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La puerta se deslizó después de que Celia saliera, ella me ayudó a extraer cada fragmento de mi espalda pero aún seguía doliendo, sabía que tendría que ir para que me revisaran y eso tenía que ser después de contarle todo a mi hermano, sabía que Ray no se lo tomaría bien y sabía que Nicolás se molestaría con migo si estoy dispuesta a seguir con esto después de lo que sucedió el día de hoy. Pero había conseguido una amiga.

Me levanté cuidadosamente cuando escuché la puerta metálica cerrarse. Sentía el frío chocar con mi piel húmeda por el alcohol que había puesto Celia después de retirar los fragmentos pero no podía cubrirme con la manta ya que con solo roce me dolería.

—Maldición—mascullé al tomar del suelo la blusa que me había quitado. Me cubrí mi pecho cuando comencé a caminar por el corredor después de que tomé mi toalla de la litera llegando finalmente a la habitación donde me ducharía —odiare esto, pero si tengo que sentir dolor para tomar una ducha, que así sea—me despojé de las únicas prendas que quedaban en mí cuerpo y las coloqué en uno de los bancos metálicos pegados a la pared. Mientras me preparaba para el dolor desenrollé la venda de mi cuello y me expuse al agua tibia, mi cuerpo fue empapándose poco a poco y al hacerlo sentía escalofríos y un poco de dolor cuando el agua tuvo contacto con mi espalda, rozaba cuidadosamente mi cuerpo con la barra de jabón al igual que enjuagaba mis manos para tocar cuidadosamente mi cuello.

Mi corazón latió desesperadamente cuando la puerta de esta habitación fue deslizada provocando que me quedará en mi lugar paralizada. En espera de alguna voz.

—Sam—escuché la voz de Nicolás con un tono de voz alegre pero en mí solo creció algo de pánico en mi pecho.

— ¿S-Si?—intenté sonar lo más normal que pude e intenté que no lo descubriese tan rápido aquel esfuerzo.

—Nos dijeron que el camión había llegado, no nos buscaste en el comedor...

Escuchaba como se acercaba a donde me encontraba, encerrada en un pequeño espacio con mi cuerpo empapado y el corazón latiendo como loco a punto de salirse de mi caja torácica.

— ¿Podrías e-esperar afuera?, por favor—aquel intento de sonar dura falló cuando lo único que conseguí fue que el corazón se me encogiese.

Solo bastó un golpe en la delgada puerta que nos separaba para sobresaltarme, me abracé a mí misma para no romper en llanto cuando quería decirle todo, y aunque pudiera molestarse y enfadarse me sentía mal cuando le estoy ocultando algo importante.

—Sucedió algo ¿verdad?—sus manos tocaron la delgada puerta que le impedía estar junto a ella, no podía verla, no podía tocarla, no podía besar esa suave espalda que ahora estaba herida—Sam—llamó de nuevo.

Al escucharlo cerró las manijas del agua y tomó la toalla que colgaba de la puerta. Cuidadosamente envolvió su cuerpo aun empapado sin ajustarla mucho para no liberar un quejido de dolor que pudiera alertarlo.

Nicolás retrocedió un poco en cuanto escucho que el seguro era liberado. La miró ahí de pie con el cabello mojado recordándole a Axel esta mañana cuando salió de la ducha con el cabello estilando y mojando el suelo. Sus manos cosquilleaban por tomar su cuerpo y capturarla entre sus brazos y no dejar que desapareciera dejándolo solo.

—Me cambiaré, así que...

Él asintió de inmediato reprimiendo aquel deseo de abrazarla y sentir su calor. Solo observó por un par de segundos las gotas de agua en su rostro que comenzaban a descender por la barbilla cuando ella salió de su campo de visión para dirigirse al banco donde había dejado su ropa.

SOBREVIVIR EN ESTE MUNDO CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora