El sol se ponía ya en el cielo, el aire soplaba demasiado fuerte, agitaba mi cabello y por primera vez en años me arrepentí de llevarlo tan largo, me pesaba demasiado, en comparación a la ligereza de la ropa y las armas que llevaba conmigo. De alguna manera conseguí pasarlo al frete y sin importar la sangre que cubría la hoja de la navaja con un tajo limpio me libere de más de la mitad de mi cabello, que se fue volando en torbellinos de color violeta; agite la cabeza de lado a lado, midiendo el peso y sin darme cuenta la sonrisa feroz volvió a mis labios, el encogido demonio me miro con ojos de interés, mire lo esos fríos y felinos ojos, mostraban diversión y eso aumento mi furia, la piel negra de el demonio se erizo mientras se levantaba.
El monstruoso ser se abalanzo sobre mi cuerpo y con la ligereza adquirida con el corte de cabello, salte y mi cuerpo se elevo uno o dos metros, agarre fuertemente mi luna creciente y comencé a descender, pero no enterré el filo en mi rival, pues este al ver mi habilidad me tomo del tobillo y me jalo haciendo que cayera sobre el, me mostró los afilados colmillos y con la mirada lo rete a golpearme, una vez mas me ataco y esta vez alcanzo con sus garras a desgarrar mi ropa y piel del abdomen, solté un gemido del dolor y sentí mi sangre escurrir, con el silencio del momento casi podía escuchar las gotas al caer en el suelo.
Rugí o grite -como un animal salvaje molesto- no lo recuerdo con precisión; aunque si se que volví a abalanzarme contra mi enemigo, su velocidad fue muy poca comparada a la mía, de un solo movimiento lo corte en dos, justo por la mitad; su sangre me baño completamente y en donde las cortadas se juntaban con la sangre demoníaca se levantaba humo y quemaba mi piel.
El ardor escocia mi cuerpo y mis ojos, pase la lengua por mis labios y ese fue el peor error, el sabor era amargo y ardía como si tomaras ácido caliente.
Volví a gritar, pero el sonido salio espeso, atrayendo consigo a más de aquellos seres. Un par de lagrimas torpes y furiosas se abrieron paso por la espesa capa de sangre infernal.
Antes de ver la siguiente oleada de enemigos caía al suelo y me quede inmóvil, casi muerta, e sonido de la batalla aproximándose me lleno los oídos, no podía moverme, mi piel estaba casi en carne viva y el sonido de metal y sufrimiento me lastimaban el corazón...
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La Chica del Cabello Violeta
Ciencia FicciónQuizás un diario, quizás no, los relatos no tienen orden alguno, son solo eso relatos, y aunque todos son de la misma persona, no tienen un orden y no intenten encontrarlos. A quien lo lea, en realidad no busques que sea algo en orden.