capítulo 32

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Melissa O'Conner

Después de la cena salimos Tommas y yo de la mano a pasear por la playa. Estoy nerviosa, presiento que se acerca una tormenta y no sé qué hacer.

El silencio reina entre nosotros dos, y aunque no necesitamos hablar para entendernos siento que necesito decir algo.
-Dix yo...

Él me mira pero sigue caminando sin decir nada, lleva serio desde que ha insinuado la boda secreta. Por una parte me parece buena idea porque estar con él para siempre es mi deseo más profundo, pero por otra parte me gustaría hacerlo bien.

Me aclaro la garganta para seguir hablando. -respecto a lo que has dicho antes en la cena... Me has dejado pensando.

Él se para y me calla con un dedo. -shh, no hace falta que digas nada, ha sido un arrebato. Quiero casarme contigo, y sinceramente me da igual quién venga, lo único que me importa es que tú quieras hacerlo. Creo que eso es lo que quería decir con mi propuesta anterior, nada más. Además he recordado que hoy era el día que habíamos hablado para casarnos, supongo que por eso lo he dicho, pero no quiero presionarte, en serio.

Se encoge de hombros y mi cabeza me da vueltas. Todo lo que ha dicho lo siento yo también, recuerdo el consejo que me dio Anne, tengo que aprender a lanzarme al vacío, confiando. Suelto sin pensar mucho más.
-hagámoslo, casémonos aquí y ahora. No le tenemos que demostrar a nadie más que a nosotros nuestro amor.

En cuanto salen las palabras de mi boca las medito, todo lo que he dicho es verdad, pero alomejor deberíamos meditarlo más.

Él levanta una ceja. -estás segura? De verdad que no quiero que te sientas obligada a nada.

Aparto los pensamientos negativos de mi cabeza, le callo con un beso y le susurro en la boca. - te quiero, y eso es lo único que importa.

Él me abraza y cuando nos separamos siento sus ojos llorosos, se enguaja una lágrima y sonríe. -vale, voy a por el cocinero, tú... Busca algo blanco y ponte guapa.

Me da un beso corto y se separa de mí para correr a la cocina. Yo corro a nuestro bungalow y cojo del armario la única prenda blanca que me he traído. Es un vestido de encaje blanco sin mangas y con falda de vuelo que llega hasta la mitad de los muslos. Me lo pongo con el corazón martilleando en mi pecho de una manera descomunal y me peino hecha un manojo de nervios. Decido no pintarme, estoy morena de esta mañana y sé que voy a llorar, así que hacerme algo en los ojos no es buena idea.

En cuanto estoy terminando de calzarme con unas sandalias sencillas entra mi hermano por la puerta, yo me pongo nerviosa.
-hola Jack... Qué haces aquí?

-Tommas me ha contado lo que queréis hacer, el cocinero le ha pedido un testigo y me lo ha pedido a mí. Sólo vengo a decirte que...

Me da miedo que me diga que esto está mal, así que le interrumpo. -Jack está más que decidido, no vas a hacerme cambiar de idea.

La sonrisa de mi hermano aparece en su rostro -no he vendido a eso, vengo a llevarte a altar.

No puedo evitar comenzar a llorar, mi hermano me abraza y se emociona también. Me separo un poco de él, tengo que tranquilizarme si quiero pronunciar mis votos.

Después de respirar hondo corro hacia la capilla donde me espera ya Dix con el cocinero. Mi prometido se ha cambiado y tiene puestos una camisa de lino blanco y unas bermudas color caqui. Al verme su sonrisa se ensancha y veo una lágrima por su mejilla, sólo de pensar que en unos minutos se va a convertir en mi marido me quiero desmayar de la emoción.

Mi hermano me coge del brazo y me mira cómplice, le devuelvo la mirada sin poder dejar de sonreír y comenzamos a andar hacia el altar. En cuanto nos vamos acercando noto como los latidos de mi corazón retumban en mis oídos. Llegamos a donde se encuentra Dix y mi hermano me da un beso en la mejilla y después de abrazar a Tommas me deja junto a él, que me coge de las manos. En ese momento se me calman todos los nervios, estoy haciendo lo correcto, ahora estoy segura.

mi policíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora