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¿La carretera siempre fue tan silenciosa? ¿Los neumáticos no emiten ni un sonido al rodar, solo lo hacen cuando rechinan al frenar? solo un auto pasaba por esta y es ahí donde nos encontrábamos, pero tanto como el exterior y el interior ambos estaban en un terrible silencio y solo el motor se escuchaba. Los árboles altos, secos y quebradizos posaban débilmente en su posición permanente, no los volvías a ver en el camino, excepto que pienses volver, se hacían diminutos al alejarse y desaparecían por la distancia.

—Hace una hora debimos haber visto una estación de servicio o una pequeña civilización—comenté recargándome enfadada en la ventanilla—tal vez debemos esperar un poco más.

—Quizá en el camino podamos encontrar de nuevo algunas hileras de autos derribados o abandonados.

«Abandonados»

Volví el rostro hacia Wilson, las manos sostenían fuertemente el volante y su arma reposaba en la repisa, su cabello marrón que le caía sobre las orejas y la frente estaba alborotado y sudoroso, sus ojos oscuros reposaban en la carretera gris y las líneas amarillas separadas perfectamente que yo había estado contando todo el camino, llegué a contar 235 pero luego dejé ese juego aburrido que hacía cuando viajaba en auto con mis padres para ver a la abuela, alguna zonas turísticas o divertidas para Axel, incluso llegábamos a ir al bosque

De nuevo el silencio llegó, me mantuve observando por la ventana, incluso tomé de la mochila la COLT que había encontrado en la guantera de aquel auto para comenzar a observarle fijamente y noté que el color negro hacia ver elegante el arma.

—Creo que me he enamorado—comenté mientras observaba fijamente el arma y la giraba en diferentes ángulos.

El auto se detuvo bruscamente que el cinturón que me sujetaba hizo bien su trabajo al no dejar que me estampara con el parabrisas y mucho menos con un arma en la mano que recientemente la había cargado. Quise protestarle a Wilson por frenar tan repentinamente pero solo de observar el pequeño edificio muy reconocido que se encontraba allí cambie de opinión. La estación de servicio estaba horrible, algunos pedazos de vidrios aún estaban en los marcos de las ventanas, y la suciedad la consumía tanto por dentro como por fuera pero me sorprende ver el letrero de "abierto" en la puerta con alguna que otra mancha de sangre seca mezclada con tierra.

—Creo que la suerte está de nuestro lado hoy—comentó Wilson volviendo a aumentar la velocidad—revisaré si hay combustible, si encuentras comida no dudes en tomarla y guardarla en tu mochila.

—Lo sé, lo sé muy bien.

Al llegar a la estación de servicio, Wilson paró al lado de una de las máquinas de combustible y empezó a revisar la primera más cercana. Con velocidad Salí del auto con mi mochila en una mano y mientras caminaba pasaba un tirante por mi brazo. Troté hasta llegar a las puertas cristalinas del edifico, estaban muy sucias pero coloqué mis manos en el perfecto cristal y observé su interior como si no hubiera visto cuanta suciedad me lo impedía. No pude evitar recordar esa vez que llegamos a la estación de servicio antes de todo esto, el hombre mayor que me atendió me había hecho reír con un chiste de su juventud cuando me decía el total que tenía que pagar, pero luego ocurrió "eso", la alegría de los ojos de aquel hombre al dispararle aquella mujer que había atacado el conductor desapareció y después de ayudarnos vino el fuerte sonido de la liberación de la segunda bala que hicieron que las puertas de mancharan de sangre ante mis ojos.

Sacudí mí cabeza violentamente e intenté abrir una de las puertas, cuando lo conseguí sujeté fuertemente los tirantes de la mochila y entré.

Wilson revisaba la tercera máquina, la sacudía y pateaba para al menos hacer que él combustible llegara a la manguera. Pero nada.

— ¡Maldición!—pateó fuertemente una cubeta blanca sucia y rota de la orilla, se dio la vuelta y se recargó en la parte frontal del auto con la mirada hacia abajo— ¿tuviste suerte?—alzó la voz para que ella lo escuchara desde dentro.

—Bueno...encontré tres latas de comida para perro, pero aún no encuentro comida enlatada para nosotros, ¿sirve?—comenté asomando la cabeza y extender mi mano hacia afuera con una lata.

—Si quieres comer comida para perro está bien.

—Podemos dárselos a los cerdos entonces.

—Los cerdos no son perros.

Cansada le lancé las latas pero este las esquivó victoriosamente. Bufé y regresé al interior.

Wilson se irguió rápidamente con el arma en sus manos al escuchar un sonido mecánico y algo como agua correr, este llevó su dedo índice a la manguera y oprimió el gatillo, de esta salió un chorro. Al saber lo que había derramado en el suelo llevó la manguera al contacto del tanque y vacío todo el combustible. Al terminar devolvió la manguera al sujetador y pensó que sería el lugar perfecto para llenar los tanques de los camiones temporalmente siempre y cuando siga algo de combustible en esas máquinas. De su cinturón sacó el dispositivo comunicativo que Sam había olvidado su nombre y oprimió el botón.

—Papeles de cuentas, tickets olvidados y más papeles—tiré los papeles al suelo y me levanté. Me sentía como si estuviera robando a una tienda pero prácticamente eso hacía, no podía ser emocionante robar estas tiendas si lo único que encuentras es un montón de polvo, papeles viejos, y tickets. Caminé por los pequeños corredores del lugar buscando en los estantes algo que pueda ser comestible o que sirviera como un arma—Están vacíos, solo hay juguetes baratos estropeados, no hay bebidas, no hay nada, tal vez las personas de los autos que habíamos encontrado antes tomaron todo de aquí, por eso tenemos mucha comida—murmuraba para mí misma. Caminé y caminé por los corredores, los congeladores y de nuevo la parte frontal de la caja registradora.

— ¿Los cerdos podrán comer comida de perro?—dije mientras salía de ahí y caminaba hacia dónde estaba Wilson que hablaba por radio, recogí las latas amarillas que le había lanzado y las guardé en los asientos traseros cuando estuve cerca del auto. Me quité la mochila y la lancé al interior, esperé dentro del auto a que Wilson terminara lo que sea que estuviera hablando por radio.

— ¿Ya terminaste?—preguntó asomándose por la ventanilla del conductor.

—Solo habían papeles, tickets y más papeles, juguetes baratos estropeados y mucho polvo.

—Tal vez en la próxima estación tengamos suerte—entró y encendió el auto. En unos cuantos segundos ya se encontraban en la carretera nuevamente.

— ¿Cuánto tiempo tenemos?

Wilson despegó la mano derecha del volante y miró rápidamente el reloj que tenía.

—3 horas.

—Valla, solo una hora hemos estado buscando en la carretera y siento que hemos buscado una eternidad—Me recargué en mi asiento y pegué mi brazo al perfecto cristal deslumbrante por el sol— ¿Crees que los demás estén bien?

—Claro—sonrío—los calificados han salido hoy, ¿no?

Esta solo asintió sin importarle si la haya visto o no, devolvió la mirada al cristal donde reposaba su brazo y contempló los árboles secos pasar rápidamente.

— ¿Agregarás en el reporte: "Desperdició una bala"?

—No—contestó rápidamente—tienes razón los demás deben estar haciendo lo mismo.

—Y supongo que ahora dirás: "Perdón por haberte regañado así que bebamos"—apenas pudo imitar su voz y dejo salir una carcajada.

—No, no lo diré.

La carretera no estaba muy silenciosa en ese momento, ya que las carcajadas resonaron dentro. Cuando cesaron Sam no despegó la mirada de la ventana y Wilson no quitó ni un segundo la vista de la carretera y sus manos del volante.

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SOBREVIVIR EN ESTE MUNDO CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora