La camiseta del Cap. (Steve.)

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Un Tony Stark de 15 años se encontraba de nuevo boca abajo, tan desnudo como vino al mundo,con la respiración pesada, con una camiseta tan delgada como antigua entre sus manos y pegada a su nariz. No sabía cuántas veces se había hecho la falsa promesa de terminar con la locura de tener estos encuentros con la prenda de un héroe tragado por el hielo. Lo peor era que esos encuentros habían sido mil veces mejores que los besos compartidos con su compañero de clases en el MIT. El tipo era mayor que él, con una cabellera rubio sucio y unos ojos que aunque celestes no podían nunca igualar a esas gemas que el Capitán poseía. Esas que a pesar de estar impresas en blanco y negro, salían del papel y alborotaban las ya díscolas hormonas del genio haciéndole romper su promesa una y otra vez. Ahí iba su esperanza de poder sacar de su sistema su hambre sexual con un cuerpo real y no con fantasmas del pasado. Porque aunque los besos habían sido calientes con el tipo no eran explosivos. No como el encuentro que se llevaba a cabo entre sus sábanas entre él y una camiseta que juraba aún llevaba el olor del soldado.

- Ngh Cap.- prefería mantener los asuntos entre él y un icono de América. No con el hombre.

Su mano izquierda empezó un ritmo lento pero delicioso en su pene mientras la derecha intentaba sacar más de ese delicioso olor fantasma a la prenda apretujandola contra su nariz.

Como cualquier adolescente, Tony no necesitaba de mucho estímulo para llegar al clímax. Pero aún en la pasión era un Stark y eso se mostraba en que al parecer necesitaba del más grande héroe para lograr los mejores orgasmos de su corta vida.

Su respiración se volvió más trabajosa, su pecho bajando y subiendo por las sensaciones, piernas enredas entre las ya húmedas sábanas. Su rostro sonrojado se encontraba hundido en los tejidos de la prenda. Inhalando lo más posible de ese veneno adictivo que era el olor del Capitán América. Imaginando al héroe quitándose ese pedazo de tela luego de una misión exitosa. El cuerpo perfecto caminando desnudo por la habitación, por su habitación. Tomando una ducha, saliendo de ésta aún con las gotas lamiendo su piel sonrojada, sonriendo con esos labios llenos al ver a Tony ahí, decadente y ansioso en la cama, en su cama. Acariciando su propio pene al mismo ritmo que Tony movía sus caderas. Uniéndose a él. Tapando su cuerpo más pequeño con el suyo y dándole una orden como tan acostumbrado estaba el líder de los 'Lobos Aulladores' con una voz que invitaba al pecado:

- Vente fuerte, Tony.

Y él lo hizo.

- Ahhh, Cap.- mordiendo su labio dejó escapar la palabra que lo hacía todo más cercano. Más real.- Steve.

No supo cuándo pasó pero Anthony E. Stark no sólo había caído en lujuria por el Capitán América. Se había enamorado de Steve G. Rogers.

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