CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

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RETURN TO THE BEGINNING CAPÍTULO DOCE; PARTE TRES

Llevaban como una hora buscando entre los libros. Savannah trataba de concentrarse en encontrar algo que les ayudase a viajar al pasado, o a traer a Dean de vuelta con ellos. Pero sus pensamientos se veían interrumpidos cada dos por tres por lo ocurrido con Castiel.

No podía ser una coincidencia que el ángel actuase de forma tan extraña últimamente y de repente perdiese a Dean unos 70 años en el pasado. Levantó los ojos para encontrársele con el rostro apoyado sobre su mano, pasando cansinamente las hojas de uno de los libros que habían sacado de las estanterías, como si todo aquello le aburriese.

—Un segundo....Creo que he dado con algo— Sam no había parado de dar vueltas por la biblioteca durante todo el tiempo, y en aquel momento interrumpió las cavilaciones de Savannah, dirigiéndose hacia ellos con un volumen en las manos—. "La Magia de la Reunión". Es un hechizo que concentra el poder de seres celestiales, ángeles— continuó, señalando con aquella última palabra al moreno— ... contra toda forma dibujada. Fue diseñado para eliminar todos los bloqueos místicos— comentó sentándose junto a Castiel que ahora parecía bastante más interesado—. Es un hechizo teórico, nunca se ha utilizado, pero podría funcionar.

—¿Tienes los ingredientes?— preguntó el ángel, observando el libro que Sam le tendía.

La cazadora se levantó de su asiento, rodeó la mesa y se situó junto al castaño, mirando la lista de cosas que necesitaban para realizar aquel conjuro.

—Falta uno— comentó Savannah, pasando su índice por la página, y suspirando con una sonrisa frustrada—. Por eso no se ha usado nunca. Requiere el poder de un Arcángel.

Sam suspiró igualmente, cerrando la tapa del libro con desgana, pareciendo estar a punto de darse por vencido. La castaña enterró la cara en sus manos y después miró a ambos, esperando que alguno tuviese una mejor idea, ya que ninguno de los libros que ella había mirado decía nada ni mínimamente parecido a lo que acababa de encontrar.

—¿Cómo se supone que vamos a encontrar algún arcángel?— preguntó la chica.

—No podemos— sentenció Sam—. Miguel está en la jaula con Lucifer, Gabriel está muerto, Uriel también...— comenzó a recitar.

—Bueno, podemos intentarlo— dijo Castiel junto a ellos, mirándoles con los labios convertidos en una fina línea.

—No tenemos tiempo para pruebas, Cas— le contestó el castaño, hundido—. Aún estando bien no eres bastante fuerte— comentó, contando con que el ángel se refería a intentar usarse a sí mismo.

El cazador se levantó de la silla, tratando de buscar cualquier otra cosa por las estanterías, y aún así el ángel cogió el libro que este había dejado sobre la mesa y lo abrió, buscando la página en la que estaba el conjuro. Savannah observó aquello algo acongojada, al ver que, por primera vez en aquel rato que llevaban allí, Castiel parecía dispuesto a hacer cualquier cosa que tuviera en sus manos para traer a su amigo de vuelta.

—¿Lo vas a intentar?— curioseó, aún de pié al lado de la mesa.

El moreno apartó la mirada del libro por un momento para mirarla.

—¿Y tú?— fue su respuesta.

Savannah asintió, cogiendo la silla que Sam había dejado algo apartada y sentándose junto a Castiel, dispuesta a ayudar.

—¿Qué es lo que necesitas?— inquirió, tratando de mirar la página que ya había encontrado el de la gabardina por encima del hombro de este, comenzando a ponerse nerviosa por la cercanía que llevaba tanto tiempo sin tener con el cuerpo del ángel, que ahora olía a mar.

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