El reloj que se encontraba junto a la lámpara marcaba las nueve de la mañana, devolví la mirada al techo donde se encontraba una amplia imagen donde solo se encontraba un paisaje, mostraba tranquilidad, y una hermosa vista del sol ocultándose con el cielo tiñéndose de diferentes tonos.
En la puerta se encontraba un gancho donde sostenía una camiseta de recuadros, la que usaría para este día, las puertas del armario estaban separadas donde tan solo bajar la mirada se encontraban un par de tenis: los cordones estaban sucios de tierra, y el color negro comenzaba a tornarse gris por su uso diario.—«Es aún temprano para ser las 9»—cerré los ojos y volví a arroparme de pies a cabeza.
Fruncí el ceño y estiré mi brazo hacia el cesto de basura lleno de hojas de mi libreta, latas de energizante, plumas sin tinta, restos de un lápiz, e incluso un par de botellas de agua mineral, solo para tomar un woki Toki o Wiquetoki como se llame, lo tiré a la basura hace días y ahora escuchaba la estática, su sonido era insoportable aún más en la mañana.
–Tierra llamando a Sam, Tierra llamado a Sam...¡Contesta!—su voz resonó en la habitación, ya que lo único que se escuchaba era el aire acondicionado.
–...Aquí Sam—contesté algo soñolienta antes de bostezar, mi vos sonó ronca y podía sentir la garganta tan seca que por varios segundos quise aclararla pero era más que claro que necesitaba beber agua.
–Mama te espera abajo en 20 para desayunar–paró–minutos, quiero decir.
–Enseguida —dejé de presionar el botón y se escuchó la insoportable estática por un momento.
– ¡Tienes que decir "cambio"!.
Suspiré antes de rodear los ojos y devolverlo a la basura.
–"Cambio"
La estática resonó y al saber que ya no contestaría detuve mi brazo antes de lanzarlo al cesto. Por unos segundos me quedé observándolo y con un último suspiro lo dejé sobre la mesita de noche.
Caminé hacia la puerta y salí al corredor. Entré a la regadera recorriendo la cortina azul. Solo me tomó diez minutos ducharme, tomé un cepillo y comencé a pasarlo por mi cabellera. Finalmente salí del baño y volví a mi habitación. Cuando cerré la puerta detrás de mí tomé la camiseta que colgaba en el gancho y antes de ponérmela me puse primero una de tirantes gruesos color negra, acto siguiente me puse el pantalón qué había dejado sobre la cama la noche anterior, era de un color negro y roto de las rodillas, cuando terminé de abotonar el único botón me dirigí a mi armario y me puse el calzado qué había escogido y finalmente me coloqué los brazaletes de cuerda decorados con algunas bolitas de "bola ocho".
Salí de mi habitación cerrando la puerta de espaldas y fui hacia las escaleras, al sentir la barandilla fría entre mis dedos comencé a bajar rápidamente provocando que mis pasos resonaran. Llegué a la cocina, pasé por unas puertecitas como del oeste—como las que se encontraban en los bares en las películas de vaqueros—llegué al comedor, mi madre depositaba la jarra de jugo de naranja y finalmente se sentaba al lado de mi padre.
—Buenos días—saludó e hizo que sus labios se curvearan en una sonrisa a la que ya estaba acostumbrada al ver por la mañana.
—Buenos días—le devolví el saludo, caminé hasta la mesa y me senté justo al lado de mi hermano mientras disfrutaba el jugo de naranja.
—¿Sabes?, a mamá le gusta que estemos todos juntos los fines de semana, ya que los llama "Días familiares"—comentó mi hermano depositando en la mesa el vaso de vidrio qué contenía ahora la mitad del jugo.
ESTÁS LEYENDO
SOBREVIVIR EN ESTE MUNDO CRUEL
Science Fiction-Que importa cuando tengo seis balas-Con la mira al frente y el dedo en el gatillo apuntó al ciervo durante unos segundos hasta que levantó la cabeza, las orejas comenzaron a moverse por el sonido del seguro recientemente-pero no son para los seres...