Capítulo 24: Emma

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Recibió la nueva semana con una lluvia torrencial, como las que no había habido en un buen tiempo

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Recibió la nueva semana con una lluvia torrencial, como las que no había habido en un buen tiempo. La humedad a primeras horas de la noche, hizo que se levantara del suelo el calor que se apegó a su cuerpo impidiéndole dormir a gusto, obligándola a darse dos duchas en la madrugada.

―¿Será que no dejará de llover? ―preguntó Stella, más para sí misma, desde de atrás de la ventana doble de la sala. La cortina dividida estaba corrida hacia ambos lados y en el vidrio ahumado se divisaban gotas de lluvia; algo que hizo a Emma pensar en Penny.

―Lo bueno es que ya no hace calor ―comentó Emma.

El día era friolento y, a pesar de ya habían desayunado, Emma sentía mucha hambre, aumentando cada vez que el olor de, lo que sea que su madre estuviera preparando, le llegaba a las fosas nasales.

―¿Y si llueve el domingo?

Emma se volteó hacia Jamie, que sostenía un cojín entre las piernas. Él suspiró.

―No va a llover ―respondió, sorprendida por su propia seguridad―. Además, es aquí adentro.

―Cielo ―Stella se sentó―, no va a venir mucha gente. Solo amigos.

Jamie volvió a suspirar.

―Es solo que... ―él se miró las manos, jugando con sus dedos.

―¿Qué? ―preguntó Emma.

Jamie levantó la mirada, y se relamió los labios antes de bajarla de nuevo hacia sus manos.

―¿Y si no vienen?

Stella se rió por lo bajo.

―No te preocupes ―le dijo ella―, que a esta gente de hoy en día le gusta ir donde dice "Fiesta" y "Comida gratis".

Emma sonrió, notando la expresión de Jamie, como si acabara de recordar algo.

―¿Y las bebidas? ―preguntó él―, porque... habrá bebidas, ¿verdad?

―Claro ―contestó Stella casi de inmediato, acompañando con una sonrisa dulce.

―¿En serio? ―preguntaron al unísono los dos hermanos, igual de sorprendidos.

―Sí ―la madre se puso de pie―. Solo deben mostrarme sus identificaciones.

Ella caminó en dirección a la cocina, pero se detuvo cuando llegaba a la mesa del comedor. Sus hijos la miraban con una mirada que denotaba confusión, curiosidad y ―en el caso de Emma― diversión.

―No embriagamos niños ―les dijo―. ¿O sí?

Jamie y Emma negaron a la vez, uno seguido por el gesto del otro. Stella asintió y se perdió de su rango de visión.

―¿Qué pasa? ―le preguntó Emma. Jamie estaba viendo la tv, pero era obvio que no prestaba atención.

Jamie negó, tratando de evadir la motivación de Emma a que le contara lo que fuera que pensara. Al final terminó suspirando.

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