Capitulo veintitrés: Perdido

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Reece

“Cariño, puedo dejar a alguien que cuide de ti” dice mi madre mientras me acomodo en mi cama. Ella está por irse a su trabajo y está empleando su actitud maternal que solo le provoca alterarse.

“No mamá, soy un chico grande. No necesito una niñera” me quejo recargando mi cabeza sobre la almohada.

“Está bien, Conner tiene solo una clase así que probablemente llegue en una hora o dos. Mantén tu teléfono encendido todo el tiempo y márcame si necesitas algo. Tu bastón sigue recargado junto de ti” me dice, yo asiento con la cabeza. Estoy un poco irritado por el simple hecho de que me está tratando ¡Como si tuviera cinco años!

“Lo tengo mamá, estoy bien. Puedo manejarlo” le gruño, la dirección de mi vista esta posada en el techo de la habitación.

“Ok, ok” dice, se que se está rindiendo. “Te veré más tarde, te quiero Reece”  dice mi madre, escucho como se acerca lentamente hasta darme un cariñoso beso en la frente.

“También te quiero mamá” le digo, después escucho sus tacones golpear el suelo hasta que abandona mi habitación. No escuche que cerrara la puerta así que asumo que la dejo completamente abierta.

Me relajo acomodándome nuevamente en mi almohada y dirijo mis audífonos que están en mi cuello hasta mis oídos. Los ajusto al tamaño de mi cabeza, aun volteando hacia el techo. Play music le ordeno y la música comienza a fluir por mis oídos.

Lentamente mis parpados se cierran, mi mente en cambio sigue escuchando la música hasta quedar dormido. Últimamente no he podido tomar una buena siesta. Las pesadillas han amenazado mis sueños.

**

 Observo la pista que tengo por delante y las inmensas gradas que están repletas de aficionados. Me preparo en la posición inicial con la punta de mi oreja en el aire y miro a mi izquierda viendo el césped con mis compañeros de equipo colocándose encima de él.  Después dirijo mi atención hacia el lado derecho para analizar a los otros corredores alineados en sus lugares. Me apoyo en mis talones mientras espero el disparo de la pistola.

¡Bang! Emite el sonido de la pistola, empujo todo mi peso hacia enfrente y empiezo a correr, tomando la delantera. A medida en que atravieso la primera curva de la pista me doy el lujo de observar la gran ventaja que tengo sobre los demás participantes. Cierro mis parpados gentilmente, dejando toda la autoridad a mis pies que me orientan toda la pista, impresa en mi cerebro.

Vuelta tras vuelta permito que el frio y relajante aire acaricie mi rostro mientras sigo corriendo. Abro mis ojos de golpe observando a una pequeña distancia un chico acercándose. Así que aumento mi velocidad, el llamativo listón azul esta a la vista de ambos, forzó mis piernas a moverse más rápido. Finalmente se rompe,  producto de mi cadera, una gran sonrisa me cubre el rostro mientras elevo mis brazos en el aire. Muchos brazos comienzan a sostenerme, echo un vistazo y me doy cuenta de que son mis compañeros de equipo animándome.

“¡Buen trabajo Reece!” uno de ellos dice, después de eso los demás comienzan a felicitarme en sus propias maneras.

“Gran esfuerzo hombre” Jace dice mientras me da un abrazo de hermanos. El también tiene puesto su uniforme.

“Gracias” le contesto con una sonrisa como de hombre enojado y orgulloso. No lo puedo creer, acabo de ganar el gran premio de Indiana State Champion de nuevo.

“¡Reece!” grita la dulce voz de una chica, Jace se aparta guiñándome un ojo. Le rodo mis ojos aun sonriendo, mientras observo Clair se acerca brincando hacia mí, sus rizos dorados moviéndose al ritmo. Ella rodea con sus delgados brazos mi cuello y me abraza cariñosamente. Después deja de hacerlo, se aparta ligeramente y me sonríe observándome con sus increíbles ojos azules. “Amor ¡Estuviste sorprendente!” dice con una larga y hermosa sonrisa.

“Gracias linda” le contesto sonriéndole. Ella se endereza un poco para conectar sus tiernos labios con los míos mandándole a mi cuerpo chispas de felicidad y emoción. El beso es dulce y perfecto. Realmente adoro esta chica. Nos separamos recargando nuestras cabezas en nosotros mismos y observo como abre con cuidado sus ojos azules. Le dedico una sonrisa diminuta y ella sonríe de vuelta.

“Te amo” dice observándome con sus encantadores ojos.

“Te amo, aun más” le digo besándola suavemente y acercándola hacia mi pecho.

Clair  es la mejor novia que he tenido. Es dulce, inocente, hermosa, encantadora, es jugadora de softbol y también corre. Empezamos a salir el primer año de preparatoria y este es nuestro segundo año. Nada nos iba a separar.

**
Mi estomago me despierta de mis memorias, con grandes rugidos. Me siento y recargo en la cama ignorando la obscuridad. ¿Cuando me dio tanta hambre? Me pregunto a mí mismo. Utilizo ambas manos para encontrar el bastón y poder tomarlo sin ninguna dificultad. Básicamente lo uso para darme soporte y no estrellarme con objetos que me estorben el camino. Lo muevo hasta topar con la puerta, salgo de ahí con ligereza siguiendo mi rumbo. Entro a otra habitación y un objeto hace que me golpee. ¡No sé en donde se encuentran las estúpidas vitrinas! Diablos, ni siquiera se en donde estoy. Mi cerebro está completamente nublado por pensar demasiado.

¡Mierda! ¿En dónde estoy? Esto apesta, ¿Ahora qué hago? No puedo quedarme aquí, tampoco puedo marcarle a mi madre porque de ser así jamás me volvería a dejar solo. No puedo marcarle de igual manera mi papá, el está ocupado. Juliet está en la escuela y Conner en clases, yo estoy perdido en medio de la nada en mi propia casa. Maldita sea. Ni siquiera sé qué horas son. Si continuo caminando me perderé aun más. ¿Qué hago? ¿Qué hago?

Suspiro y me doy por vencido, me siento y cierro mis ojos esperando a que alguien llegue.

“¡¡Reece, ya llegue!!” Conner dice gritando causando que me despierte rápidamente, dirijo mis manos hacia mi alborotado cabello. ¡Finalmente!

“¡Estoy arriba!”  Le digo aun sentado en el suelo. Escucho pasos subir las escaleras y acercándose al pasillo. Finalmente entran a la habitación desconocida.

Conner se ríe levemente, mientras se acerca. “¿Por qué estas en el suelo?” pregunta algo confundido.

“Bueno… estoy algo perdido” le digo honestamente, recargando mi cabeza en la pared.

“¿Cuánto tiempo llevas aquí?” me pregunta, yo sonrió tímidamente.

“Un tiempo” le contesto asintiendo con mi cabeza.

“¿Y hacia donde te dirigías?” nuevamente pregunta ayudándome a levantarme.

“La cocina, tengo hambre” le digo y el ríe entre dientes.

“Ok, ven hermanito hay que darte algo de comer” el dice y yo gruño.

¿Mi vida podría empeorar aun más? Oh no, estoy confiándome de él para que me prepare algo. Demonios. Probablemente termine enfermo. Por otro lado, realmente quiero comida. Muero de hambre. Oh, qué más da, comeré lo que me ofrezca. No me importa, no es como si pudiera ver el producto final.

Pensé que todo el caso iba a ser senillo. Pero esto es muy difícil espero que mejore, lo necesito. Tal vez, ¿Podría tener cirugía y ver de nuevo?

**

¡Hola!, ¿Corto? ¡Lo se! pero porfavor no se quejen es un pequeño filtro. Pronto subire más.

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El amor es ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora