CAPÍTULO TREINTA Y UNO

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RETURN TO THE BEGINNING CAPÍTULO ONCE; PARTE UNO

Castiel había desaparecido del mapa de nuevo. Ni llamadas, ni mensajes, ni visitas, ni tampoco conversaciones mentales. Savannah estaba comenzando a preguntarse qué hacía allí. Más de una vez había sopesado la idea de hacer su bolsa y largarse en mitad de la noche. Pero la Oscuridad seguía estando ahí fuera y se había comprometido a ayudar a los chicos. Ahora más que nunca ella estaba metida de lleno en el ajo y no pensaba dejarles a su merced sabiendo que no lo merecían.

Sin embargo no podía evitar darles malas contestaciones, arrepintiéndose al momento al notar como el silencio se extendía en las conversaciones con ellos. Tampoco se lo reprochaban porque  hasta cierto punto comprendían lo que le estaba ocurriendo, pero eso no quitaba que Savannah se sintiese culpable al desquitarse con ellos, enfadándose seguidamente por permitirla comportarse de aquella forma.

Después de los errores que los hermanos creían haber cometido con ella no se creían con el derecho a recriminarla nada, más Sam que Dean. El segundo parecía consentirse algunas contestaciones pero era por el hecho de que comenzaba a sentir a Savannah como una hermana más que como alguien que cohabitaba con ellos en el búnker.

Para los hermanos llevar la ausencia de Castiel era bastante fácil, se habían acostumbrado a convivir entre ellos dos solos, con el ángel asomando la cabeza de vez en cuando para ayudarles, más últimamente que había perdido sus alas y que permanecía gran parte del tiempo con ellos por el tiempo que le llevaba hacer un viaje. Pero sobretodo, desde que había aparecido la castaña en sus vidas, el de la gabardina había estado con ellos todo el tiempo, y ahora era algo raro no escucharle hablar cada dos por tres.

Así que, desde la marcha del ángel habían pasado unas dos semanas, y Savannah se había apuntado a todas y cada una de las cacerías que habían llevado a cabo los hermanos, dándose cuenta de lo bien que parecía compenetrarse con ellos.

Aquel día estaba resultando aburrido, y abandonó su habitación pasándose la mano por la costra de su cabeza que desaparecía poco a poco. Ni siquiera comprendía cómo podía seguir viva después de la herida que se había hecho, de lo que sí estaba segura era que si tenía suerte, aquel día la había gastado por completo.

—¡Hey!— saludó cuando la imagen de los dos Winchester apareció delante de ella al entrar en la biblioteca.

Subió las escaleras y se acercó a la mesa, apoyándose junto a Dean que parecía acabar de llegar de la compra, sentado al lado de su hermano. Una bolsa blanca reposaba sobre la superficie de la mesa y Savannah se contuvo de examinarla al recibir un manotazo del rubio en cuanto comenzó a tocarla.

—¿Qué hay ahí?— inquirió, recogiendo uno de los tres botellines que Dean había dejado también sobre la madera.

—Cerveza, mayormente— contestó Dean sonriente —. Pero he traído algo de comida.

—Y, ¿por qué no puedo tocarla entonces?— el mayor de los Winchester se encogió de hombros mientras Savannah ladeaba el rostro y negaba con la cabeza—. ¿Habéis encontrado algo?

—No, pero Sam está bastante interesado en comadrejas montadas en pájaros carpinteros.

—¿Quiero saber a qué se refiere con eso?

—Probablemente no — contestó de nuevo el rubio, sonriente.

—El pájaro carpintero está volando — interrumpió Sam, como si aquello justificase su intromisión en lo más oscuro de internet.

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