CAPÍTULO DIEZ

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El Plan

-Tenemos que irnos de aquí Laurie -menciona Richard-, esas cosas se aproximan hacia nosotros.

-¡Wellington! -grito llamando al pequeño cachorro.

-¿Qué estás haciendo? ¡Tenemos que correr ya!

-No lo dejaré. Él está indefenso... No puedo abandonarlo -digo con severidad-. ¡Wellington!

Veo al pequeño cachorro salir de entre arbustos verdes. Inmediatamente el perro se avientan a mis brazos. El sonido proveniente de las patas de las Sombras se aproxima hacia nosotros. Son como troncos rodando entre montones de hojas apiladas en un acantilado. Nuestros pies comienzan a moverse automáticamente. Seguramente nuestros instintos han comenzado a tomar el control. Paso a paso siento que mi mente se debilita.

-Vamos... ¡apúrate! -Repite.

-¡Voy lo mas rápido que puedo! -le grito acomodando al cachorro para agarrarlo mejor.

-Entonces tendremos que escondernos.

-Es imposible, esas cosas detectan aromas.

-¿Y tu como lo sabes?

-En mi casa, la sombra rompió el sillón... tenía mi aroma.

-Todas las cosas en tu casa tenían tu aroma.

-Si, pero allí me acosté cuando me caí de las escaleras. Quizás le cayo un poco de sangre. Porque los otros dos estaban completamente intactos. Es como si esas cosas estuvieran hechas solo para perseguirme a mi -menciono como si estuviera sola.

-Entonces ¿crees que alguien las esté controlando?

-No, mas bien pienso que podríamos librarnos de algunas de esas cosas con señuelos.

-Tengo una idea, plantaremos una trampa... Recuerdas al charco.

-¿El que casi te mata?

-Exacto ese.

-¡Acaso estás loco! ¡está en un callejón!

-Tengo una idea, pero necesitaremos una escalera, gasolina, fósforos, tu chaqueta y subirnos a algunos techos.

-¡Genial! ¡Por qué siempre tenemos que andar en los techos! -Replico con enfado.

-Vamos tenemos que ir por todas las cosas.

-Creo que vi una cuerda unas calles adelante.

-Yo tengo los fósforos.

-¿Dónde hallamos gasolina?

-En algún garaje tal vez.

-¡No tenemos tiempo para buscar en cada casa!

-Donde olía a gas, vi tres botes llenos de algún liquido semitransparente. Puede que se trate de gasolina.

-Tienes razón... ¡tenemos que apresurar el paso!

Paso a paso, mis pies se entumecen... se pueden escuchar las pisadas de las criaturas por detrás, pero sabemos bien que solo están rodeando las calles, buscando una manera mas fácil de llegar a nosotros, tratan de emboscarnos. De cierta forma, es como si pensaran. Pero son como veloces bestias dominadas por sus impulsos mas instintivos.

A diferencia de otras ocasiones, nunca habíamos estado tan desprotegidos. Mi ritmo cardíaco se acelera, es como un choque de adrenalina y emoción. Sabía que algún día me serviría salir a correr casi todos los días. Pero no creí que tan pronto.

Corremos en medio de lo que algún día fue la ciudad donde crecí. Casas semiderrumbadas, árboles caídos, autos envejecidos, bicicletas tiradas, botes de basura deteriorados y con todo su contenido regado como si fueran las hojas que recubren el suelo de un bosque. Todo eso adorna el ambiente. Un pequeño momento de reflexión viene a mi mente:

"Y si logro traer a todos de vuelta, ¿Cómo les explicaré lo sucedido? ¿Cómo les diré que ahora tendrán que reconstruir sus casas? ¿Podré traerlos a todos? ¿Me recordarán?"

-Laurie, llegamos... -me interrumpe Richard deteniéndose- ¿Dónde viste los contenedores?

-¡Por allí! -Indico, señalando con mi dedo índice unos botes de color blanco con un liquido amarillento en su interior.

-Si, es gasolina -Confirma Richard al abrir uno de los botes-. Vamos, tenemos que llevarlas a la entrada del callejón donde está el charco.

He tomado uno de esos recipientes. Pesan. He bajado a Wellington. Inmediatamente se esconde en unas cajas. Él sabe el peligro que se aproxima.

Al llegar al principio del callejón Richard me grita, llevando entre sus manos un cilindro de gas:

-¡Saca la soga y vuelca la gasolina en suelo!

He hecho tal como el me lo ha pedido. La gasolina está desparramada por el suelo. Él pone el cilindro de gas acostado y abre ligeramente el paso de gas. Lo hace rodar por encima de la gasolina hasta chocar con unos botes de basura. Casi todo bien calculado lo único que ha paso es que uno de ellos se han movido tan solo un poco.

El trotar de las bestias se hace presente de nuevo. Como si fuese una gran muchedumbre de caballos aproximándose del otro lado de la ciudad.

-Han dado la vuelta, rápido quítate la chaqueta y dame la cuerda-Me ordena Richard.

Al dársela, el inmediatamente el la amarra a la cuerda.

-Ahora necesito que te pongas mi chaqueta para encubrir tu aroma-Dice quitándose la americana beige que llevaba puesta.

-¿Estás seguro de que esto funcionará? -pregunto algo de incredulidad.

-No. Pero más vale intentarlo -menciona, con un ligero tono de miedo a fallar-. Ahora tenemos que subir allá arriba.

-No veo ninguna escalera.

-Es que no la hay...

-¡Cómo que no hay escalera! ¡Y entonces como subiremos hasta allá!

-Con cajas... -Dice esbozando levemente una sonrisa.

-Richard, esas cajas son de madera. No creo que aguanten nuestro peso.

-Claro que lo aguantan. Ahora lleva la chaqueta allá arriba, en unos segundos llegaré.

Me cuesta subir a estas cajas. Hay que impulsarse mucho para poder alcanzar algo estable. Estás cajas tienen a lo mínimo a un metro y medio de altura. Ha estado complicado llegar al techo. Pero he llegado. Puedo ver a las Sombras acercarse. Corre muy rápido y se dirigen hacia nosotros.

Richard sube en un dos por tres. Trae consigo un recipiente de gasolina. Tomando la chaqueta, con la cuerda amarrada a una manga, la lanza por encima de unos cables de luz. Por suerte no hay electricidad. Él lo ha puesto en medio del charco asesino que vimos antes.

Veo a las Sombras cada vez más próximas. Luce como una inundación pero en lugar de verse como un montón de lodo arrastrandose, perece más un mar embravecido de color negro.

-Sosten la soga -dice estirando la mano dándome la cuerda.

-Richard, si no sobrevivimos tengo que decirte que te amo.

-Yo también te amo Laurie -Dice dándome un abrazo.

Siento como si él fuera alguien más que una persona que apenas conozco, ese abrazo se siente tan familiar...

-Tenemos que estar preparados para cuando lleguen -dice destapando el contenedor de gasolina y con el encendedor en una mano. Inclinando levemente el recipiente.

Las bestias han llegado y se dirigen directamente a la chaqueta.

BORRADA (Incluye Soundtrack)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora