capítulo 31

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Siento como algo se mueve debajo de mí, abro los ojos pesadamente y miro a mi alrededor, estoy en mi coche, recorriendo un barrio de mala muerte.
Me intento incorporar un poco pero mi abdomen protesta, las costillas me están matando, con dolor me consigo incorporar y mirar a Dix.

-buenos días, tu madre ha llamado, están de camino al aeropuerto ya, se refugiaron en un barrio más lejano que este, pero salieron hace media hora por lo que creo que estarán ya al llegar.

Asiento con la cabeza, siento la boca pastosa.
Apoyo la cabeza en la ventana y dejo que la música que ha puesto Dix se me meta en los oídos, dejando a mi mente viajar. Estoy molida pero me apetece el viaje a las islas, unos días de descanso nunca vienen mal.

Alguien me sacude el hombro, me despierto desorientada, no recuerdo haberme dormido. Dix me desata y sale del coche, me abre la puerta.
-puedes salir sola o te ayudo?

Me intento incorporar pero casi sin poder evitarlo hago una mueca.
Dix la ve y sin decir nada me coge en volandas y me saca del coche, me deja en la acera con cuidado y va a por las maletas, después coge un carro para las maletas y en silencio me sienta en el mango, en frente de él, que empieza a manejar el carro con destreza.

Aparca el carro cerca de unas sillas en frente de nuestra puerta de embarque, como es un vuelo privado no hemos tenido que pasar controles. Pongo mis manos en sus hombros y le atraigo hacia mí, él sonríe y junta sus labios con los míos, suspiro, añoraba sus labios.

Se separa y me coge con cuidado de la cintura, dejándome en el suelo, después se sienta y me sienta en su regazo. Pongo mi cabeza en su pecho y me da un beso en la cabeza, sonrío.

Nos quedamos así hasta que alguien se acerca a mí, Dix empieza a hablar en un tono dulce y suave, me giro y veo a una niña de unos cuatro años mirándonos con unos ojos grises enormes, le sonrío.

-ey pequeña qué pasa?

Sin decir nada sale corriendo y se refugia en su madre, que está leyendo el periódico, nos reímos pero yo paro por el dolor.

-nena hay que vigilar las costillas.

-lo sé, pero también hay que darles tiempo.

Me levanto y voy al cuarto de baño. Me miro en el espejo, me levanto la camiseta y me quito el vendaje, debajo de mis pechos hay unas manchas moradas oscuras, las toco con cuidado, el contacto de mis manos frías hace que me estremezca, pero me alivia el dolor, suspiro y me pongo la mano entera. Después me miro el ojo, esta inyectado en sangre y bastante inflamado, cojo una crema de mi bolso y me la extiendo por el párpado, después me peino un poco y salgo, el avión está a punto de salir.

En cuanto salgo diviso a mi familia, acaba de llegar y se les ve agotados, voy hacia ellos y les abrazo.
-no volváis a apartarme de algo así.

-cariño estás herida, no podías ayudar de todos modos.

Miro a mi madre, tiene ojeras y cara de mucho cansancio, el viaje le va a venir bien.

Embarcamos por fin. Al avión no le falta de nada, tiene hasta habitaciones, cosa de la que me alegro, el viaje es largo, son trece horas de vuelo.

Nos sentamos y el avión despega, Dix me coge la mano con fuerza, le miro.

-tienes miedo a las alturas?

-se puede decir que no son mi mejor aliado.

Le aprieto la mano y me sonríe, después apoyo mi cabeza en su hombro y me acaricia el pelo.

-me encanta estar así contigo.

-a mí también, me siento en casa.

-pequeña te duele algo?
Niego con la cabeza y le beso, él me lo sigue y sonrío en su boca, me acerca más a él pero me separo, mi madre está cerca y no quiero discutir con ella por lo mismo otra vez. Me da un beso en la frente y me vuelvo a apoyar en su hombro.

mi policíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora