A pesar de que recién amanecía, Emma llevaba despierta desde que aún estaba oscuro afuera. Una pesadilla volvió a despertarla, pero esta vez se calmó a sí misma, repitiéndose constantemente que no era real. Y había funcionado, porque su pecho dejó de retumbar como si un mono tocara el tambor dentro de su caja torácica, aunque de todos modos no pudo volver a conciliar el sueño.
Se estiró para tomar el celular sobre la mesita de noche, cerrando los ojos de inmediato cuando presionó el botón de desbloqueo y la luz de la pantalla la golpeó la cara. Entrecerrando los ojos, vio que eran las seis y cuarenta y dos de la mañana. Su mirada se desvió hacia el ícono de una aplicación que no había usado en mucho tiempo. Su respiración estaba normalizada y su cuerpo estaba seco, aunque no se sentía del todo limpia. Al despertar de la pesadilla, estaba empapada en sudor.
Con temor en los dedos, presionó el ícono de Facebook en la pantalla, esta tornándose azul de inmediato, mostrándole dos cuadros de texto que le pedían ingresar su usuario y contraseña. Dejó caer suavemente el aparato pantalla abajo sobre su pecho, mientras ella miraba al techo. La última vez que había ingresado a la aplicación, fue aquella mañana de domingo, igual que esta, para ver una publicación de Becca donde Emma estaba etiquetada. Se sentía como si ese pequeño pedazo de vida hubiese ocurrido una eternidad atrás. Le parecía un poco extraña la Emma de ese día en comparación con la Emma de este domingo.
Volvió a levantar el teléfono y escribió sus datos. Lo primero que apareció en la página de inicio, fue una foto de Sassy, la gata fastidiosa que Penny adoraba. El animal estaba bostezando, pero Penny había puesto como pie de foto "Mi bebéeee. Tan hermosa. :'3 Laaaa Aaaaamooooo." Emma rodó los ojos.
Deslizó su dedo hacia arriba y vio anuncios publicitarios, publicaciones de Becca con letras de canciones acompañadas de casi doce repeticiones del mismo emoticón. Uno que otro post de Sara, el último que Emma vio fue en la que su amiga tenía una camiseta polo color concho de vino oscuro y sonreía a la cámara. Ese debía ser el lugar donde trabajaba, ya que detrás de Sara estaba una vitrina larga con postres de varios colores y tamaños.
Emma sonrió al deslizarse más abajo y encontrar una publicación de Jamie. Era un simple ":$", publicado el día anterior, a las cuatro y treinta y tres de la tarde... A esa hora aún estaban en el gabinete, más o menos, a la hora en la que Santiago había estado en el lugar. Como pensó ella antes: era tan obvio. Sonrió.
Vio que tenía cuarenta y seis notificaciones, la mayoría sobre grupos a los que no recordaba haberse unido, aplicaciones de juego dentro de la aplicación de Facebook, aquellos que ella nunca jugaba, y lo que ella esperaba encontrar: publicaciones en su muro.
Algunas eran de chicos que ella conocía en la academia, compañeros de clase y maestros y maestras que se habían hecho sus amigos por todo el tiempo que llevaba ahí. Unos decían cosas simples como "Emma, la más fuerte que conozco. Recupérate pronto, amiga. Te estamos esperando. X".
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Como El Atardecer
Ficção AdolescenteHay un viejo dicho que dice que, lo que está destino a pasar, tarde o temprano, pasa. En un accidente que pudo terminar muy mal para Emma Dotson y Caleb Morrison, sus caminos terminan itersectándose en una caprichosa jugarreta del destino, envolvién...