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RETURN TO THE BEGINNING CAPÍTULO CATORCE; PARTE DOS
—Así que ahora sí que soy de utilidad — ironizó la chica mientras los hermanos observaban aquello como si se tratase de un partido de ping pong —. Hace unos minutos pensabas que habría sido capaz de "matarme sin pestañear" — dijo, haciendo las comillas en el aire para enfatizar su cita.
—Bueno, él no, ¿verdad? Puede mandar que te maten, pero no puede estar delante ¿por qué? Oh... — resolvió rápidamente, con una gran sonrisa —. Porque si nuestro pequeño amigo alado que aún sigue en el recipiente lo ve, sale a la superficie. Podríamos aprovechar eso — sugirió, dirigiéndose a los otros dos que ahora le miraban algo escandalizados.
—Eso no va a pasar — soltó Dean, acercándose a Savannah de forma inconsciente mientras Sam se mantenía quieto detrás de él, valorando aquella idea. El rubio se volvió hacia su hermano al darse cuenta de que este no había respondido tan rápidamente como él —. ¡Vamos! ¡¿En serio, Sam?! Esto es una línea que no pienso cruzar.
Savannah ni siquiera abrió la boca. Tenía que decir que quizá no era una mala idea usarla, pero estaba segura de que llegado el momento, Lucifer podría tomar el control sobre Castiel y daría igual si ella estaba delante de él muriéndose como si no, y quizá el riesgo no mereciera la pena. Se sorprendió a sí misma sopesando aquella idea como si nada.
Más parecía que estuviesen hablando de la muerte de un desconocido que de la suya propia, pero estaba cansada de luchar, estaba cansada de esforzarse y acabar dándose cabezazos contra la realidad. Había perdido primero a Henry, después a su hermana y a Charlotte, ya poco le quedaba por lo que preocuparse, por no decir nada. Y si tenía que aceptar el riesgo para salvar a la humanidad o lo que fuera de lo que se tratase todo aquello, estaba dispuesta a hacerlo.
—Tú también, para — soltó Dean, con sus ojos ahora puestos sobre ella —. No voy a dejar que lo hagas. No pienso ponerte delante de él como una ofrenda.
—También es mi decisión, Dean — se defendió, si eran tres contra uno al rubio no le quedaría otra que acatar.
—No, tiene razón — se corrigió Sam, de pronto, recibiendo una mirada dolida por parte de la castaña que ahora se sentía como si le hubiesen dejado sola con la carga —. Esto no tiene nada que ver contigo, tenemos que solucionarlo nosotros.
—¡¿Qué no tiene nada que ver conmigo?! — gritó de repente la chica, sorprendiéndose de como burbujeaba la rabia en su interior, como un volcán al que le hacía falta el más mínimo movimiento para estallar —. ¡Es Castiel el que esta dentro de ese cuerpo! — se quejó —. ¡Yo no he elegido esto! — continuó, abriendo los brazos para abarcar todo lo que estaba a su alrededo —. ¡Ni esto! — dijo, levantando el brazo para mostrarles la marca que había dejado Castiel aquella primera noche que habían pasado juntos —. ¡Pero esto es algo que puedo elegir! ¡Tengo derecho a hacerlo!
