Dominando el cielo

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En un tiempo en que los seres humanos coexistian con los dragones, seres mitológicos tan hermosos como letales cuyo territorio era el cielo tan basto cómo profundo y su morada se encontraba en la montaña más alta mientras los valles, ríos y todo lo que estaba debajo de ellas eran de los humanos en dónde formaron sus ciudades.

Pero cómo en toda 'forma de vida' existían los que se oponían a ella causando desastres y matanzas sin sentido por lo cuál en mutuo acuerdo se creó la Escuela Aérea que recibía a los humanos que tuvieran actitudes para montar su propio dragón. Unidos eran más fuertes pero sólo algunos aptos para formar tal lazo de confraternidad y lealtad eran decididos en la ceremonia anual cuando se reunían humanos y dragones en la fiesta dada en honor al primer par enlazado hace mil años.

Aunque las señales llegaban desde antes en forma de sueños, voces y una innata fascinación por el cielo, así que los que ingresaban a la escuela sabían que había un dragón destinado para ellos, el problema era el tiempo ni los ancianos de las dos tribus conocían tal respuesta. Podía llegar al otro día de su ingreso o nunca hacerlo.

Y habían quiénes no esperaban que su dragón llegara sino que iban en pos de él. Cómo cierto rubio quién luego de pasar los muros de la escuela se aventuró a las montañas dónde todos sabían que la morada de los majestuosos seres se encontraba.

- Y así dicen que esos muros son impenetrables, pff. Soy el mejor.

Su sonrisa no podía ser más grande y su confianza aumentó exponencialmente hasta que...

- ¿El mejor? De los idiotas seguro.

- No seas tan rudo con el rubiales, querido.

- Tú lo has pensado también. Al menos yo me rió de él frente suyo, tú lo haces detrás.

- No quería romper su burbuja. Soy benevolente.

- Ya callense y llevenme de nuevo a la escuela esa, es a lo que han venido ¿No?

- Error, Jim. Hemos venido a salvar tu trasero, las montañas son peligrosas para un rubio que no es prudente.

- ¿Y no para alguien que viste cómo si fuera a ir a una fiesta?

- Es mi armadura de batalla, alguien que sólo usa su uniforme y la misma casaca de cuero no lo comprendería.

- Ahora dejen de quejarse de la vestimenta del otro y caminen, falta poco para el anochecer y las montañas no están más cerca.

- Calma pequeño ¿Tony, verdad?

- ¡No soy pequeño! Soy un genio, millonario, filántropo, próximo gran jinete de drag-

- Ya.

Dos pares de ojos miraron al castaño que sólo resoplo para luego caminar por delante de ellos.

- Mejor lo seguimos. Es pequeño pero rápido.

- Eso noto.

Estuvieron por horas caminando, Tony se encontraba guiando por medio de un aparato extraño mientras que Magnus y Jim se encontraban cerca mirando a los lados por cualquier eventualidad.

- Ya cayó la noche. Lo mejor es acampar en la ladera, subir las montañas escarpadas sin luz sería suicida.

- Estoy de acuerdo con el brujo, no sé ustedes pero yo quiero vivir. Soy temerario pero no idiota.

- Eres idiota, Jim. Hasta tu amigo Bones lo dice mientras te persigue para cuidar tu salud.

- Bones es un exagerado. Sólo son alergias.

- Claro, lo que tú digas pero sólo por hoy estoy de acuerdo contigo. Vamos a parar y poner el campamento.

Los tres asintieron en acuerdo y cada uno sacó sus complementos de supervivencia para el aire libre. Cuando ya estuvieron encima de sus bolsas de dormir rodeados del cálido fuego con un plato de sopa entre sus manos la charla comenzó.

- Nos conocemos pero no nos hemos presentado.

- ¿No es lo mismo?

- Claro que no. Una buena presentación siempre es buena.

- Magnus adora presentarse.

- Entonces que lo haga.

- Perfecto. Soy el brujo de la Academia, Magnus Bane. Guapo y soltero.

- Yo soy James Tiberius Kirk. También guapo y soltero. El mejor próximo Capitán de la Academia.

- Después de mí por supuesto. Soy Anthony Edward Stark. Genio y todo lo demás que ya saben.

- ¿Así que quieren encontrar su dragón también?

- Es obvio que sí ¿Quién esperaría sin hacer algo? Yo no.

- Tampoco tengo la paciencia en mi ADN.

- Yo ya he esperado suficiente. Me veo joven pero ya tengo más de veinte.

- Vaya, eres el mayor. Tus ojos son interesantes y muestran toda una vida en ellos.

- Eres más perspicaz de lo que pensé, Jim.

- Gracias Magnus. Es bonito que se den cuenta.

- Sí se van a poner cariñosos vayan detrás de esos árboles. No quiero más traumas.

- ¿No quisieras unirte?

Los ojos verdosos brillaron con un tinte amarillo, provocando. Se notaba la diversión en ellos.

- No tengo los ojos azules y el cabello negro.

- Touche. Pero eres lindo.

- No cumplo con el cabello negro tampoco así que nada de cariños para ninguno de nosotros.

- Aburridos.

Los dos suspiraron pero rieron ante la sonrisa del mayor. Después de darse las buenas noches cada uno se echó en su bolsa de dormir. Sus ojos se cerraron rápidamente debido a la caminata larga que habían sufrido. Esperaban que el alba viniera con la buena suerte de encontrar su destino.

Lo que no sabían es que el destino tampoco quería esperar y vendría por ellos antes del amanecer.

En forma de tres dragones que no serían totalmente lo que ellos esperaban.




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17/05/18










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