oscuridad.

—Es perfecto...— Murmuró algo conmocionado.

Sam y Dean se miraron el uno al otro mientras Savannah levantaba el rostro con una ceja alzada. Rara vez el ángel solía ser tan expresivo, al menos el tiempo que ella había estado con él. Quizá Dean tenía razón y después de todo ella no le conocía tanto como pensaba.

—Puedo llevaros allí— dijo con rapidez.

—¿Sin tus alas?— inquirió Sam confuso mientras el ángel comenzaba a andar de un lado a otro de la habitación— Cas, no puedes ni teletransportarte.

—El tiempo es... un asunto distinto— Comentó, mirando al menor de los Winchester mientras dejaba caer los brazos a ambos lados de su cuerpo.

Dean chascó los dedos, llamando la atención de los otros dos cazadores. Parecía contento y convencido y le echó una mirada de satisfacción a la castaña que rodó los ojos, desviando su mirada hacia cualquier otro punto de aquella sala.

—Os lo dije— soltó el rubio, manifestando sus pensamientos en alto más para ella que para su hermano.

El ángel dirigió su atención a un montón de hojas que también habían colgado de una de las pizarras comenzando a pasarlas mientras Savannah observaba todos sus movimientos.

—Bueno... estos son ¿las últimas coordenadas?— dedujo, tras dirigir un vistazo al resto del mapa que cubría aquel pizarrón.

— Es la última transmisión del submarino, sí— afirmó Dean mientras su amigo valoraba toda aquella información.

La castaña se sentía como si hubiese estado trabajando para darle todo hecho al ángel delante de ella. No sabía por qué, pero el sentimiento que ocupaba en gran parte la mayoría de su pecho ahora era repudio hacia esa figura delante de ella.

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