Narrado en primera persona:
Desperté bañada en sudor frío aunque la noche estaba completamente helada, las cobijas de la cama se encontraban en el suelo o a medio colgar entre el y mi cama. Pase una mano por mi frente y esta quedo mojada al instante, mire por la ventana y la cortina ligeramente abierta como siempre solía dejarla, afuera no había ni una sola luz, las farolas estaban por completo extintas y eso era algo demasiado extraño en el vecindario donde vivía. Me levante de la cama y el camisón que usaba se pego aun mas a mi piel, sobre todo en los pechos desnudos y en mi trasero, la sensación era extraña y por un momento mi respiración se acelero pues un ruido extraño llego a mis oídos, el sonido venia de dentro del pequeño departamento, camine en silencio por toda mi habitacion y maldije, por una noche todas mis armas se encontraban en la sala del lugar y no podía aventurarme a salir sin algo con que atacar y más aun sin ropa interior, me puse el primer sostén que encontré en el suelo y tome unas pantis del cajón. No tenía armas ni alternativa solo podía salir así y rogar que mi experiencia como luchadora de cuerpo a cuerpo sirviera.
Fui de puntillas hasta la puerta de entrada de mi cuarto y la abrí de la manera mas silenciosa que pude, el ruido se hizo mas fuerte y me di cuenta que venía de la cocina, lo único que se interponía entre el intruso y yo era un pasillo y el lugar que ocupaba la pequeña sala de estar y el comedor, recordé en ese momento que tenía una pequeña daga oculta en el primer cajón del mueble que adornaba el pasillo en el que ahora me encontraba parada, solté lentamente el aire de mis pulmones y en el silencio mas absoluto que pude abri el cajón de un movimiento y tome el objeto. No había más, tendría que valerme de mi misma para lograr salir de aquella situación con vida.
Llegue hasta la cocina, una luz desde la heladeras, un resplandor blanco, una espalda desnuda bañada en sangre y negro. Apreté más la daga en mis manos, la punta de un ala en la entrada de la habitación ocupada por el intruso. Mi daga en su cuello, la tensión que sentía de sus músculos bajo la fina tela de mí camisón.–¿Quién eres?–
La voz salió, no sonaba como yo, era mas distante, más melódica, tranquila y expresiva. ¿Cargada de qué? De nada podía ser, no conocía al peli blanco indefenso y tenso. Sentí sus palabras antes de que las dijera, como sí leyera el pensamiento del ángel que estaba en mí cocina.
–Soy Velth, señorita Dassiel.–
La daga cayo de mi mano, una fuerte punzada en mí cabeza, el nombre, la voz, mi nombre. Nada encajaba pero todo parecía tener sentido, baje de su espalda y mis manos recorrieron su esolada, haciendo un camino imaginario en ella.
–Aún sabes dónde están mis cicatrices, pequeña colibrí–
✿***ฺ✿ฺ
Abrí los ojos de manera abrupta, el cuerpo bañado en sudor como en el sueño, la ventana ligeramente abierta y la cortina igual, las farolas de la vieja calle encendidas. Me acerque a la ventana y ahí a unos metros, justo en frente y mirando a mí ventana el ángel de cabellos blancos, con la sonrisa amplia y una mirada conocida.
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La Chica del Cabello Violeta
Science FictionQuizás un diario, quizás no, los relatos no tienen orden alguno, son solo eso relatos, y aunque todos son de la misma persona, no tienen un orden y no intenten encontrarlos. A quien lo lea, en realidad no busques que sea algo en orden.