CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

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RETURN TO THE BEGINNING CAPÍTULO DOCE; PARTE UNO

Dean estaba muy cabreado. Y no porque Savannah hubiese decidido quedarse con ellos. No. Aquello hasta podía entenderlo. Una pelea la tenían todas las parejas, aunque aquellos dos parecían haber comenzado a discutir demasiado pronto. El problema era que ahora sabía porque Savannah rehuía al ángel. Porque era ella la que lo hacía.

Pero que se le pasase aquella simple idea por la cabeza...

Flash back

—Oh, coño— fue lo único que consiguió decir Savannah al ver la imagen de Castiel delante de ella.

Más que Castiel, al Qareen que había cogido la imagen del ángel para acercarse a ella y arrancarle el corazón del pecho, al igual que lo había hecho antes con el aspecto de Amara para tratar de matar a Dean con el mismo modus operandi.

Y para ello había tenido que besar a Dean, para que le maldición estuviese sobre ella y no sobre el cazador que parecía abotargado cada vez que la hermana de Dios aparecía delante de él. El problema de aquello es que aquellas criaturas eran capaces de leerte el corazón, la mente, el alma o lo que fuera. Podían decirte todo lo que sentías sobre aquella persona que tenías delante.

Y había hablado de lo lindo sobre todo lo que ella pensaba de Castiel en aquel momento.

Fin del flash back

Esperó a que Sam se metiese a su habitación desde que llegaron al búnker para pillarla desprevenida y echarla la charla que no había podido echarle con su hermano delante. No quería a otra persona desconfiando de Castiel por el búnker.

—¿Cuál es tu puñetero problema?— le preguntó, mientras la chica bajaba la mirada, algo avergonzada delante de él—. ¿Cómo se te puede pasar siquiera por la cabeza?

—Dean, tú no has estado apenas tiempo con él— le espetó.

—¡Le conozco! ¡Le conozco desde hace más tiempo que tú!— le reprochó el rubio mientras Savannah negaba la cabeza en la biblioteca del búnker—. Por Dios Santo...

La cazadora se levantó el brazo de la chaqueta con intención de mostrarle la marca que aún tenía y que confiaba en que señalase que seguía siendo el alma gemela de Castiel.

—Esto debe significar algo— le explicó, tratando de hacerle entender sus razones para pensar que el ángel hubiese dicho que sí a Lucifer—. Y me dice que ocurre algo raro. Queráis verlo o no.

—¡Cas lleva mucha mierda encima!— lo defendió de nuevo su amigo.

—¡Todos la llevamos, Dean!— exclamó la chica.

—Escúchame, nosotros ya hemos vivido esto. Ya sabemos lo que es tener a Lucifer rondando por el campo. ¿Sinceramente crees que él haría algo así sabiendo todo lo que acarrea?— le preguntó Dean, acercándose y bajando la voz, insistiendo en cambiar su opinión.

—Ha cambiado. No has visto lo que yo— le repitió.

—Puede que no le conozcas tanto como crees— fue lo único que dijo Dean, saliendo de la biblioteca y yéndose a su habitación con pasos rápidos y agigantados.

...

Sam y Savannah estaban en la cocina del búnker, rodeados de todos los libros que pudiesen encontrar. La chica tenía la sensación de que habían perdido demasiado tiempo entre los casos y que ahora les quedaba poco para encontrar cualquier cosa que les pudiese servir para acabar con Amara.

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